Pasión, libertad y desafío extremo: la otra cara de montar en bici

Héctor descenso

Marta Cuervo

Salta, vuela y planea. Desciende, corre y baila. Sin perder el equilibrio, con la seguridad que le proporcionan las dos ruedas de su bici, Héctor War consigue realizar quiebros imposibles sin bajarse de este medio que le ofrece la libertad de realizar lo que más desea. Y así, regala a los ojos de quién le contempla movimientos decididos, valientes, y caídas que esconden horas y horas de duro entrenamiento.

Héctor tiene 25 años, y lleva más de 10 perfeccionando su estilo y la disciplina de los deportes de descenso - que se realiza en el monte y consiste en bajadas cronometradas-, 'street' -acrobacias en la calle o en skatepark- y 'dirt jump' -o saltos de tierra-, según explica. “Hasta los 18 estuve en el pueblo, en Saldaña -Palencia- y solo hacía calle. Después me vine a León a estudiar y empecé a pasar más tiempo en el skate, hasta que se me quedó 'pequeño'. Llegó un momento que con la calle me pasó lo mismo, y empecé a subir a 'los pinos' a Las Lomas, dónde estuve practicando saltos durante tres años”. Ahora, después de haber tenido que aguantar algún malentendido con vecinos que avisaban a la policía, Héctor entrena en la finca de un amigo en Sariegos, donde están realizando un skatepark de tierra. “Se trata de una zona de saltos de tierra, como las de motocross, pero para bicis. Lo estamos montando de cara a crear un club deportivo, para poder dar clases a niños, organizar eventos, acampadas...”, adelanta muy ilusionado.

La bici forma una parte inseparable de su vida, y lleva trabajando con ella desde los trece años. “Lo llevo en la sangre, mi padre ha hecho motocross desde siempre, un deporte caro. Por ello, de pequeño me decía que aprendiera primero a andar en bici bien, y cuando lo hiciera y tuviera un trabajo y dinero, ya me compraría una moto. Pero me he metido tan dentro de este mundillo que ya no quiero salir. Además sigue siendo más cara una moto”, confiesa Héctor.

Una pasión sacrificada, pero con el apoyo de amigos y una recompensa personal muy gratificante

Para este chico que no pierde la sonrisa al hablar de su gran pasión, los entrenamientos “son duros, pero también muy gratificantes”. “Nosotros casi nunca decimos que estamos entrenando, decimos que vamos a montar en bici o a viajar con ella. La sensación de saltar engancha mucho a la gente, cuando aprendes a saltar, aunque sea en cama elástica, las primeras veces te atrapa la adrenalina en el cuerpo. A parte, el viajar y conocer gente que hace lo mismo que tú y que tiene las mismas pasiones ayuda mucho. Es un deporte minoritario, y por ello conocer a otra gente que lo hace emociona”, explica.

No se dedica profesionalmente a ello, pero sí se encuentra en un punto intermedio.“De momento no tengo un sponsor que me pague o me dé bicis, pero estoy a un nivel bastante bueno como para intentar dedicarme a ello. Mi sueño sería poder vivir de ésto. En España estamos en un país pequeño para estas cosas, no se mueve dinero, es complicado, pero sí cuento con personas que me ayudan mucho, con complementos y otros desgastes”, apunta el chico muy satisfecho.

“Doctor Hoffman fue el primero que nos echó una mano y además muy desinteresadamente. El trabajo de Diego, todo el tiempo que me ha dedicado con su productora 'On6Side' no se paga con dinero. Estoy aprendiendo mucho gracias a él, de hecho, si no fuera por él estaría dentro del paquete de personas que ha desistido de seguir con este deporte, porque nunca suele haber gente con la que ir a montar, y no puedes ir a hacer descenso tú solo: si te pegas una hostia en el monte te puedes quedar ahí. Diego ha sido como mi entrenador personal, me anima mucho y conoce muy bien todo este mundo. RecOnProductions es quien hace las tomas aéreas de los vídeos. Y Alejandro, un amigo mío de toda la vida con el que empecé a andar en bici, tiene una tienda en Gijón: Rust Work Shop y me ayuda con un pequeño patrocionio, él también está empezando”, añade agradecido.

Una bici de descenso bien equipada puede llegar a costar 5.000 euros, y una de acrobacias 1.000 euros

Héctor ha competido este año por primera vez en descenso en el Campeonato de Castilla y León, quedando en segunda posición. “En Galicia y en Asturias también he corrido alguna carrera, pero mi meta es correr el año que viene el Campeonato de Descenso de España”.

En cuanto a competiciones de skatepark y 'dirt jump', apenas se celebran en el país, y según explica el deportista, es muy difícil acudir. “El pasado fin de semana hubo una en Vigo a nivel mundial, pero se necesitaba invitación para poder asistir”.

El skatepark de León, o la generación perdida en el cajón del olvido del Ayuntamiento

Héctor haciendo 'water jump'.

En la calle, en León, los deportistas que practican patines, 'dirt jump' y otras disciplinas relacionadas, se sienten muy limitados. “Por mucho que nos guste, no podemos disfrutar del skatepark de León. En la calle tampoco hay mucho, aprovechamos cualquier rincón, cualquier barandilla, al fin y al cabo lo de la calle es bailar sobre la bici, ir con la bici superando obstáculos de la manera más bonita posible, más fluida. Pero las instalaciones de León están estancadas”, denuncia el joven.

“Las instalaciones del skatepark se hicieron hace mucho tiempo y así se quedaron. Creo que el Ayuntamiento debería de hacer algo. Hay gente que pide que se tire y que se construya uno nuevo, pero hay más soluciones. También se puede modificar, arreglar lo que hay con una pequeña inversión”, declara Héctor que comenta que muchos chavales del skatepark han creado nuevos módulos, pero que desaparecen o destruyen otras personas al día siguiente. “Es un círculo vicioso que no va a cambiar como no se haga algo. Otro problema es que mucha gente va allí a beber litronas, a pasar la tarde, pero los patinadores no ven progreso. No se va a salir hasta que el Ayuntamiento lo cierre y mejore las instalaciones, incluso cobrando una entrada simbólica. Entraríamos en otra etapa, la de ahora está estancada”, insiste.

En cuanto a los niños que tienen un sueño como el que él ha conseguido alcanzar, y por el que día a día sigue trabajando, Héctor les aconseja que “nunca dejen de hacerlo”. “Si no tienen los medios, que los creen como he hecho yo; si no tienen circuito de descenso que lo creen. Es un deporte en el que nadie te va a dar nada hecho, a no ser que vivas en una ciudad con mucha cultura de skatepark”.

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