Estamos en manos de incompetentes

Mariano Rajoy, Pedro Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero.

Supongo que Pedro Sánchez no pasará a los anales de la historia española como un gran estadista, antes bien como un funambulista que cruza un ancho río dando trompicones sobre los pasiles –esas piedras que afloran de las aguas y que permiten apoyar el pie sin mojarse– pero que, con la suerte del principiante, consigue pasar, contra todo pronóstico, al otro lado totalmente seco sin haber llegado a resbalar siquiera. Pero con todo formará un triunvirato con Rajoy y Zapatero como presidentes erráticos y oportunistas sin rumbo fijo. No es que González o Aznar lo hicieran mejor, sencillamente no tuvieron que cruzar ningún río.

La aplicación de los aranceles que ha impuesto Trump al asumir que es el dueño del corral en la primera potencia mundial, ha puesto de manifiesto las costuras de los políticos de medio pelo que pululan por España y por la Unión Europea. Un recauchutado Abascal se ve en la encrucijada de hacer seguidismo zafio del ‘amigo americano’ o repudiarlo públicamente para seguirse congraciando con el voto agrario que ha venido persiguiendo desde los albores de Vox. Sus mozos de estoque tratan de cuadrar el círculo culpando a la política española de una de las pocas cosas de las que no es responsable. Es probable que error tan grosero le pase onerosa factura. ¡Qué indigesto resulta encender una vela a Dios y otra al Diablo!

Silenciosa, a pesar de ser una política de campanillas, la presidenta del gobierno de Madrid, Isabel Ayuso, mujer racial a cuya perseguida estampa de viuda de torero, sólo le faltan las castañuelas y un clavel reventón en la boca, no ha dicho ni pío, quizá esperando a que sus excesos verbales pasen desapercibidos entre sus incondicionales y acólitos, olvidando oportunamente que este descarado muñeco de ventrílocuo pronunció frases que pueden atragantársele durante mucho tiempo: 'Felicitando al presidente Donald Trump …/… ofreciéndole la colaboración de la Comunicad de Madrid y espero que de España entera' (sic).

El pensamiento único de socialistas y populares que se consideran la sal del mundo tienen ahora que negar tres o trescientas veces que han sido vulgares recaderos, cuando no mamporreros de la voluntad del ‘amigo americano’ que hoy nos vapulea sin miramientos –léase genocidio en Gaza sin objeción alguna, por poner un ejemplo– y amenaza a nuestra siempre débil economía. Suerte la de ambos partidos de gobierno de estar en eterna posesión de la razón, hagan una cosa o la contraria. A Sumar y Podemos sólo les queda hacer pucheros y pucheras respectivamente.

Hacen lo que quieren con España

Podría llegar a sospecharse que la ciudadanía no respalda esas actitudes, lejos de ello, hacen cierta la confesión que Lerroux hizo a Manuel Azaña: España es un pueblo admirable, con el que se hace lo que se quiere. Y así, con motivo de la guerra de Ucrania, muchos españolitos se aprestaron voluntariosos a llevar suministros a ese país y traerse con ellos a numerosos desplazados por el conflicto. Tres años más tarde, pasado aquel furor inicial que tan raudo se enciende como se apaga, nadie suspira por repetir la experiencia. Pasó el día, pasó la romería. ¿Ya no son malos los rusos? ¿Y si no lo eran antes?

Pero esta deriva de obrar con escasa racionalidad, resulta que no es privativa de España, la Unión europea, excepción hecha de Hungría, se ha trastornado con los luctuosos sucesos ucranianos. Por un estúpido papanatismo alemán –¡Quien lo hubiera creído hace poco!–, este país ha puesto su economía patas arriba por ser parte integrante del rebaño europeo que con displicencia pastorea Estados Unidos desde hace casi un siglo. Los americanos borraron los restos del maltrecho imperio español, después explotaron a toda Hispanoamérica con su doctrina Monroe, que aplicó después en Europa cuando las hasta entonces potencias mundiales se despellejaron entre sí por ver quien ostentaba la supremacía mundial.

Alemania renunció al gas ruso e hipotecó su salud económica y la puso en manos del ‘amigo americano’. Europa, que se volcó con Ucrania, al rebufo de EE UU, ejerció una labor de pura hipocresía aportando material militar caduco. España aportó siete tanques Leopard A2 4 que tenía averiados en Zaragoza –y 1.000 millones de euros en efectivo. ¿Será por dinero?–, Dinamarca viejos aviones F-16, Francia Mirage 2000 y el resto en la misma sintonía. Se enviaron a Ucrania ingentes cantidades de dinero, se le dieron palmadas en el hombro, promesas de ingreso en la UE y largas para ingresar en la OTAN. Todo, mentiras piadosas.

La llegada de Trump, cual elefante en cacharrería, lo trastocó todo. Ahora reclama a Ucrania que le ceda la gestión de sus recursos mineros, como pago de la ayuda prestada, sin garantía alguna de protección. Con semejante oferta, más le valdría a Ucrania ponerse en manos de Rusia, evitaría más pérdidas territoriales e hipotecar su futuro. Europa sólo le ofrecerá buenas palabras porque en el fondo tampoco le preocupa. El presidente pelirrojo ha aparentado darle una patada en el trasero a la OTAN y, autoritario, amenaza a Dinamarca con apropiarse de Groenlandia. Una Dinamarca que, autista, hace donaciones de fondos y armas que podría llegar a necesitar, quizá consciente de que si la apuran tendrá que ceder un territorio histórico.

El ridículo de la Unión Europea

Igualmente autista, la Unión Europea persiste en seguir haciendo el ridículo. Francia propone continuar sufragando la guerra, Inglaterra que se situó al margen del resto de Europa, suscribe la idea porque entre su ideario secular está desmembrar a Rusia, país que sigue como una lenta apisonadora triturando a Ucrania. Los países europeos se reúnen aquí y allá pero, conscientes de su insignificancia siguen pegándose tiros en el pie imponiendo sanciones al país de Putin en detrimento de sus propias economías y a sabiendas de que los rusos no perderán esta guerra le pese a quien le pese. 5.500 Ojivas nucleares respaldan esta afirmación.

La pulsión de belicosidad sobrevenida y patrocinada en Europa, demonizando a Rusia, poniendo espanto en la opinión pública europea, diciéndole que en 2030 se prevé una invasión rusa, cuando en tres años no ha sido capaz a invadir a toda Ucrania, demuestra el zafio timo de Ursula von der Leyen que pretende invertir 800.000 millones de euros en defensa. Los expertos reconocen que son muy otras sus motivaciones, como es el caso del euro digital. El esperpento es de tal calibre que cuando Norteamérica nos trata de crujir con sus aranceles, su emisario, Marc Rubio, exige que los países europeos destinen el 5% de su presupuesto a equipamiento militar, preferiblemente de origen americano, por supuesto. ¡Soberbio!

Sólo cuatro apuntes aclaratorios: primero, Rusia es Europa, guste o no. Segundo, EE UU que pasa por pacifista, tiene 800 bases militares repartidas por unos 70 países. Tercero, Alemania, junto con Francia podrían unificar a toda Europa y evitar más guerras en su seno. Cuarto, un país de habitantes con ojos rasgados será inevitablemente el próximo gendarme mundial y a Europa le convendría tener tratos amistosos con él. ¿Y Margarita Robles? Bien, gracias.

Tomás Juan Mata pertenece a Urbicum Flumen, la Asociación Iniciativa Vía de la Plata

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