La Ribera recuperó el gallo, Clemente horneó su mazapán

Lucha Leonesa noviembre

B. G. Redondo - Lucha Leonesa

De cinco y veinte a cerca de las nueve y media de la tarde-noche, las dos selecciones, Ribera y Montaña, integrada cada una por treinta y cuatro luchadores, desarrollaron los sesenta y un combates a los que daba lugar la luche. Arbitraban Avelino García y Óliver Sánchez.

Naim Flórez y Miguel Tascón, benjamines de ligeros, tomaban los primeros cintos para lanzar el reto el montañés y responder el ribereño. Venció Naim, el de la Montaña. Primeros compases de la lucha con los de Base en los cuales se sucedía alternancia de triunfos. Sergio Fernández, alevín ribereño, fue el primero en anotar un destacado número de victorias (3). Le sucedía el montañés Pedro Alvarado (4), a cuyo logro se sumaba el de su compañero infantil Tomás González con igual marcador. Empatados dos montañeses en la provisional por el “mazapán”, el trofeo al luchador que más rivales tire en el Clásico de la Lucha.

A los dos desbancó el juvenil de La Ribera Álvaro Quiñones con cinco victorias; pero no se estaba aún ni en el ecuador de la disputa. Aun siendo esto así, ya la Montaña contaba con destacada ventaja, que ampliaría Rubén Fierro (también cuatro victorias), viéndose a sus juveniles pelearle a los del peso medio sénior de La Ribera. Combates con toda la emoción, grandeza, tensión... de Rodrigo Fuentes ante Adrián García y Mariano Sánchez, de éste con Andrés Alonso y ya con el

sénior de ligeros Diego Vega, que anotaba caída, ante protestas por el juicio arbitral.

Las gradas a plena presión, un parón en la lucha con sabia utilización por parte del seleccionador de Ribera, Fernando Getino, para reconducir el desarrollo, y de nuevo a la lucha, con Jesús Mª Cabero imponiéndose a “Teje”. Le reemplazaba Moisés Vega. Todo lo grande del aluche, y hasta lo que no lo es, en ese agarre. Igualdad hasta tres medias (de acuerdo con la norma especial de este corro, cuatro para entera), y la caída definitiva para el de Cistierna, con nuevas protestas de los de vía abajo, todo el alborozo de los de vía arriba.

Omar Liquete puso sobre la lona a Moisés, a Omar Carlos Hernández, y a éste Adrián Martínez... equilibrio de fuerzas en el tramo medio, pero se mantenía la clara ventaja montañesa; y aún se iba a ver aumentada, con la participación de su líder, Víctor Llamazares. Cuatro rivales derribados por Víctor, los dos últimos los que eran dos primeros del peso superior ribereño, “El Tigre” Acosta y Alberto Bahíllo. Se caía el palacio, por su lado de Montaña. Para que no se desmoronase por el de Ribera, quedaba una esperanza: al corro Clemente Fuertes, penúltimo de los suyos, con diez luchadores de diferencia en contra.

Respondió “El Junco”, usando todo su amplio conocimiento de lucha y de los especiales ingredientes de este único corro de las dos comarcas: La Montaña entera frente al de Tendal, Clemente alargando tiempos con sus recuperadoras vueltas al corro que cada nuevo adversario intentaba evitar...y Clemente avanzaba, ganando tierra para los suyos. Desde Víctor hasta Roberto Rodríguez Bulnes, nueve rivales derribados. Surgía una claridad para los de tierras bajas, inquietud para los de las altas, por los que salía al corro su primer luchador de pesados: Roberto Andrés Moro. Muy castigado ya Clemente, hábil Morín, concluía la racha del ribereño, que se había hecho merecedor del mazapán.

Último de La Ribera, Abel Isaí Cabero; junto con “Morín”, los otros tres de pesados del equipo montañés eran su responsabilidad. Comenzó cumpliendo con efectividad Cabero; mayor dificultad tuvo ante Álvaro Sánchez, se iban poniendo en carne viva la cintura y manos del de Valdearcos, pero venció. En ese momento se producía una “sorpresa” llamativa: por La Montaña, al corro Francisco J. Escanciano. Más de un cuarto de hora de brega, logrando anotar dos sueltas a su favor “El Che”... pero siguió cumpliendo con la responsabilidad asumida “Caberín” y anotó tercera victoria. Sólo una más era necesaria, la definitiva. Esa correspondería al combate con Avelino García, último montañés.

Pudo hacerse con media por suelta Avelino antes de que comenzase el largo agarre (más de tres cuartos de hora) en el que cada uno esperaba el desgaste o error del otro. Algunos ntentos infructuosos, pero seguía la espera. Se usaron los dos tiempos muertos de La Montaña (La Ribera había empleado uno suyo en las postrimerías de la lucha de Clemente), y seguían al cinto. Y llegó la caída: la consiguió Abel, llenando de alegría a los partidarios de La Ribera, mientras La Montaña veía irse al gallo. Se cerraba la luche con gesto noble entre ambos rivales finales, recibía su trofeo el vencedor Abel, el mazapán Clemente, y se cerraba una nueva edición del más Clásico de los corros.

Le siguió, en un cercano restaurante, la “Gala de la Lucha”, entrega de trofeos a los campeones de la temporada y de diversos reconocimientos, y aprovechaba “Che” Escanciano para anunciar la próxima de convocatoria de elecciones que pondrá fin a su presidencia.

Etiquetas
stats