Al matadero

La gente pobre en Argentina asalta los camiones accidentados para sus carneadas.

A veces pienso que nos volvimos totalmente estúpidos. En Instagram hay una muchacha con miles de seguidores que enseña “tapping”, que viene a ser algo así como darse golpecitos en el cuerpo hasta que la angustia pase. Deséalo fuerte y se cumplirá tu deseo. O no. Qué importa. Mientras tanto compra mi libro editado por una gran multinacional y sígueme para más trucos. 

Mientras, en Argentina, se anuncia una devaluación brutal de la moneda que implica, para ser gráficos, que hoy puedes comprar la mitad de las cosas que podías comprar ayer. Y lo hace un señor con un apellido metafórico: Caputo. Que ya conocíamos, además, porque lo parió Macri. Esto es, traducido a España, que si tu sueldo es, por ejemplo, de 1.200 euros, de un día para otro, tu poder de compra se reduce a 600. O, dicho de otra manera, eres un 54% más pobre en un abrir y cerrar de ojos. Se espera que la inflación termine a fin de año en 200%, y con esos números en ascenso la tan temida hiperinflación ya está a la vuelta de la esquina. Imagínate qué puedes hacer con eso. Darte golpes para que la angustia pase. Viva el ‘tapping’.

Tras la crisis de 2001 había camiones que trasladaban ganado que eran asaltados por la gente muerta de hambre. Y se carneaba en vivo en plena carretera. Cada cual agarraba lo que podía, cuchillo en mano. Una imagen devastadora pero bastante acorde al país que inventó el ‘Matadero’ de Echeverría y es patrimonio de algunas de las mejores obras ficcionales de la historia. Todos somos hijos de Borges y sus herederas son clave. La obra de Mariana Enríquez, por ejemplo, que más allá de ser terroríficamente excelente, sirve, sobre todo, como ficción política.

Cuando la realidad no es suficientemente auspiciosa, queda la ficción. Cuando nada de lo que tienes enfrente es creíble, queda la ficción. Cuando no tienes idea de qué va a pasar ya, mañana mismo, queda la ficción: toca inventar y reinventarse una y otra vez. Prefiero leer los límites que maneja Enriquez en su literatura que creerme la tontería del ‘tapping’ de Instagram, sin embargo, lamentablemente creo que la del tapping será bastante más popular que las novelas de Enriquez. Este es el mundo que tenemos. En el que el mismo día que inició la gestión de Milei, maravillas de las redes, todo mi entorno seguía una cuenta llamada Ministerio de Capital Humano sin saber siquiera que lo seguía. Debe ser eso lo de que ‘estoy entre tus sábanas’, que ya avisó Milei antes de ganar unas elecciones por goleada con una abrumadora campaña online. Con razón las ganó y con razón tendrá relato al que aferrarse hasta que el hambre valga más que el scroll de las pantallas. 

Las grandes catástrofes las provoca la ceguera y la falta de plata en el bolsillo. Cuando Milei salió a dar su primer discurso como presidente ante la plaza del Congreso en Buenos Aires, la gente le hacía el coro: ‘No hay plata, no hay plata’. Y ‘motosierra, motosierra’, cuando hablaba de quebrar el gasto público en un país con más de un 40% de pobreza. No hilaban que esa motosierra les iba a cercenar el cuello propio y no el de los que estaban en el escenario de aquel parlamento obsceno. Hay más millones de dólares fuera de la Argentina que dentro, pero el recorte se hará sobre los que están.

Con Milei había representantes institucionales que fueron porque su obligación lo requería y es lógico. Pero había otros que viajaron a apoyar explícitamente a este personaje por convicción política: Cayetana, Espe y Abascal, entre otros. Gente que no tiene la menor idea de lo que significa que no te alcance la plata para alimentar a tus propios hijos. Gente que no veo carneando ganado tras asaltar un camión. Pero la única razón por la que no lo harían es porque, en principio, nunca les hará falta, ni aunque la economía del país en el que viven quede destrozada, como efectivamente lo está ya la de Argentina. Ellos viven, sí, en otro nivel. En eso tiene razón Milei: hay una casta, siempre la hubo y seguramente siempre la habrá.

“Hay que sustituir el sufrimiento inútil por el sacrificio útil”, escribió Cayetana, conmovida por las medidas de Milei. Gracias, Cayetana, tu retórica nos parece brillante, pero me gustaría que se lo dijeras mirándole a los ojos a los millones de argentinos y argentinas que hoy ya cobran la mitad, si es que tienen un sueldo, y que desearán, en pocas semanas, que aparezca un camión de carne al que asaltar cuchillo en mano.

Que nadie me venga a preguntar ahora, otra vez, el por qué de los pactos actuales en España. La respuesta es bien sencilla: evitan que quien no tiene problemas con cercenar cuellos públicos tome el poder ante la policrisis que avanza. Veremos cuánto duran: será el mismo tiempo que tardemos en olvidarnos de cuál es el verdadero adversario. Y algunos hace rato que han perdido el norte. Ojalá reencuentren la brújula porque toda la inteligencia y toda la fortaleza que tengamos disponible hará falta. Lo que pasa en el mundo, nos pasa. Y me temo que el ‘tapping’ no basta.

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