Bebiendo en el obligado cáliz partidista

Margarita Torres y Jose Antonio Diez.

Apenas si hace cuatro semanas creí conveniente cuestionarme en este medio si Margarita Torres participaba del sentimiento leonesista,  reconozco que no esperaba respuesta, aunque indirecta, tan pronta. En una entrevista que la realizaron en otro medio, me ha dejado..., a cuadros; y hasta puedo decir que sentí la invitación a rasgarme las vestiduras… leonesistas, condicionadas por lo autonómico.

Pronto se va a llenar de política la aspirante a alcaldesa. Pero atención la historiadora, tiene enfrente fuerte adversario, en José Antonio Diez.  Sus respectivos partidos PSOE y PP, aunque rivales se han propuesto de siempre hundir lo leonés autonómico. No es así en el regidor legionense que sí apunta leonesismo, y no habla del tan manido como nada veraz “mapa cerrado”. Alude a este supuesto candado, Margarita, para quitarse de encima el peso de las desdichas autonómicas leonesas, en un si meto la cabeza bajo el ala, desaparecen los problemas. Un cierre, ficticiamente existente, que  se puede hacer desaparecer, en puridad, por decisión política, dentro del orden constitucional vigente, que nos hemos dado.   

Aunque mi idea es prestar atención a la vertiente político autonómica, ante la concomitancia real, no puedo menos que dejar dicho que  consistorialmente tiene rivales de peso, los instalados por el motor leonesista, y lo quiera o no ha de ir al caladero que ellos alimentan, si es quiere frenarlos. Sin embozo de color leonesista sus actuaciones quedarán cojas, lo sabe, por eso de salida trata de ocupar ese espacio alegando la sinceridad del “leonesismo practico”, dentro de su idea de lo veraz; postizo, y...  ¡Se cae como sentimiento!

Ausente de ella el ideal sentimiento leonesista, no veo yo el señuelo que pueda emplear para atrapar a los leoneses siempre presionados por lo que ha alcanzado la condición de precepto: “León sin Castilla”. Rescoldo en algunos, hoguera en los más.  

Nunca he visto presentación más dudosa.  Desde el comienzo se dedica a aportar ideas que, por supuesto, ha de tener que explicarnos, si quiere, triunfo y poder municipal. No se entiende el querer despojarse del peso de la vestimenta leonesa cuando afirma que es  75% berciana y 25% leonesa. ¿Acaso los bercianos no son leoneses? ¿Qué nos dice la historia al respecto?

¡Venga, por favor! Vamos a ver esos datos objetivos, desde su formación de historiadora, que se arroga saber manejar  bien, si son tan plausibles cuando se vaya a apoyar en ese leonesismo “de crear empleo”. ¡Extraña definición! Que forzosamente ha de explicar cómo discurre desde sentimiento a la gestión colectiva de bienestar socioeconómico. Y qué decir de ese “leonesismo práctico”, que tienen tintes de sumisión al partido y al ente que nos esquilma. Negar esto, lo que hemos perdido los leoneses, regionalmente, metidos a fortiori en un ente autonómico que hasta la saciedad dijimos que no queríamos, y seguimos en ello, no lo veo yo por la senda de la sinceridad.  

Una verdad incuestionable

Yo cito como verdad incuestionable: Los leoneses somos el único pueblo español al que se le ha negado el autogobierno. Injusticia que se ha de corregir. So pena que entienda que debemos permanecer subsumidos, por imposición, en los intereses de una facción castellana de la que se beneficia escandalosamente Valladolid.

Ante el supuesto derroche de veracidad que ha tomado como gala manejar, podemos encontrar con estupor lo de la necesidad de modificar la constitución para liberar a la Región Leonesa. De ser cierto esto, que no lo es plenamente, si acaso como momento aprovechable, también habría que acudir a ella para dejar asentada la autonomía de Castilla y León, nominada cual una región cuando son dos, y se han de diferenciar nominalmente las provincias de cada una. 

Y a esto aludió  en su momento, al pronto diría que en 2006, en el exordio del Estatuto de autonomía, intercalando lo de las “dos coronas” y lo de “los territorios unidos” que más allá del rigor histórico, venía a chocar con el interés político de pueblo único, castellanoleonés, al que se daba categoría de peticionario y garante (del Estatuto) en la Ley Orgánica, sancionada por el Rey el 25 de abril de 1983. ¡¡¡Un pueblo inexistente no puede citársele como peticionario de nada!!!.  Invalidaba todo lo siguiente. Y ahí está un Estatuto que se empeñan en blindar con lo del “mata cerrado”. 

Veamos su verdad. 

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