Preparación mental para hacer el Camino de Santiago
👉 Viene de la duodécima parte
Es cierto que la solidaridad que surge entre los peregrinos nos puede ayudar a superar muchas dudas, pero también lo es que finalmente esta será una batalla con uno mismo. Por esta razón debemos estar preparados para superar los desafíos que surjan durante el Camino, fortalecer nuestra determinación y tener las suficientes herramientas mentales para evitar el desánimo y ayudarnos a continuar en los momentos difíciles, que los habrá.
Mens sana in corpore sano: lo físico está ineludiblemente unido a lo mental, para estar fuertes mentalmente debemos estarlo primero físicamente, otra razón de peso para entrenar convenientemente antes de emprender nuestra aventura. De esta manera evitaremos todos esos problemas físicos que suelen acompañar al peregrino menos preparado y que pueden debilitar nuestra voluntad de seguir en los peores momentos. Si no sufrimos ampollas, rozaduras, piernas cargadas o dolores de espalda todo será más fácil para la mente.
La gestión del esfuerzo: para poder estar bien y comenzar a caminar cada mañana con plenitud debemos aprender a gestionar el esfuerzo y combatir el cansancio excesivo. En este sentido es importante hacer una planificación previa de cada etapa y adaptar nuestras metas diarias a nuestra capacidad física. Y disfrutar del Camino, olvidarse de competiciones estériles y simplemente concentrarse en el maravilloso gozo de extender nuestros pasos sobre la ruta, mientras surcamos la naturaleza, charlamos distraídamente con la gente, nos embebemos de cultura en pueblos y ciudades o damos buena cuenta de todas esas estupendas viandas que nos ofrece la rica gastronomía de este país. Siguiendo nuestro ritmo y gestionando adecuadamente todas esas paradas para descansar, llegará un buen día en el que caminar será algo natural para nuestro cuerpo y mente. Y es entonces cuando el disfrute será pleno.
Preparación mental para vivir al máximo la experiencia: es importante conocer tus prioridades, pensar en los motivos que te han empujado a tomar la decisión de emprender esta aventura y tenerlos bien presentes para cuando lleguen los momentos de flaqueza. Hay tantas razones como peregrinos: podemos hacerlo para cicatrizar heridas del alma o para tomar cierta perspectiva sobre nuestra vida; por el simple hecho de disfrutar de la naturaleza y ponerse en forma o buscando un espacio de recogimiento que nos acerque a Dios en unos casos, o a plantearnos el sentido de la vida en otros; para conocer gente de todo tipo y condición o para conocernos mejor a nosotros mismos; para impregnarse de todo ese espectacular patrimonio histórico-artístico que encontramos en pueblos y ciudades o para recordar la belleza que cabe en un amanecer, en los frondosos bosques del norte o en los cielos horizontales de la meseta. Y si, por ejemplo, lo que necesitas es tiempo para meditar, deberás asegúrate de realizar algunas etapas en solitario. En cambio, si lo que más te mueve es compartir experiencias y conocer gente llegada desde cualquier punto del planeta, podrás compartir tus pasos y es muy probable que acabes encontrando unos compañeros de viaje que acabarán siendo grandes amigos.
El saber no ocupa lugar: un consejo para aquellos peregrinos ávidos de empaparse de la cultura que desprende el Camino es que se informen previamente y conozcan un poco la rica historia de esta ruta milenaria antes de partir. No es difícil encontrar toda clase de lecturas e información en internet o en cualquiera de los cientos de guías y bibliografía del Camino existente. El saber por qué y por dónde se está pisando enriquecerá mucho el viaje. Y son infinitos los puntos de interés y el patrimonio artístico que esconde el Camino, cualquiera de ellos. El poder detenerse y disfrutar de ello es algo que, sin duda, ayudará a relajar nuestra mente y a vivir la experiencia de una manera mucho más rica y plena.
👉 Sigue en la decimocuarta parte