Entre lo penitencial y lo económico

La venta de asientos en el Encuentro en León, antes impensable, hoy es negocio procesional.
17 de marzo de 2024 19:00 h

Ya se empezó a avivar en mí el deseo de escribir algo para la Semana Santa de Legio 2024, cuando leí lo de la mayor ocupación en la Plaza Mayor, pagado por el público, al ser mercantilizado un poco más el espacio y el momento de El Encuentro. Por tradición y emotividad de connotación religiosa (pilares básicos que a mi entender van siendo alterados) es éste el acto central de las procesiones de la capital, que, imparable, va tomando un rumbo hacia una pasión por lo espectacular.

Y no me refiero tan sólo a que la colocación de los floreados tronos, de ampulosidad manifiesta, den una extraña vistosidad a ojo del espectador cada vez mejor emplazado en 'sillas de pago', sino a que el creyente, al que le movía la fe y rezaba, está siendo superado por el que se sienta observa y aplaude. ¿Pero a quién se dirige el palmeo? Pues la puja es, o debe ser, sacrificio, con él se acompaña al Gran Drama de Jesucristo, rememorado en imágenes portadas a hombros por los cristianos.

Se hace oportuna una consideración respecto al público, Desde hace tiempo las personas que están en el discurrir de la procesión, puede que con devoción, o con larvada creencia, van siendo los menos en tanto son sustituidos por oleadas de turistas y 'espectadores'.

El caso leonés: el papón

Mención especial merece, por supuesto, el “hermano cofrade”, en el caso leonés al papón, que pide a su hombro un marcado esfuerzo, con más o menos carga de religioso proceder, siempre envuelto en lo tradicional, que bien cuidado y no trastocado de visión, es un componente de fiabilidad para conservar, en nuestro caso, lo leonés pasional.

Y en esto de lo tradicional, va incluido el recorrido, estrecho y sinuoso a veces, que siempre aportó a los cortejos capitalinos, los que más conozco, un plus de esfuerzo y conjugación de fuerzas, en connotación emotiva procesional.

La musicalización, que es arte indiscutible, ha ido ganando con el tiempo ocupación para muchos papones, y no me refiero a las bandas de tambores y cornetas –¡Vamos las esenciales de siempre!– sino a orquestas de viento, madera y percusión, que adaptando temas, a veces un tanto extraños para los desfiles de Semana Santa, contribuyen a dar notas de más espectáculo.

Por lo leído, sobre esta última faceta, parece que algunas cofradías, echan en falta una orquesta para el mejor progreso procesional, tal vez para el suave mecido; y puede que otras, más cargadas de modernidad, quieran añadir un cada vez mayor saltarín golpe de hombro, por lo que les pueden quedar cortos, lo destemplados tambores y las agudas cornetas con el lacerante sonido de metal para el oído humano.

En tiempos 'de las andas'...

No soy experto, pero me atrevo a decir que antes, en tiempos de 'las andas', las horquetas para el descanso, ocasional y repetitivo, marcaban un paso con su golpeteo, que en las calles estrechas sonaba a golpe de penitencia. Y en el silencioso caminar procesional primigenio, y no tanto allá, el raseo de la suelas de los zapatos, venían a ser, perdóneseme la digresión, aquello susurrado y monocorde de: “un fraile, dos frailes…”, etcétera.

Nos queda… mucho por comentar, pero entre ello descuella el aplauso, que viene a ser como alborozo ante lo humano, haciendo “abstracción de lo divino”. Sea por la música, sea por el saltarín comportamiento 'bracero' empujado por aquella, sea por lo que sea, en estos desfiles, entiendo que suena, no cual contrapunto al dolor, sino como animosidad extemporánea.

Me atrevo a proponer, que, reprimidos, y poco a poco suprimidos éstos, los aplausos durante la marcha, al acabar la procesión, cuando el dolor del Drama del Calvario representado en imágenes, haya sido colocado en sus destinos eclesiales o en carpas como ahora se lleva por falta de espacio para los que he tildado de ampulosos tronos, a medida que vayan saliendo los papones, las gentes –en el caso leonés, los papones de acera–, congregadas allí, les podían dedicar los aplausos que consideraran merecidos. ¡¡¡Puede que sea el momento!!! Si es que llegaran a entenderse como imprescindibles.

El mercantilismo, dejarse los euros...

Ahora tras el somero examen, pasemos a ver una expresión de humano mercantilismo, en el contexto que nos ocupa, y que puede ser representativa de todas las que en estas fechas suenen, incluso, un pelín aguda como los metales de tubo enroscado con arte, cuando “lo más” es comer, lo necesario pernoctar, dejando los euros a hosteleros y hoteleros, a cambio de algo tangible. Y esta frase que recobraré, generada en los medios respecto al año pasado, puede ser típica o tópica: más de ocho millones de repercusión económica… y algo más de quinientos mil asistentes. Seguro un proceder humano… vivencial.

Las obras de arte procesionadas, muchas seculares, de enorme prestancia y mérito, entre las que empezaron a estar las de Víctor de los Ríos en nuestros desfiles, a los que en verdad, en su momento, proporcionó enorme empuje. Más la gran eclosión de hermandades, rivalizando en todo, desde tiempo atrás han estado pidiendo un espacio, llamemos museo, si así se pudiera calificar, para colocar algunas de las tallas de su propiedad, a fin de que, el visitante de Legio, en todo momento pudiera hacerse una idea de los desfiles legionenses.

Un apunte para el espacio que en el Seminario se ha reconstruido para tal fin, con dinero autonómico, municipal y provincial, espacio que el cabildo no tardó en bautizar como Diocesano, marcando terreno, antes de: “Y de la Semana Santa de León”. Que ahí está (en otros usos), con graves fallos: entre ellos el de aireación para el gran patio cubierto, y sin una buena mano, y hermandad, para encauzar pareceres y discrepancias. Y mira que, ante un buena culminación... ¡¡¡Si que sería muy merecido el aplauso de todos!!!

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