La miseria no es la solución

Manuel Mitadiel - Civiqus Villaquilambre

Casi todo el mundo está de acuerdo en que la estrategia que Europa está utilizando para salir de la crisis conduce a la miseria. Ya han conseguido que Grecia esté en ella, que Portugal e Irlanda estén al borde y que España e Italia caminen con paso firme hacia el abismo.

La idea de que los recortes y la desaparición del Estado de Bienestar conducen a una mejora de la competitividad y, por tanto, a una mejora de la producción y el empleo, es un disparate, como ya se ha demostrado repetidamente. No hay un solo país que haya salido de la crisis por esta vía y más cuando son muchos haciendo lo mismo, por lo que ni siquiera existe la posibilidad de mejorar las exportaciones, dado que los países vecinos están haciendo ajustes.

Hemos tenido la mala suerte de que la crisis más grave ha coincidido con la generación de políticos europeos más incompetente desde que existe la Unión Europea, incapaces de entender que están sirviendo los intereses de los especuladores y de una casta de burócratas que recetan la austeridad para los demás, pero no se la aplican a si mismos. Probablemente, la primera medida de ajuste que habría que haber tomado es la reducción de políticos y funcionarios europeos, a los que mantenemos a través de la recaudación del IVA y que gozan de unos sueldos y privilegios frente a los cuales los españoles parecen ridículos.

Tiene que cambiar la forma de afrontar la crisis, al menos en España, porque la actual está generando unos costes sociales imposibles de asumir. El nivel de paro es una emergencia nacional y no se combate con medidas que generan nuevos despidos. Es cierto que tenemos que adecuar lo que producimos a lo que consumimos. Durante muchos años, nuestro nivel de gasto, como país, ha sido muy superior a nuestra producción y se ha mantenido a través de los préstamos del exterior. Esta situación no es sostenible indefinidamente, por lo que España tiene que tomar medidas que la permitan competir y éstas no pueden ser únicamente la reducción nominal de los salarios, sino que tienen que pasar por aumentar la productividad mejorando la organización y la innovación. España ha dejado pasar oportunidades como el “boom de la construcción” para haberse convertido en referente en esta materia, generando patentes sobre métodos y materiales que diesen al sector unas perspectivas de futuro cuando la especulación urbanística no la impulsa.

Pero toda medida para mejorar el empleo requiere recursos económicos. ¿De dónde sacarlos?

No a todo el mundo le va mal en esta crisis; a algunos les va muy bien: a los especuladores que actúan en los mercados financieros y cuyas inversiones no tienen nada que ver con la economía real. Sus compras y ventas no están sujetas a ningún impuesto, como sucede con los demás sectores económicos. Es urgente que se instaure (a nivel europeo) un impuesto sobre las transacciones financieras (Tasa Tobin) que permita financiar programas de desarrollo..

Mientras tanto, hay otras medidas para frenar la hemorragia de empleos. La más trascendental: que España salga del euro y pueda realizar una “devaluación competitiva”, lo que mejorará las exportaciones. Ciertamente, los mercados financieros exteriores no prestarían a España, pero, actualmente, no sólo no nos prestan, sino que están retirando todo lo que pueden, por lo que se está dando un proceso masivo de salida de capitales. A cambio, España recuperaría parte de su soberanía económica y podría dilatar los plazos del ajuste de una forma más realista. Se trata de una decisión que requiere valentía y consenso entre las principales fuerzas políticas, pero la situación lo requiere.

Otra medida crucial y menos dramática es la persecución del fraude fiscal. El nivel de la economía sumergida en España es escandaloso; si se consiguiese que una parte importante tributase, no serían necesarios los recortes en Sanidad o Educación, entre otros. Pero el camino que sigue el Gobierno es el contrario: la “amnistía fiscal” y el desmantelamiento de las plantillas de inspección dan “patente de corso” a los defraudadores y obligarán a más sacrificios al resto de los ciudadanos.

Y también hay acciones de Gobierno que pueden impulsar nuestras exportaciones, porque hay muchas cosas que España hace bien y mejor que los países que nos rodean: por ejemplo, tenemos una Sanidad de las mejores del mundo y a unos costes inferiores a los de la mayoría de los países de nuestro entorno. ¿Podríamos venderles asistencia sanitaria, mediante acuerdos con los gobiernos? El sector Servicios está lleno de ejemplos de este tipo.

En todo caso, urge abandonar el fatalismo de que de esta situación sólo se sale por el camino de la miseria y que los dirigentes políticos tengan valentía para tomar decisiones distintas a las que les quieren imponer aquellos a los que les va muy bien con la crisis y que no tienen ningún interés objetivo en que acabe.

Etiquetas
stats