Emprender joven, alternativa a la crisis

Peio García / Ical. Luis Manuel López, joven agricultor de Valcabado del Páramo (León).

J.L/L.S/ Ical

Varias razones le llevaron a quedarse en su pueblo. La decisión era fácil, pero había que tener un trabajo que fuera más allá de la agricultura y vinculado al sector primario. “Siempre me atrajeron las cosechadoras”. Lo dice Luis Manuel López, que vive en la localidad leonesa de Valcabado del Páramo. Es un ejemplo de joven emprendedor en época de crisis, con los riesgos que conlleva, pues la inversión fue alta.

Con unos 20 años se compró su primera máquina para superficie propia, con el apoyo inestable de su madre. Más adelante, la demanda ajena fue creciendo y optó por adquirir una más grande, con la que ahora recorre varias localidades del sur de la provincia durante el verano, para los cereales de secano, y durante el otoño e invierno, para el maíz. En conjunto, muchas horas al día durante la época de cosecha.

Luis Manuel es uno de los muchos jóvenes autónomos que en Castilla y León decidió emprender. Un colectivo que crece a un ritmo del 13 por ciento en los últimos meses y que se consolida como alternativa de empleo para todos aquellos a los que la crisis les ha sorprendido con el pie cambiado y no encuentran un puesto de trabajo.

Como para otros muchos, los inicios no fueron fáciles para trabajador del medio rural. A la muerte de su padre se sumaron las dificultades de un sector con numerosos vaivenes que repercuten en la siega. Para la compra de su segunda máquina recibió una única ayuda de 6.000 euros, para una inversión de más de 180.000 euros. “Una hipoteca con la que hay que rentabilizar la máquina”, asegura.

Por eso, por la “baja cantidad” que le concedieron para ser joven y emprendedor, opina que los criterios de asignación de subvenciones deberían modificarse y adaptarse a la relevancia del conjunto de la inversión. “Para alguien que inicia un negocio más pequeño, ese dinero puede ser suficiente, pero para este tipo de inversiones no”, critica.

Aunque el trabajo no falta en la comarca, manifiesta que los altos costes del gasóil restan beneficio, a lo que es necesario sumar diferentes inversiones durante la vida útil de la cosechadora que elevan el gasto, tales como las cuchillas del peine, que se desgastan continuamente, así como correas y filtros, entre otros.

Luis López señala que es necesario añadir otro tipo de inversiones que no conllevan, por ejemplo, cosechadoras del sur de España, como son las orugas o cadenas para poder trabajar en invierno en parcelas embarradas, que recuerdan a los carros de combate, y una góndola para transportarla.

Amor por los animales

Caracterizada por su emprendimiento y por ser “lanzada”, Lidia Rodríguez, con 26 años, decidió hacer realidad su sueño este mismo año. El 1 de marzo de 2013 abrió sus puertas el centro veterinario 'Animalia' en la vallisoletana calle Las Mieses. Tras concluir sus estudios en la Facultad de León, una de las más prestigiosas en este ámbito, adquirió experiencia laboral como trabajadora en otras clínicas durante tres años, para después dar el salto y desarrollar una idea propia.

Con el apoyo anímico y económico de sus padres, empezó la actividad. Poco después de abrir, contrató a su primera empleada, María, para después ampliar con una tercera. “Este crecimiento ha sido posible porque nos va bien”, espeta Lidia. Entrar en su centro veterinario es hacerlo casi en compañía de animales, principalmente perros y gatos, aunque también han pasado por sus manos reptiles poco comunes en estas tierras, como un camaleón.

Mientras explica la dificultad de sus inicios, entran varias personas: un hombre con un cachorro de la raza 'chow chow', que con un mes de vida ya pesa cuatro kilos, y un grupo con un can de tamaño más grande con alguna herida visible. Por suerte, las instalaciones cuentan con un pequeño quirófano que suele tener bastante actividad. En este mismo día, Lidia ha castrado a una perra por prevención, pues su dueño “ya no quiere más camadas”. El rebelde ladrido de otro can ha obligado a las trabajadoras a separarlo en una habitación contigua para buscar su relajación.

Aunque se muestra satisfecha, no esconde que si pudiera invertiría en un montacargas al sótano, donde se encuentran la sala de operaciones, en aumentar la formación y las propias instalaciones. Pero principalmente lo haría en seguridad, con la compra de cámaras, pues en sólo ocho meses ya se ha llevado algún susto al sufrir pequeños hurtos.

Pero los inicios no fueron fáciles. Lidia Rodríguez sólo agradece su ayuda a la Cámara de Comercio de Valladolid, por su asesoramiento a través de la Ventanilla Única, pero lamenta que no ha visto “un euro de las administraciones públicas”, sólo una discriminación positiva reflejada en una subvención por ser menor de 30 años y mujer. Critica que casi todas las ayudas de las administraciones “tienen letra pequeña”, por lo que no se ha podido beneficiar de la tarifa plana del Ejecutivo central ni de la bonificación del 50 por ciento de la licencia de apertura del Ayuntamiento.

Además, ella misma realizó el estudio de mercado y comprobó que la situación en Las Mieses era perfecta por varias razones. Entre ellas, porque el siguiente centro veterinario se encuentra a más de 700 metros, por la facilidad que existe para aparcar y porque es accesible para los clientes de los pueblos de la provincia.

El cariño de Lidia Rodríguez y sus empleadas por los animales va más allá de la atención clínica. Por ello, colabora con la Protectora de Animales 'Propatas' de Valladolid, que deriva a su centro principalmente a perros y gatos que hallan abandonados y heridos. Normalmente, añade, tratan a los que son adoptados para que sus nuevos dueños no se echen atrás por tener un gasto en las curaciones. De todos modos, la mayor parte son cirugías básicas. El centro veterinario sólo cobra a la asociación el 15 por ciento del coste real.

Ampliando horizontes

Por otro sector muy diferente a la agricultura y a la veterinaria decidió apostar el soriano Arturo Galán. Con 28 años, este emprendedor de Medinaceli franquicia a la operadora 'Masmóvil'. Ha contribuido a abrir 65 puntos de venta en toda España, principalmente entre Madrid y Castilla y León, que entre ambas reúnen una docena, y otras siete en Aragón. “Son los principales focos”, manifiesta Galán, que cuenta con un pequeño almacén y oficinas en la localidad soriana y que todos los días está al volante de un lado para otro. Al menos una vez al mes visita cada una de las tiendas, aunque para facilitar ese trabajo dispone de comerciales en las zonas norte y sur del país.

Anteriormente trabajó cinco años también como autónomo, pero era una modalidad en la que su pagador era un operador. “Surgió trabajar con una franquicia para atender, instalar y gestionar el día a día de las tiendas”, recuerda. En lo que va de 2013 se han abierto 16 tiendas y no se queja del volumen de facturación. A todo ello ha ayudado sus anuncios en portales y las referencias sel operador. Ello contribuye a que los interesados en abrir un negocio de este tipo con esta franquicia se pongan en contacto con él.

Como el resto de jóvenes emprendedores, los inicios tampoco fueron fáciles. Antes había desarrollado su carrera laboral en una sucursal bancaria en Madrid durante tres años. “Allí tenía lo comido por lo servido”, indica, por lo que se vio obligado a volver a Medinaceli, donde “arrancó todo”.

Admite que siempre le atrajo la idea de emprender. “Desde muy pequeñito quería tener mi empresa y al final lo conseguí, aunque no imaginaba que sería en nuevas tecnologías”, afirma este licenciado en Informática y Administración de Empresas. En la actualidad, cuenta con una plantilla de tres empleados y otras seis personas más que trabajan para su empresa como autónomos.

Respecto a la situación de crisis, en la que ha decidido apostar, reconoce que el escenario “es delicado”, principalmente por el retraso en muchos de los cobros por parte de los clientes y proveedores, ya que van “justitos”. “Los bancos no les ayuden en cuanto a liquidez y, aunque de momento salen las cuentas en el día a día, todo va muy despacito”, concluye.

Una vida, la fotografía

María Jesús Corbi (Burgos, 1984) es un ejemplo de joven emprendedora. Tras licenciarse en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca y cursar una beca Erasmus en Alemania, donde tuvo la oportunidad de beber la sabiduría de algunos de los mejores fotógrafos de Europa, se licenció en Fotografía. Acabada la carrera, volvió a su ciudad natal para probar suerte en el complicado mundo de la fotografía. Tras comprobar la carencia de oportunidades laborales en el ramo, decidió probar suerte y hacer realidad una idea: montar su propio negocio.

Llamó a cuantas puertas fue necesario para poder montar un estudio especializado en reportajes de bebés, bodas y comuniones. “Probé con la Ventanilla Única Empresarial, fui al Ayuntamiento y finalmente tuve la suerte de ser aceptada en el Vivero de Empresas”, recuerda. Fue una de las jóvenes privilegiadas en inaugurar uno de los módulos del Vivero de Empresas, ubicado en el barrio de Gamonal.

Su andadura profesional comenzó en febrero de 2013 con el nacimiento de su estudio. “Los primeros meses han sido de nervios y mucho trabajo. Cuando uno monta un negocio se piensa que todo lo que va a hacer es trabajar de lo suyo y se nos olvida que hay que facturar, llevar la gestión, hablar con asesores, llevar las cuentas... Todo es distinto cuando es tu propia empresa”, declara la empresaria.

Nueve meses después, Corbi se siente afortunada, aunque es consciente de que la crisis no permite que muchos negocios “vuelen como antes” de que comenzara. En las paredes de su estudio cuelgan las instantáneas de recién nacidos con las que espera hacerse un hueco en el competitivo mundo de la fotografía comercial. “No me ha faltado trabajo, pero no me ha sobrado. Hay meses que salen las cuentas y otros que hay que hacer números”, recalca.

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