La mediación: la cultura de la paz
Escuchar al otro. Entender su punto de vista. Empatizar y tratar de llegar a una solución ventajosa para ambos. En definitiva, convertir un problema en una oportunidad. La mediación es un procedimiento que desarrolla unas técnicas que se sirven de la escucha activa, la reformulación emocional y asertiva.
Las preguntas son la gran herramienta de este proceso, y están dirigidas al conflicto: no a los porqués, sino al para qué. Su objetivo fundamental: legitimar a las partes y que las partes lo hagan la una con la otra.
El mediador tiene que tener una equidistancia funcional en ambas, nunca meterse en el conflicto. La función del mediador no es que esas partes enfrentadas lleguen a un acuerdo, sino posibilitar la escucha y el marco.
Luego son ellos quienes deciden. Debe de ser siempre un proceso voluntario, neutral, confidencial, que no asesora ni propone.
La mediación es un procedimiento que la escucha activa, la reformulación emocional y asertiva
Ana Mérida es quién nos aclara todos estos detalles del concepto de la mediación. Ella, tras más de 20 años ejerciendo en el mundo de la abogacía, decidió renovarse, seguir formándose y adoptar un nuevo camino en su profesión abriendo una puerta a la mediación. La ley 5/2012 de Mediación Civil y Mercantil instaló la mediación a nivel nacional, aunque ya había comunidades autónomas con sus propias leyes, por ejemplo la familiar en Castilla y León. En otras comunidades están más avanzadas y tienen centros, puntos neutros para mediaciones que ofrecen los colegios de abogados, las diputaciones, y los ayuntamientos, como un servicio a la ciudadanía. En León, la Asociación Amele, ha llegado a un acuerdo con el Ayuntamiento de Villaquilambre para ofrecer la mediación a los vecinos de esta localidad leonesa. El Juzgado N10 de Familia de León ha establecido un acuerdo con Amele para informar y proponer la mediación en los casos que la consideren ventajosa, a través de una primera sesión informativa gratuita que se realizaría en el mismo Juzgado.
Ana se lanzó a esta nueva aventura y se matriculó en un Máster en Mediación Familiar, Civil y Mercantil en la Universidad de Alcalá, en Madrid. Acabó sus estudios en 2013 y, desde entonces, su visión en cuanto al cómo resolver los conflictos que afectan a la sociedad cambió radicalmente. “Me ha aportado mucho a mí, a mi vida particular, sobre todo a la hora de entender y escuchar al otro. El mediador tiene que trabajar mucho su registro personal, para no interferir en el proceso. Como abogada mi cabeza aporta soluciones, las más ventajosas para mi cliente. Eso en mediación no está permitido. Hay que respetar la visión del conflicto desde el punto de vista del otro”, apunta la profesional.
La mediación, ventajosa para todos
Según explica Ana, la mediación ofrece y facilita soluciones a cualquier escala. “La mediación elimina pleitos estúpidos, que no deberían llegar a los Juzgados. Por el contrario, existen otros procedimientos que sí son estrictamente jurídicos, y en los que es necesaria la intervención de los Juzgados. Pero existe un porcentaje muy alto de asuntos que no los necesitan y entorpecen el ritmo de la Justicia. Los Juzgados no son guarderías, no solucionan el problema: resuelven una sentencia, pero luego son las personas las que la tienen que gestionar para seguir con sus vidas y, a veces, la gente no está conforme, se frustra”, sentencia contundente la abogada.
“La gente lo que quiere es que la escuchen, y la mediación tienen ese poder: la escucha activa. Las personas, cuando se sienten escuchadas cambian totalmente, y así se llega al nudo del problema. Muchas veces es como echar aceite, se va desenrollando, hasta llegar a la solución”, añade.
Según explica Ana Mérida se trata de la ganancia sin pérdidas, conocida como el 'ganar ganar', porque las dos partes vencen. “Las partes se han 'empoderado', se han hecho cargo de su conflicto. La solución no se impone y el conflicto no se delega. Normalmente en la sede del proceso contencioso las partes enfrentadas no mantienen comunicación, la decisión la toma un tercero (el juez) y el resultado no suele ser el esperado, ni para el demandante ni para el demandado”, resume. Además, es importante destacar que “un acuerdo tomado en mediación y ratificado en un Juzgado tiene el mismo valor que una sentencia judicial”.
Un acuerdo tomado en mediación y ratificado en un Juzgado tiene el mismo valor que una sentencia judicial
“La sociedad madura es la que acude a un mediador. Cuando haces de mediador no estás en un plano jerárquico. Cuando hago de mediadora dejo de ser una abogada que sabe derecho y que soluciona el problema, dejo de proponer soluciones. Cuando medio, las soluciones las tienen que proponer ellos, yo creo un ambiente para que entre ellos se legitimen, se escuchen, pero nunca puedo tomar partido ni por uno ni por otro. Luego, como mediadora, reflejaré la solución acordada en un documento, que cuando es elevado a escritura pública mediante notario será ejecutiva como una sentencia, al mismo nivel”.
“El único método autocompositivo frente a los heterocompositivos de resolución de conflictos es la mediación, porque son los mediados los que aportan las soluciones al conflicto”, declara Ana.
¿En qué situación es aconsejable acudir a un mediador?
Como consejo de abogada, Ana intentaría en todos los casos posibles acudir a un mediador para resolver el problema. “Sirve para absolutamente todo: civil, mercantil, laboral, sanitario, escolar, familiar... En muchos países, en las cuestiones familiares está comprobado que una sentencia no resuelve el problema porque la familia continua: los hijos no se divorcian de los padres, siguen siendo una familia y continua su función parental. La mediación ayuda a entender las necesidades del otro, a escuchar a los hijos, y entre todos se puede lograr un consenso”.
“A quienes deciden acudir a un mediador les requiere el esfuerzo de autogestionar su vida. El mediador equilibra el conflicto, pero nunca se llega a un acuerdo equilibrado si una parte está muy 'empoderada', tiene muchos conocimientos y es muy fuerte, y la otra viene asustada sin asesoramiento. Entonces no se puede realizar, y el más débil necesita más asesoramiento jurídico, informarse de sus derechos”, argumenta Ana.
La mediación: la Cultura de la Paz
Muchos expertos, entre ellos Ana, aseguran que la mediación es más sana que un juicio tradicional, y libra de tensiones. “Las sociedades civilmente maduras son capaces de gestionar un conflicto y de verlo como una oportunidad, no como algo adversarial. En el juzgado el paradigma es: 'uno gana, otro pierde'. La mediación se denomina 'la cultura de la la paz' porque establece un nuevo paradigma: 'el ganar, ganar'. Las partes en vez de estar dándose la espalda y enfrentadas pueden mirarse, y legitimarse y ofrecer una solución, en la forma en la que los intereses de los dos estén cubiertos”, declara Ana.
El objetivo del mediador ni siquiera es llegar a un acuerdo, es crear el espacio adecuado para que las partes se apropien de su conflicto y decidan qué quieren hacer con él
“La mediación no es una terapia, los terapeutas son los psicólogos. Nadie puede ir a mediación a buscar terapia, pero sí tiene un efecto terapéutico en las personas”, añade.
Como mediadora Ana se pondría en contacto con la parte con la que la persona que ha acudido a ella tiene el conflicto y le propondría unas sesiones de mediación. Además, la primera sesión informativa es gratuita, y en ella Ana explica en qué consistiría el proceso. Bajo la experiencia de la abogada, la mediación tiene una respuesta muy positiva en la sociedad: “La gente particular la acoge fenomenal, salen contentos. A veces los profesionales jurídicos muestran un poco de reticencia. No deben pensar que su papel vaya a quedar relegado, al contrario, las partes quedarán más satisfechas si antes realizan un asesoramiento jurídico, ya que se sienten en mejor disposición de tomar un acuerdo, y ese asesoramiento lo debe de hacer siempre un abogado”.
Ana Mérida tiene su despacho en Alférez Provisional 2, 8C y los jueves se desplaza hasta Benavides. Más información en el 987 236 981 // 617 000 919