Los sindicatos 'ejercientes' en León se movilizaron

Manifestación en Valladolid contra PP y Vox.

Al menos eso nos dijeron a través de los medios. Lo que añadían, y tiene su miga, es que el movimiento iba en contra de la actividad política social que lleva a cabo en esta Comunidad llamada Castilla y León la extrema derecha. Puntualización ésta que por sí requiere unas letras reflexivas y no faltará algún apunte hoy.

La movilización que parecía ser noticiable, para mí lo era en un sentido muy distinto al que los sindicalistas querían dar al acontecimiento: Manifestación autonómica el 10-F en defensa de las mujeres, la cultura, los migrantes y el colectivo LGTBI. Sin entrar a considerar las razones de los colectivos citados y sus particulares razones, que las tienen, al ser maltratados por la extrema derecha según nos cuentan y es apreciable, el hecho de sacar a la calle a los leoneses, con independencia del número, pero si el de colocarlos junto a los castellanos. ¡Y en Valladolid! “De la mano y en protesta conjunta”, de suyo tenía una enjundia globalizadora popular, y a los políticos autonomistas que nos dirigen, les supondría un motivo de regocijo controlado. Por algo así como:

¡¡¡Leoneses, doblegados ya, sabéis quien manda y dónde estamos!!!

Para mí ese era el mensaje subliminal que podía encerrar la convocatoria.

Por otra parte, en cuanto a la movilización –¡En simple y llana expresión, su cuajado!–, no era de fácil y alcanzable logro. Y menos aún pretendiendo dar al acto el grado de autonómico. En general para los leoneses tan sólo podía tomar cuerpo, haciendo abstracción o no entrando en el meollo del rechazo antedicho. Y a poco que nos paráramos a sopesar y tener en cuenta el adormecimiento de los leoneses, siempre difíciles de “sacar a la calle”, (aunque sí supiéramos años ha manifestarnos masivamente en contra de la adscripción forzada al ente autonómico), ahora, bajo el sopor de la impotencia que ha ido haciendo mella en nosotros, en la ciudadanía, el nominado aguijonazo: “Por las personas trabajadoras” sencillamente me parecía de corto poder movilizador. O si se prefiere fallido en origen, aunque fuera acompañado de “bocadillo y autobús”.

Ir precisamente al centro del ente que nos oprime, se me antojaba como un buscado oportunismo sindical, para el que, según leí, tenían fletados ya…, siete autobuses. Al pronto me recordó aquel título Los siete magníficos, aunque en este caso no se trataba de ir a 'balear' con plomo a nadie en la ciudad del Pisuerga, pero si a gritar en favor de no sé qué otras políticas. Téngase en cuenta que mi intención dista mucho de criticar a los colectivos que tenían intención de participar con reivindicaciones propias. Parto de la convocatoria sindical.

Observemos el matiz diferenciador, si lo oportunamente pedido a gritos y en pancartas hubiera sido la diferenciación regional, tenía un buen pase, y si a mayores se pidiera poner las cartas leonesas sobre la mesa, lo de darnos la mano leoneses y castellanos, pero en plan de amistosa despedida, estaba claro, la lectura hubiera sido muy distinta.

Pero no hay miedo, los sindicatos convocantes, de modo especial CCOO, nunca han estado por la diferenciación de los leoneses que siempre deberían ir amarrados a los designios castellanos. ¿Por qué iban a cambiar ahora, así, de sopetón, si en Valladolid, al margen de Vox, que les incordia y no sólo de palabra, siempre han medrado cómodamente?

Falsa unión por imperativo político

Hasta aquí los prolegómenos. Mas, como quiera que ya ha habido desenlace, me atrevería a decir, creo que sin equivocarme: Un cambiazo de pancarta, de idea o de fundamento, pareció ser la concentración en Valladolid, entresacado –¡¡¡A ojo de pájaro!!!–, de los medios. Allí estaban los mandamás de los dos sindicatos mayoritarios que venían a intentar dar otra dimensión a la movilización, esa que aquí se citaba como autonómica y cuando menos rechinaba, y allí con ellos hasta se podía ampliar a nacional: lo que se ocultaba era que entre los castellanos y los leoneses, éstos, que se sienten enredados en el 'amecido' o falsa unión por imperativo político... ¡¡¡Nada compartían!!!

Pero no nos engañemos, o no caigamos en el error de hacerlo, el tema leonés, el que sucumbe en el ente, nadie de los que viven de la política y del estatus sindical (salvo contadas excepciones), nadie, repito, se da por aludido ante la queja leonesista, ni la de los leoneses en general de serio compromiso… esto es, la del pueblo leonés, ni son proclives a que se ejerza nuestro derecho constitucional a autonomía diferenciada. ¡Procurarán que sigamos embozados en el ente de mala manera!

Se cumplieron en parte los deseos engañosos entre sindicales y políticos, aquellos que no se escribieron y eran: “venir a Pucela, olvidaros de quienes sois, hacer nuestro juego, que no difiere del político autonomista, y a seguir viviendo como castellanoleoneses”. Bueno, cual concesión dadivosa: como castellanos y leoneses, y... (¡Atención!) esto es en un 'tanto monta' pernicioso.

En tal coyuntura, he visto y así lo expongo, lo de ir los leoneses a Valladolid... ¡Como un error! Menos mal, pero es poco, que estamos los leoneses “en plenos antruejos”, cada vez con mayor puntualidad y empuje, para conmemorar un pasado tradicional e histórico que resurge, y no propiamente como respuesta a un ente que nos está asfixiando, sino como expresión cultural leonesa, que hemos de cuidar, pues, como otras muchas cosas, no es necesaria como fundamento. Al ente hoy le resulta intocable, pero no nos fiemos y actuemos cual birrias aislados, pensemos que vendrán a controlarlo, si les hace sombra, al igual que nos quien traer anualmente un 'baile institucional': su Villalar.

¡Somos lo que somos! ¡¡¡Leoneses!!! ¡Y no lo que otros quieren que seamos! 

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