El pirómano de León en el bar Agobium

Una imagen del Bar Agobium.

León cada vez se parece más a una novela de Robert Bloch (ya saben, el autor de Psicosis).

De hecho entre vino y vino, que es la forma que los de tierra adentro tenemos de ir entre ola y ola, me lo dijeron con estupor y tono de telegrama una mañana reciente de este verano con luz de increíble belleza en el templo de las tapas pantagruélicas bar Agobium: “Hay un pirómano urbano suelto por el barrio, aquí, en el centro de León. Quema contenedores y coches. No hay sospechosos”.

Y, por supuesto, al momento me dio por pensar en esa novelita de Robert Bloch tan bien publicada por la Editorial Valdemar titulada Pirómano y que habla sobre un tipo que incendia sectas religiosas, y sobre un periodista que investiga esos delitos por encargo de su periódico a pesar de padecer miedo al fuego.

Al salir del Agobium me entero de que han detenido ya al pirómano urbano de León (¡viva la poli!).

Y me da por pensar que, en efecto, ahora que últimamente la realidad parece titularse 'El terror en los tiempos de Trump', el mundo se divide entre los que se sientan en un piedra a ver crecer la cosecha, y los que le prenden fuego a todo para ver si es verdad que, con tal ceremonia de purificación, esto mejora y tal…

¿Cómo será el pirómano urbano que acaban de detener en León?...

Personalmente yo me lo imagino como con cuarenta años regentando un Hostel de Peregrinos en el que se disfraza de su madre de vez en cuando para robarles las mascotas a los clientes y proporcionarlas luego en el jardín un digno entierro litúrgico. ¿Su nombre de travesti será Chavala Vargas? ¿Sus delirios criminales serán psicopatológicos, o más bien una mezcla de horror cósmico y de drama psiquiátrico?

¡Qué miedo da el verano! Lo escribió Albert Camus: “Maté a un hombre en las playas de Orán porque hacía calor.”.

¡Feliz bronceado churruscado a todas y todos!... Chis pum.

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