La revista académica 'Ebre 38' publica un estudio sobre los nidos de ametralladora del sector de Pola de Gordón
El grupo de trabajo Ruinas León catalogó los nidos de ametralladora del sector de Pola de Gordón fortificaciones hormigonadas republicanas que se levantaron en el ocaso del Frente Norte en la Guerra Civil y que constituyeron una pieza clave en la defensa de los puertos de Piedrafita y Pajares durante el año 1937. Debido a su importancia, la revista académica Ebre 38. Revista Internacional de la Guerra Civil Española (1936-1938), de la Universidad de Barcelona, ha publicado un estudio integral de estas fortificaciones, ubicadas en los términos municipales de Matallana de Torío, Cármenes, La Robla y Villamanín.
Los autores son Javier Llamazares, arqueólogo del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) de Burgos, además de Sergio Arias y Daniel Castañón, ambos investigadores independientes. El estudio ha sido posible gracias a la revisión de diferentes publicaciones científicas, así como del estudio de la documentación original, entre la que destacan los planos de las posiciones del término municipal de Villamanín y la elaboración de planimetrías a partir de la prospección intensiva sobre el terreno.
Arias y Castañón explicaron a Ical que los elementos arquitectónicos defensivos objeto del estudio muestran una alta estandarización morfológica y estructural en un ejercicio de aplicación racional del esfuerzo de guerra, si bien con una cierta flexibilidad de adaptación a las condiciones del terreno y a los requerimientos tácticos. Esto permitió a los ingenieros republicanos calcular la inversión de tiempo, material y personal que iba a requerir cada abrigo activo, facilitando su ejecución al disponer de materiales de obra de semejantes características (encofrados, enrejados…).
Los asentamientos blindados para arma automática que se construyeron a finales de 1937 en el sector de Pola de Gordón son de formas simples: cilindros de hormigón con una o dos troneras en su parte frontal. La excepción la constituye el ejemplar de Peñas de Fontañán, de planta poligonal y cuatro troneras. Todos ellos son el traslado al hormigón del modelo de abrigo activo para arma automática en barbeta que aparece en los manuales, situado al final de una zanja de comunicación y con protección de sacos terreros.
La morfología cilíndrica pudo ser una solución eficaz ante el impacto de proyectiles, ya que su curvatura exterior contribuiría a desviar la dirección de estos.
Este modelo fue ya probado durante la Gran Guerra (1914-1918), como demuestra el pillbox prefabricado de planta circular diseñado por Sir Ernest William Moir en 1918, el proyectado por el general y arquitecto J. Talbot Hobbs, comandante de la 5.ª División Australiana, o el blockhaus pour mitralleuse del ejército francés.
El empleo de hormigón por parte del bando republicano en las obras de fortificación de campaña del Frente de León fue tardío y como respuesta a la generalización de la ofensiva franquista en el Frente Norte a partir del 9 de junio de 1937, como muestran las inscripciones realizadas en los abrigos activos de Pico del Águila (25 de julio de 1937), Alboleya (20 de agosto de 1937), Cueto Salón (2 de septiembre de 1937) y La Candanosa (15 de octubre de 1937), los asentamientos blindados inconclusos de Peñas de Fontañán, La Congota, el Canto la Bis, la cota 1.222 o Formigoso, y los descimbrados parciales de los nidos de ametralladora de La Espina II y Los Torales. Todo ello en un intento frenético por dar solidez a las líneas defensivas leonesas en torno a los puertos de montaña de la Cordillera Cantábrica. Ahora bien, esto no impidió que el 21 de octubre de 1937, con la llegada de la IV Brigada de Navarra a Gijón, se diera por liquidado el Frente Norte.
El fin del estudio de estos restos, como recalcan Arias y Castañón, “debe de ser la difusión y la valorización social para obtener su adecuada protección y adecuación”. Aseguran que ninguna de estas fortificaciones fue utilizada, aunque existen dudas sobre algunas de ellas.