Unamuno vuelve a Salamanca

Miguel de Unamuno.

La primera vez que visité Salamanca hace muchos años, cuando estudiaba en Madrid, tuvo por motivo fundamental mi interés por la personalidad y obra literaria de Miguel de Unamuno, con ser la ciudad del Tormes una razón por sí misma como destino viajero. Ni la ciudad ni la Casa Museo del escritor, sobre todo, me defraudaron.

Supongo que eso mismo les ocurrirá a quienes se interesen estos días por la exposición que, organizada por la Universidad de Salamanca, tiene a don Miguel como protagonista en su doble vertiente como profesor y rector de esta histórica institución académica. Bien se merece un viaje a Salamanca esta muestra que llega como muchas otras iniciativas culturales con un cierto retraso, teniendo en cuenta sobre todo que Unamuno fue elegido  en los últimos años como personaje central de varios filmes polémicos a cuenta de su intervención como rector el 12 de octubre de 1936, cuando se enfrentó al general felón Millán Astray (“Venceréis pero no convenceréis”).

'Unamuno, profesor y rector', la exposición que se ofrece en la sala del Patio de Escuelas recopila una selección de material documental en la que se muestran cartas, imágenes, recortes de prensa y objetos que acreditan el desempeño docente de don Miguel a lo largo de casi cuarenta años de actividad. La primera parte de la exposición se centra en los años de profesorado de Unamuno hasta su jubilación en 1934. Los dos periodos en lo que fue rector de la Universidad de Salamanca, primero entre 1900 y 1914 y después entre 1931 y 1936, conforman la segunda parte, sin que falte una tercera en la que se exponen los problemas que se suscitaron durante uno y otro periodo. 

Aunque Francisco Blanco, comisario de la exposición, como factor fundamental en el cambio de actitud de don Miguel respecto a su inicial apoyo al golpe militar de 1936, el tiroteo indiscriminado que causó la muerte de seis o siete personas en la Plaza Mayor (entre ellas una adolescente) el 19 de julio por parte de los militares sublevados, habría que añadir a eso el fusilamiento de varios de sus amigos, entre ellos el alcalde republicano de Salamanca y el rector de la Universidad de Granada, que había sido su alumno. Sin olvidar el asesinato de García Lorca, a quien había conocido en la ciudad del Tormes.

Amigos y enemigos

Por último, una cuarta parte de la exposición se centra en los amigos y enemigos de Unamuno, con sobrado predominio de los primeros por el afecto que le profesaba la ciudad en general y que quedó bien patente a su regreso del exilio en 1930, cuando el recibimiento que se le rindió tuvo carácter multitudinario.

Dos frases en torno a la personalidad de don Miguel ponen punto final a la muestra. La primera pertenece a una carta que le dirigió al escritor Giménez Caballero en 1927: “Sólo le diré que apenas me reconozco en la imagen que de mí se hacen los que mejor me quieren y más me leyendizan”. La otra es una copia autógrafa de la escritora María Jorkasch, que data de mayo de 1936: “No puedo romper la leyenda que han tejido alrededor de mí. Estoy encapullado, indefenso en ella; y mis historiadores contarán mi vida como el mundo la ha visto, no como la he vivido”. 

Esperamos que esta exposición contribuya algo a lo segundo, aunque no sabremos posiblemente nunca con certeza absoluta si lo vencedores de aquella “salvaje pesadilla” tuvieron que ver con su repentino fallecimiento, cuando se encontraba en arresto domiciliario el 31 de diciembre de 1936. Personalmente coincido con la versión al respecto que da el magnífico film documental Manuel Manchón, del que tan poco se ha hablado: Palabras para un fin del mundo.

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