Feliz cumpleaños a la Librería Pastor
Eran tiempos en los que todo tenía el brillo de lo nuevo… Sí, apostado al fondo del primer piso de su librería con el nudo de la corbata impecable y el rostro lentamente elaborado, aquel librero con modales de otra época; aquella reencarnación de provincias del bibliotecario de Alejandría.
Y es que a su rincón del mundo se iba no tanto para comprar libros como para dejarse aconsejar y guiar (estoy hablando de la vida tanto como de las letras). Y yo acudía siendo sin ganas adolescente aún para que aquel hombre recto, serio, autodidacta y como prestigiado por la penumbra me recondujera pedagógicamente; que me hablara de autores, y de alturas...
Él no lo sabrá nunca pero, al chico de pueblo con mucha más realidad que novelas que yo era y seré, aquel anciano venerable le dijo casi antes que nadie que los libros son como las luces de la carretera y como los sueños: cosas brillantes y fugaces que ayudan a vivir.
Me hablaba con sosiego, con cordura y quiero creer que envolviendo en su severidad algún grado de afecto, mientras movía la mano derecha anillada en el aire.
Eran tiempos en los que yo me sentía empezando a inaugurarlo todo, y me sobraban las preguntas pero me escaseaban las respuestas.
En efecto hay personas que, sin saberlo, hacen nido en nuestro corazón y se convierten de pronto en personajes.
Hay cosas que suceden para ser recordadas.
Su conversación estaba entonces plagada de opiniones, admoniciones y conceptos (jugaba con lo preciso y lo impreciso), y uno no dejaba de escucharle sabiendo que se encontraba hablando con un pionero. Una especie de sobreviviente que, en los tiempos en los que no había dinero para ediciones caras ni para casi nada, abrió una librería para saberse trabajando en pos de un sueño. No en vano ese hombre, decano de los libreros leoneses, muchas décadas después siguió yendo a su rincón así, etiquetado por la sobriedad, hasta el último día supongo que para dar testimonio de que ese negocio lo había fundado alguien que respetaba y amaba el oficio que había elegido.
Los años han seguido su curso y los ríos su cauce, por supuesto, pues al tiempo nada lo detiene. Y, entre el perfume brillante de las novedades editoriales, nosotros íbamos, vamos y volveremos a Pastor, más aún ahora que nuestros padres son ya luz en el cielo sideral, sin lograr evitar mirar nunca, al menos de reojo, ese rincón (ya ángulo oscuro, como en el poema de Gustavo Adolfo Bécquer)… Pero no decimos nada, pues los dependientes ya son jóvenes y no sé si saben que ese rincón de la Librería Pastor es sagrado…. En efecto me da la sensación de que ningún dependiente de la Librería Pastor de hoy tiene constancia de que al entrar, y antes de subir las escaleras hacia la sección de poesía, siempre miramos a ese rincón con un sentimiento que viene de entonces, y que ahora se ha convertido en esa tristeza vaga que sin querer nos embarga (a eso Petrarca lo llamó melancolía).
Siento, creo que ya lo he dicho aquí en alguna ocasión, un respeto profundo por quienes, como mis abuelos, como mi madre, como mis suegros que para mí también son mis padres, mueren con las botas puestas porque consideran que trabajar es construir. Y por eso, quizá porque pertenezco a una generación inconstante, me conmueve la vida de quienes finalmente dejan tras de sí un legado después de haber pasado por mucho; por todo.
Queda una librería, un fondo editorial, muchos amigos y un mundo en crisis.
Don Jesús Pastor se fue hace mucho, pero su familia recogió el testigo del compromiso con la cultura de ese hombre para hacerlo suyo. A ellos nuestro abrazo y reconocimiento. A él nuestro agradecimiento y un ramo de violetas para siempre…
Sí, ahora que es el cumpleaños de la Librería Pastor, el decano templo de los libros de la ciudad de León, tengo que decir lo mismo que dijera Shakespeare: “Éste es Hamlet, ¿sabes Yorick? ¡Yo lo conocí!”…
Éste es don Jesús Pastor, ¿sabes León? ¡Yo lo conocí!
Luis Artigue, “el Kurt Vonnegut español”, es un escritor leonés con seis poemarios y ocho novelas a sus espaldas. La última, Trumpsilvania, editada por Eolas este mismo año año 2025. “Solo una novela como ésta puede ser a la vez una película escrita y dirigida a cuatro manos por George A. Romero y Dario Argento, protagonizada por Brad Pitt y Marilyn Monroe y con música compuesta expresamente por Johan Sebastian Bach”, afirma la crítica.