Villager de Laciana dice adiós a su escuela centenaria por la despoblación

La última promoción de alumnos del colegio de Villager.

Luis Álvarez

Este viernes, último día del curso escolar 2022 – 2023, fue la fecha de la fiesta de despedida del colegio de Villager de Laciana, organizada y protagonizada por los últimos alumnos que han usado sus aulas para crecer como personas adquiriendo la formación y conocimientos que demostraron sobradamente en sus palabras de despedida.

Ayer cerraba sus puertas y sus aulas para siempre el colegio de Villager, cabecera del Colegio Rural Agrupado (CRA) Laciana, que para el próximo curso solo mantendrá abiertas dos aulas en Caboalles de Arriba con 14 alumnos. 

En Villager había tres preinscritos para el próximo curso y previsión de 6 niños de preescolar para el curso 2024 – 2025. La decisión de unos padres de matricular a su hijo en Villablino, al parecer por la escasez de compañeros en Villager, ha provocado que los otros dos también se tengan que ir a Villablino, pues con dos alumnos se cierra el colegio.

El caso de Villager no resulta muy representativo para el cierre y abandono de las escuelas rurales. Pues si analizamos los datos de población no se encuentra en los parámetros habituales en que se van produciendo estos abandonos de escuelas por falta de alumnos.

La población total de la localidad es de 470 habitantes –según los datos del INE a 31 de diciembre de 2022– y la proporción en el municipio, del que hay datos de pirámide de población, es que el 3,3% de sus censados es menor de 10 años. Trasladando esa estimación a Villager estarían en torno a los 15 menores.

Pero si hay una circunstancia muy determinante en la escasez de matrículas en Villager, es la proximidad con Villablino. Ambas poblaciones son prácticamente una y Villager se ha convertido en los últimos años en el barrio más al extrarradio de Villablino, lo que facilita esa escapada escolar hacia ambientes algo más urbanitas.

El Colegio Rural Agrupado de Laciana

El CRA de Laciana tuvo su cabecera en Villager porque era la población con más niños matriculados de todas las incluidas en su ámbito educativo cuando se creó. En principio acogió a los colegios de Robles, Sosas, El Villar de Santiago, Rioscuro, Orallo, Caboalles de Arriba y Villager.

Fueron cerrándose una escuela tras otra y para el próximo curso ya solo quedará Caboalles de Arriba en el CRA. Esta localidad de 344 habitantes –según los datos del INE a 31 de diciembre de 2022– es una población similar a Villager en habitantes y cuenta con 14 alumnos inscritos para el próximo curso. La despoblación de la antaño pujante comarca minera del carbón con las minas de la MSP es imparable. Si en 1991 tenía una población cercana a dieciseis mil habitantes, hoy en día, casi 35 años después, no llega a los ocho mil. Ha perdido la mitad de todos sus habitantes sin que las políticas de Transición Justa hayan conseguido evitar el desplome de la población, más enfocadas a colocar actos culturales que a crear empleo.

Una fiesta para la historia

Sin embargo, el cierre y abandono del colegio no supuso ningún obstáculo para que sus últimos alumnos disfrutasen de una jornada festiva, con un dejo y regusto de nostalgia, pronto transformado en la alegría propia de la mucha juventud de sus participantes. Que dejaron esos sentimientos de pesar para el centenar de sus familiares y exalumnos que los acompañaron en la despedida.

Castillos hinchables, para quemar energía y nervios, abrieron la mañana. Luego algo de relax para sentarse a escuchar la música de sus compañeros y excompañeros en diversas actuaciones. Las breves intervenciones de los seis alumnos que este año finalizaban ciclo: Lucia, Nerea, Elena. Olay, Diego y Sara.

Se mostraron sorprendentemente sueltos en la dicción, sin nervios y con mucha claridad en la exposición de sus ideas. Sin duda habilidades adquiridas con la práctica que les ha servido el programa de radio, que cada mes han hecho durante los dos últimos cursos (La magia de la radio expande sus ondas como herramienta pedagógica en el CRA de Villager de Laciana (eldiario.es).

Recordaron sus buenos momentos de diversión y aprendizaje, también de pequeños enfados o discusiones por el fútbol en el recreo. Los balones perdidos en las fincas de los vecinos o las excursiones y visitas. Sin olvidarse de sus profesores y profesoras, y hasta de los padres “por aguantarnos a veces los berrinches”, ni del reto que les espera en el nuevo curso en los institutos.

Luego llegó para ellos el momento de la graduación, los diplomas, las bandas, birretes y regalos. Y como no las fotos de despedida para el recuerdo y también para la historia de una escuela, la de Villager que dijo adiós a más de 120 años de historia. En Laciana, a principios del siglo XX todos los pueblos tenían escuela sufragada por los propios vecinos.

Cerraron la jornada con una fiesta de la espuma, otra vez castillos hinchables, como válvula de escape para liberarse de un día de tantas emociones. Para terminar con un aperitivo reparador antes de irse a sus casas y decir adiós para siempre a una época y unos años maravillosos.

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