El uso de herbicidas por el Ayuntamiento de Villablino provoca enfado y queja vecinal

Efecto del herbicida en los márgenes de la calle Cervantes de Villablino.

Luis Álvarez

La utilización de herbicidas por parte del Ayuntamiento de Villablino en las limpiezas de arcenes de calles y caminos, ha generado malestar y protestas vecinales, que se explicitan en la presentación de al menos una denuncia ante el Seprona y la recogida de firmas para respaldar el escrito de queja al propio Ayuntamiento.

Hace unos días, una vecina del barrio de Colominas, en Villablino, Margarita Camiña Pardo como habitualmente hace, subió hasta la huerta que su madre “llevó toda la vida”, situada en el barrio de La Corradina, para trabajar un rato.

Y cuando vio los efectos de los herbicidas a ambos lados de la calle situada sobre el borde de su pequeño huerto, se indignó, “la calle está sobre el huerto mismo sobre un muro de contención vertical de unos tres metros”. Al día siguiente además llovió, “con lo que las escorrentías del agua ya no se controlan, van sobre el terreno de la huerta, se extienden por todos los alrededores y terminan en las cunetas, sumideros, alcantarillados, ríos y aguas subterráneas”.

Sus expresiones son de bastante enfado y se le percibe como una buena conocedora de los riesgos de estos productos. “siempre me han preocupado los asuntos medioambientales, incluso trato de que mi huerto sea totalmente ecológico, y ahora ya no se si plantar este año o dejarlo”.

Ya en casa decidió presentar una denuncia “o queja” ante el Seprona que ya ha redactado, y un escrito de queja y protesta para dirigir al propio Ayuntamiento, que más vecinos están apoyando con su firma.

Su sorpresa fue aún mayor cuando supo que más zonas del pueblo habían sido tratadas con herbicidas, los arcenes de las calles de su propio barrio de Colominas, los alrededores de la fuente de que surte el rebase de la traída particular de Matalachana. Y según le han comentado “otras muchas zonas”.

Con lo que deduce, que parece haberse convertido en práctica habitual esta primavera en Laciana. Y argumenta “que en 2015, el Ayuntamiento de Villablino ya presumía de haber eliminado su uso”, según se puede leer en la web de Ecologistas en Acción.

¿Qué es el glifosato?

El glifosato es el componente químico activo, presente en altos porcentajes en casi todos los herbicidas que se comercializan en el mundo. Legalmente no está prohibido su uso en España ni en la Comunidad Europea (CE), aunque si se habló de prohibirlo en la CE para el año 2020, lo que de momento no se ha hecho.

Según se puede leer en la web del Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO), lo definen así: “el glifosato es un herbicida de amplio espectro, utilizado en agricultura, selvicultura o como tratamiento de infraestructuras ferroviarias o carreteras”. 

Algunas consecuencias de su uso las explica así la web ministerial. “Sin embargo, el glifosato puede llegar a las aguas superficiales y subsuperficiales tras el uso directo en las cercanías de medios acuáticos o por escorrentía o lixiviado luego de su aplicación en el suelo”.

El Registro Oficial de Productos Fitosanitarios del Ministerio de Agricultura informa de que, actualmente, existen 19 formulaciones de glifosato comercializadas, a través de 43 productos en España.

La polémica que suscita el uso de este producto químico, está generada principalmente porque en 2015 la OMS lo declaró como producto “probablemente cancerígeno”. Lo que ha motivado numerosas campañas para su erradicación y es frecuente leer en prensa artículos en contra de su utilización especialmente por los organismos públicos.

Lo que sí está demostrado es lo venenoso que resulta para los polinizadores, en especial para las abejas. Motivo por el que algunos expertos recomiendan su uso antes de las floraciones para evitar este daño.

La Comisión Europea –en sus recomendaciones de restricción de uso, que no prohibición– pide que se restrinja su utilización en las áreas de la Red Natura 2000 y en las declaradas ZEPA. Que otros organismos nacionales amplían a toda la red de espacios naturales, Reservas de la Biosfera y cualquier territorio con alguna figura de protección natural.

El Ministerio de Agricultura Alimentación y Medio Ambiente en sus recomendaciones de uso pide que no se utilicen sobre “elementos que diversifican el paisaje y que son refugio para fauna y flora, como lindes de caminos, riberas de arroyos, acúmulos de piedras, rodales de árboles o matorral”, entre otros.

Y se incide en que “estos elementos poseen un valor natural y socioeconómico muy importante, por ejemplo, al acoger a muchas especies polinizadoras, controladoras naturales de plagas o cinegéticas, así como a los insectos y plantas que constituyen su alimento”. 

Todas estas polémicas, no acaban de centrarse en lo dañino que pueda ser para el ser humano. Por lo que hay mucha gente que incluso lo utiliza en sus propias huertas y cultivos particulares, no ya industriales, para el consumo propio y familiar, para eliminar las hierbas de los alrededores.

No respetando en ocasiones las normas del etiquetado de los productos, que recomiendan que, “para proteger las plantas no objeto del tratamiento, respétese sin tratar una banda de cinco metros hasta la zona no cultivada” Sin ser conscientes y sabedores de si con ello están envenenándose lentamente. 

También se han establecido normas para la autorización de los comercializadores de los mismos, con cursos de formación que acrediten su capacitación profesional. Lo mismo que los carnés y autorizaciones expresas para poder trabajar con ellos, que los trabajadores deben acreditar su conocimiento con la obtención del carnet que así lo certifique.

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