¡Sandra, guapa!

¿Es conveniente ser educado hoy en día?

Dice una canción que los errores no se eligen, y cada vez que la escucho me quedo pensando en si será cierta esa frase. Puede que los errores sean simplemente eso, pero la clase de errores que se cometen, su tipo, sí puede ser una elección, o un rasgo de carácter. Yo qué sé.

Para qué vamos a andar contando anécdotas de hace veinte años. La vida sigue y sigue generando sucesos y tonterías a buen ritmo. Vamos a contar una de hace muy poco. ¿Por qué no?

Resulta que salgo a fumar al balcón (mal hecho, hay que dejar de fumar) y pasa por debajo una amiga de hace años. En las ciudades como León uno puede conocer a alguna gente de la que pasa por la calle. No es un milagro estadístico. Y le digo:

— ¡Sandra, guapa!, ¿cómo te va?

Y la mujer, porque mis conocidas ya no son chicas, mira para arriba.

– ¿Perdón?

Y no era Sandra. Planchazo de cojones. Cagada para pìano y orquesta, opus 725.

— Disculpe. Lo siento. La he confundido con otra persona — acerté a disculparme.

— ¿Lo retira entonces?

— Las dos cosas — me rendí, avergonzado.

— Pues vaya por Dios— respondió la desconocida. Y se marchó riéndose, calle abajo.

Aún vivimos en un país habitable, parece ser. No saquemos las cosas de quicio. No, señora: sólo retiro la primera parte, carajo. Estoy gilipollas. ¿Cómo pude responder algo así? Cago en todo...

Si me lee, señora, le ruego que me disculpe. Por retirarlo. Por pringado. Por hacer nuestra ciudad un poco más triste, un poco más ñoña y un poco más melindrosa.

Cago en todo.

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