Óscar Ramos Rivera, un sabio para León

Óscar Ramos Rivera en una conferencia en la Biblioteca Pública de León.

Oscar Ramos Rivera, joven vejez de Cicerón, rostro y bigote de Charlot, voz de viento acariciante y mínimo siempre en vuelo rasante, ojos negros de mastín con los ojos negros, es un profesor que en su día me deslumbró porque no esperaba que me deslumbrara (era entontes, cuando uno, muchacho insoportable y rebelde por ser enfermizo, se iba más hacia la vanguardia, la novedad, la sorpresa, y de ahí me tuvo que rescatar el magister con su clasicismo equilibrado).

De hecho es quien me enseñó en la adolescencia y para siempre que en la tradición están las huellas del camino y por eso lo clásico es lo eterno, pues, como escribió Séneca el joven en su Carta a Lucilio “todas las cosas nos son ajenas, solamente es nuestro el tiempo”.

Y resulta que esta semana ha impartido, en la Biblioteca Pública de León, precisamente una conferencia magistral sobre el filósofo romano de Córdoba Séneca (con el pretexto de que en esa nuestra biblioteca se encuentra en depósito, entre otras muchas, una joya bibliográfica: la primera traducción al castellano de la obra de Séneca que hicieron los ilustrados).

Uno iba a esa conferencia con prejuicios creyendo que ese erudito nos iba a hablar del senequismo español. Esto es, de que el auge moderno de la filosofía estoica empieza en España, y, de hecho, conforma la base de la filosofía española (Marcelino Menéndez Pelayo en su magna Historia de los heterodoxos españoles dejóescrito que “Séneca es uno de los tres grandes maestros del pensamiento ibérico: todos nuestros grandes moralistas descienden de él en línea recta. Séneca, gentil en verdad, pero a quien San Jerónimo llama noster y pone en el catálogo de viris ilustribus al lado de los primeros cristianos, preludia nuestra filosofía ortodoxa”, y al otro lado María Zambrano en su libro El pensamiento vivo de Séneca señala que “Séneca vuelve sencillamente porque le hemos buscado, y no por la genialidad de su pensamiento, ni por nada que tenga que ofrecer al audaz conocimiento de hoy. Vuelve porque le hemos descubierto como en un palimpsesto debajo de nuestra angustia, vivo y entero bajo el olvido y el desdén”). 

Eso, pensé que nos iba a glosar, como suele hacerse al hablar en España de la filosofía de Séneca, sobre el ya innegable hecho de que el estoicismo y pragmatismo de Séneca son la base primigenia del corpus de pensamiento hispánico, y, a tal efecto, ya en 1876 en su libro La ciencia española Marcelino Menéndez Pelayo hace notar que el senequismo español constituye “una moral estoica tal y como la formuló Séneca, doctrina que en toda la Edad Media y en los siglos XV y XVI ejerce señalada influencia en España y fuera de España”, pero que este olvidado hallazgo conceptual y expresivo, “el senequismo español”, que fue empleado y desarrollado tímidamente por Ángel Ganivet en su libro Idearium español (“Cuando se examina la constitución ideal de España, el elemento moral y en cierto modo religioso más profundo que en ella se descubre, como sirviéndole de cimiento, es el estoicismo; no el estoicismo heroico y brutal de Catón, ni el estoicismo sereno y majestuoso de Marco Aurelio, ni el estoicismo rígido y extremado de Epicteto, sino el estoicismo natural y humano de Séneca”), y que fue desarrollado someramente también por Ramiro de Maetzu en su libro Hacia otra España (1899), pero que no gustó a Américo Castro, ni menos a Díaz Plaja (véase el libro de este último titulado Sobre el mal llamado senequismo español).

El mejor contertulio en León del mundo clásico

En efecto, uno iba a la conferencia de Óscar Ramos Rivera sobre Séneca esperando a un fósil, y se encontró con el contertulio mejor que tiene en León el mundo clásico: un hombre exquisito de maneras ponderadas y saberes duraderos cuya elegancia intelectual se vuelve contagiosa para las almas selectas de su auditorio, que diría Horacio.

Sin embargo, en su saber verdadero que rebasa la erudición, Óscar Ramos Rivera, apoyándose en los textos originales, pensó el tema de manera más fundamental, y nos habló de la filosofía estoica de Séneca propiamente dicha como un compendio metafísico, ontológico, teológico, moral y estético tan agudo y útil para saber lo que de verdad es la vida plena, como lleno de actualidad y de modernidad.

Óscar Ramos Rivera, repito de nuevo su nombre al tiempo que lo pronuncio con tanta gratitud como aplicada duración para que ustedes se lo aprendan y les suene y resuene como una campana de templo pues no suele salir en los medios (la mediocridad luce más), es una de esas personas cuya existencia poco notoria para el mundo, hace mejor al mundo.

Sí, Óscar Ramos Rivera, maestro de generaciones, experto en latín coloquial, cultura clásica, mitología, teología antigua y filosofía estoica es, en el buen sentido de la palabra, un sabio. 

Bendito sea.

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