Beatriz Riesco, alumna de Villablino ganadora del concurso ‘Cuéntame un cuento’: “Escribir me ayuda y me relaja”

La alumna Beatriz Riesco y la profesora Ana Abello, en el Instituto Obispo Argüelles Villablino. // Luis Álvarez

Luis Álvarez

La joven Beatriz Riesco Rodríguez es la autora del relato 'Fulanito y Fulanita', ganador del concurso convocado por el Colegio Oficial de Psicología de Castilla y León (COPCyL), cuyo fallo se dio a conocer el pasado viernes 1 de abril.

Beatriz, a sus 15 años de edad, estudia 4º de ESO en el Instituto Obispo Argüelles de Villablino. Y su trabajo literario ha tenido que superar dos fases, una previa en el propio centro educativo para escoger cuál de los realizados por los alumnos remitían al concurso a Valladolid y una segunda del jurado del certamen, que lo eligió como ganador.

El concurso convocado por el COPCyL bajo el título 'Cuéntame un cuento de mediación y resolvemos el conflicto' lanzó sus bases dirigidas a todos los centros en enseñanzas medias de la comunidad autónoma el día 2 de marzo y el día 15 del mismo mes finalizaba el plazo de presentación, lo que limitaba un poco el proceso de creación a apenas diez días.

La ganadora acudirá a finales del presente mes de abril a recoger el galardón de su premio a la sede del COPCyL en Valladolid, acompañada del director del centro, Hernán Ezquerro, y su profesora de Lengua Castellana y Literatura, Ana Abello; pues también al centro y al departamento se le entregarán reconocimientos.

Dar la noticia con una breve reseña sobre los hechos y la protagonista, por mucho que la pudiésemos estirar, nos sabia a poco. Por lo que desde ILEON contactamos con su profesora de Lengua, Ana, para concertar un encuentro que nos permitiese conocer alguna de las inquietudes que mueven a una joven a escribir con letras un texto, más allá de lo que se estila en las redes sociales del lenguaje jeroglífico moderno de los emoticonos y las abreviaturas.

Profesora y alumna

Ambas nos han regalado un agradable tiempo de conversación en la biblioteca del centro, en el que supimos de sus inquietudes, incertidumbres, dudas, alegrías y motivaciones. Y cÓmo entre ambas existe una buena sintonía y compenetración, profesora-alumna, pese a que al final casi en secreto Beatriz confesó, “que es como una madre”, por lo persistente y pertinaz que se muestra de continuo, una expresión muy de adolescente.

El aula de 4º de ESO es de 14 alumnos, lo que permite a los educadores una mayor proximidad y unas formas de trabajo más directas y personales. Que sin duda es una de las grandes ventajas educativas de los institutos y colegios de pueblo, menos masificados.

Además de hechos como este tan puntual, de un premio literario, los repetidos buenos resultados de aprobados en EBAU, que se suceden año tras año; la concesión este año de dos becas de la Fundación Amancio Ortega a dos jóvenes, uno de cada Instituto de Villablino, uno en este y otra alumna en el Valle de Laciana. Son una serie de datos positivos, que reafirman y corroboran un hecho importante, la buena calidad educativa de la que disponen nuestros jóvenes, tanto en enseñanzas medias como en primaria. Alguna ventaja tiene el ser de pueblo.

Si añadimos como nos comenta Ana, “la buena intención y ganas de aprender, que muestran chicos y chicas como Beatriz”, les facilitan y hacen agradable la labor a los docentes. Que no tienen inconvenientes para implicarse un poco más, como por ejemplo, con la creación este año en el departamento de un Club de Lectura, donde intercambiar y compartir sus experiencias con los libros.

La aprendiz de escritora piensa que su afición a la lectura le facilita el hecho de escribir sin dificultad, “escribiendo y expresando las cosas me siento bien y cómoda, me ayuda y me relaja”. Lo de la lectura le llegó por imitación y un poco de mimetismo, “cuando era pequeña, con 7 años, mi madre y mi prima estaban todo el día leyendo y por no aburrirme empecé yo también a leer”.

No es su única pasión, el dibujo y el diseño, cree que es su verdadera vocación, “no me veo de escritora; sí de diseñadora gráfica”, aunque aún no sabe qué enseñanzas superiores va a seguir, “creo que va a ser algo que tenga que ver con las artes plásticas o el diseño gráfico”. Porque dibuja y bien, totalmente autodidacta en este apartado, ella incluyó en el trabajo la ilustración de su cuento para el concurso.

Dibuja desde que tiene memoria, le gusta idear cosas y plasmarlas sobre el papel, “los pinceles no se me dan bien”, alguna que otra acuarela, pero sobre todo “lápiz y carboncillo”, para luego colorear por encima. De esta afición, no reglada en sus enseñanzas, sale el pseudónimo de 'Grisalla' con que presentó su cuento a concurso, una técnica de pintura medieval que disocia la ilustración en dos fases, la primera de dibujo y la segunda de aplicación de los colores.

El viernes día 1, tutora y tutelada disfrutaron de una jornada de alegría especial, cuando llamaron desde Valladolid al centro para informar del fallo del concurso y la mayor fue al encuentro de la más joven, “me lo dijo en el pasillo y me abracé a ella, porque era lo que menos me esperaba, que alegría me dio”.

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