Vota PP: Discriminar, retroceder, despreciar

Ana Cuervo Pollán, estudiante de Filosofía

“Las campañas electorales, son, salvo extrañas excepciones, el periodo de tiempo que tienen las y los políticos para convencernos de que han hecho lo contrario de lo que hemos visto y harán lo contrario de lo que sabemos que van a hacer.

El Partido Popular, especialista por excelencia en convencer de tales cosas, introduce otra característica a sus promesas electorales: Cuanto más retrógrada sea su propuesta, más posibilidades hay de que la lleve a cabo.

Votar al PP es votar machismo, es votar racismo, es votar LGTB+fobia. Esto no es que sea nuevo. Que el Partido Popular sea el partido más machista, racista y homófobo de España (aunque ahora Ciudadanos parece estar dispuesto a arrebatarle tal mérito) no es ninguna novedad. Lo demuestran cada día. Lo que me asombra es que lo sea sin que pase nada, sin que pierdan votos, sin que dimitan, sin que nadie, o casi nadie, se lleve las manos a la cabeza. Para muestra de las bondades de los populares, sólo hace falta echarle un vistazo a los días de campaña. Nos centraremos en las últimas tres perlas que nos dejan tras estos días tan agitados:

En Barcelona, han decidido repartir folletos xenófobos que cuyo lema decía esto: “el Raval no puede convertirse en un gueto islámico” y en el barrio de San Adriá, los carteles de los populares preguntaban si “¿estás harto del incivismo de los inmigrantes ilegales?”

Tan propio de las elecciones son los carteles y folletos como las leyes y propuestas de última hora para poder decir en campaña lo mucho que se ha hecho. En este sentido, Alfonso Alonso anunciaba que el gobierno prepara un Plan de Ayuda a las Familias con diferentes ayudas económicas y medidas de prevención contra la violencia familiar. Entre las familias con problemas, incluyó a las familias LGTBI. A las que definió como familias diferentes a la heterosexual y no concretó qué medidas han previsto para ellas ni por qué se incluyen dentro de las familias “problemáticas”.

Y detrás de un buen homófobo, siempre hay un perfecto machista. Es el caso de Mariano Rajoy, que explicando con una inteligencia semejante a la de Alonso ese Plan de Apoyo a las Familias, argumentó que si las mujeres tienen menos pensiones que los hombres es porque estas han querido no trabajar para cuidar a sus hijos.

Se preguntaba la propaganda electoral del PP si existen ciudadanos hartos de incivismos. Yo, ciudadana, sí lo estoy. Estoy harta de que nos roben, estoy harta de que desvalijen la sanidad y la educación, de que los derechos de las mujeres sean la moneda de cambio del PP con los sectores más ultracatólicos, harta de que se desatienda a las personas dependientes, de que se nieguen sistemáticamente los derechos de las personas LGTBI, de que los feminicidios sean constantes sin que nadie, excepto los colectivos feministas, haga nada. Estoy harta de los que venden sus principios por un puñado de votos.

Harta de la xenofobia. Harta de la homofobia. Harta del machismo. Harta de que se presenten a los y las inmigrantes como un problema, como personas que ponen en riesgo nuestra seguridad. Harta de que en pleno siglo XXI en un país que dicen que es democrático impere una moral católica que diga lo que es una familia y lo que no, qué maternidades valen y cuáles no. Resulta hipócrita que el PP presente medidas de apoyo a la natalidad al tiempo que excluye a solteras y a lesbianas de la seguridad social si desean llevar a cabo una inseminación artificial. Harta de que se presente al colectivo LGTBI como un colectivo problemático. El problema lo tienen las personas que ejercen violencia y desprecio contra el colectivo, no el colectivo en sí.

Y harta, muy harta, del machismo indisimulado del PP, que pretende presentar la precariedad laboral y salarial de las mujeres como algo que eligen voluntaria y gustosamente para dedicarse a las entrañables y nada complicadas tareas de crianza. Pero nada se dice de la brecha salarial, ni de la necesidad de políticas que hagan factible realmente la universalización de las tareas de cuidado y la corresponsabilidad. Nada se dice, sin embargo, de las medidas que se tomarán contra quienes despidan a mujeres embarazadas.

Votar al PP, en definitiva, es votar la injusticia, la corrupción, la involución, el machismo, la xenofobia, el clasismo, la homofobia y la transfobia. Es volver a implantar la moral rancia, la moral del heteropatriarcado, una moral rígida que impide una vida y una sociedad que tenga por principios la igualdad, la libertad, la diversidad y la dignidad de las personas. Votar al PP, tanto el naranja como el azul, es votar para que vuelva ese mundo que tanto nos costó tumbar, y del que aún no nos hemos librado enteramente.“

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