El agua y Portugal como enemigo

Una pancarta sobre el agua para los regadíos agrícolas

Es normal la preocupación de los regantes como la de todos los ciudadanos, cuando el agua, como un bien que no pertenece a nadie, sino a todos, escasea. El agua de los ríos desde su nacimiento hasta su desembocadura es libre, si se altera “esa libertad” con presas o embalses, alguien debe poner coto a esa alteración. Para eso está el acuerdo de Albufeira que obliga a los dos países. Este tipo de acuerdos es frecuente en diversos países europeos, cuando los cauces de los ríos discurren por más de uno.

Es sabido que la prioridad en los cauces de los ríos es el consumo humano, después el cauce ecológico y a continuación el regadío. Bien, lo que ya no es muy lógico es que se ponga en escena el nombre de Portugal como si de una guerra con el vecino país se tratara.

En vez de utilizar el nombre del país nos preguntamos por qué los regantes no “han usado” el nombre de las empresas hidroeléctricas que también son necesarias para generar energía y ser algo que afecta a los ciudadanos en las zonas de distribución, sean de un lado u otro de la frontera. ¿Por qué esa preocupación en lugar de usar desaforadamente el nombre de Portugal no se ha tenido cuando el agua “de León” que no es así, se trasvasa al Carrión o a Valladolid o a Palencia?

Si hasta el momento no ha faltado agua para nadie, incluidos los regantes, consideramos que no se debería poner “el carro delante de los bueyes” por si no llueve y las reservas del próximo año puedan ser menores. En definitiva, sea mucha o poca el agua, que es de todos, repetimos, debe cumplir su objetivo y no usarse como arma arrojadiza contra nadie y menos contra el nombre de un país, sin tener en cuenta todo lo que aquí acabamos de comentar.

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