“Hola, me llamo Poli Sánchez, tengo 36 años, soy de León… y soy Ironman”
¿Y que lleva a una persona normal como yo plantearse este tipo de cosas? En mi caso, siempre he sido una persona poco convencional, soñadora y con ganas de superarme a mí mismo. Es un reto físico por supuesto, pero ante todo mental. Es ahí donde el poder de mi mente podría hacer triunfar y conseguir mi sueño, y eso es lo que me quería demostrar a mí mismo. Era un reto personal que mi mente necesitaba y saber que si me propongo algo, por duro que sea, soy capaz de hacerlo. El camino fue largo y sacrificado. Para que os hagáis una idea os comento unas cifras de lo que ha implicado mi entrenamiento estos largos casi 8 meses:
- 230 dias entrenando.
- 273 kms nadados.
- 7.530 kms en bici.
- 1.350 kms a pie.
- 104 sesiones de piscina
- 78 sesiones de bici.
- 98 sesiones de carrera.
- 42 sesiones de gimnasio.
- 33 visitas la fisio.
- 5 visitas al nutricionista.
- 4 análisis de sangre
- Casi 600 horas de actividad física.
- 0 borracheras
- y mucha fuerza mental.
A grandes rasgos en 230 días (7 meses y medio) he entrenado un 10% del tiempo, dormido un 35%, trabajado un 30%, comido un 15% y el otro 10% lo emplee en querer matar a mi entrenador, al cual es la segunda persona que más ves después de tu bicicleta a la cual os presento.
El camino no ha sido nada fácil. Mentalmente ha sido muy duro pues había que seguir entrenando a pesar del cansancio, el frio, la lluvia o el hartazgo. Muchas veces he tenido que salir a correr 20 kms con dolor en un pie, salir a en bici a bajo cero a hacer 150 kms o tener que levantarme a las 6:00 am para ir a nadar. Deciros que en 8 meses no he salido a correr ni una vez sin ningún tipo de dolor. Siempre duele algo estando en el umbral de la lesión haciendo equilibrismo muchas veces, pero como dice mi entrenador... si no te duele es que no estás entrenando. El dolor te hace sentirte vivo. Es difícil justificar el dolor por el dolor y el continuar, pero la recompensa de conseguir hacer algo así es mucho mayor.... Indescriptible. Cada uno tiene su sueño, su camino y eso es más poderoso que cualquier otra cosa. Hacer una cosa así no es bueno para el físico pero si para la mente. En mi opinión quien se plantea cosas grandes será grande si pone esfuerzo, trabajo, tesón e ilusión. Y yo... quiero ser grande.
Lo difícil de correr un ironman no es la prueba en sí, sino el camino y el sacrificio hasta que llega el gran día. Cubrir la distancia es ciertamente asumible (con entrenamiento por supuesto), lo complicado es dominar la distancia. Esto significa saber a qué ritmo tienes que rodar en la bici, cuando comer, que comer, donde apretar, a qué ritmo correr el maratón, etc... es decir, ser consciente del nivel de uno y no pasarse. Las explosiones en esta distancia son habituales por pasarse, con lo que a la distancia con respeto pero sin miedo. Tened claro que una prueba que te exige estar 11 horas largas en mi caso haciendo que tu corazón trabaje por encima de 140 ppm los momentos de debilidad llegan.
Mi carrera a grandes rasgos fue bien pero la inexperiencia en la distancia me paso factura. Yo he corrido más de 25 triatlones y más de 7 medios ironman. Pero el ironman no es el doble del medio ironman, es lo largo y sufrido que tu mente quiera hacerlo. La salida a las 7:00 am en un lago precioso a las afueras de Frankfurt. Los 15 minutos antes de salida son de nerviosismo puro pues te juegas ya el resultado a 7 meses de tu vida. Yo me concentre solo con mi música y mis rituales. Me metí solo en el agua sin mis compañeros, calenté y me coloqué. Quise nadar por fuera para evitar los golpes de la marabunta de 3000 tíos nadando a la vez. Con el bocinazo empiezo y cojo rápido mi ritmo, cogiendo referencia pues la primera boya de giro está a casi 1 km y no es fácil ir recto.
La primera vuelta de agua tras varios golpes en las boyas la hago bien y me encuentro a mi amigo Juanjo al salir a la playa para la segunda vuelta, gran casualidad. Segunda vuelta a ritmo y se acabó el agua. Llevo un hora escasa de carrera. En la transición me quito el neopreno y me pongo las cosas de la bici (casco, gafas, etc). Justo al coger la bici empieza a llover a mares. Que mala suerte porque era un circuito para correr mucho. Los 100 primeros km lloviendo a mares pero la animación de mis amigos y mis hermanos en los repechos del circuito me hacen seguir fuerte. Yo llevaba 20 geles en un bidón para comer en la bici. Un error típico del ironman es no comer hasta el km 40 de bici cuando llevas más de dos horas de competición. Yo lo sabía y al km 20 voy a coger el bidón para comer y no está. Se me cayó en un bache. Decido darme la vuelta porque sin él no acababa la carrera. Vuelvo 3 kms atrás buscándolo por los arcenes y nada. Decido seguir y vuelvo a pasar a todos los que ya había pasado antes. Paro en el avituallamiento y con la ayuda de un voluntario meto otros 20 geles en un bidón. Más de 10 minutos perdidos pero tengo comida. El problema que esos geles no los había probado en entreno y en cuanto comí noté que no me sentaban bien pues me generaban retortijones. Pero era eso o no acabar, había que jugársela. Hacia el km 100 deja de llover y sal ele sol pues hasta entonces muchísimo viento de cara y mucho frio. Ya llegando al km 160 en el último repecho mi amigo Javi corre a mi lado como en el Tour... impagables sensaciones esos ánimos.
Al llega a la T2 dejo la bici y cojo mi bolsa de carrera. Un poco de vaselina, un redbull, gafas, gorra y ahora a correr un maratón cuando llevo 7 horas de carrera. Empiezo a ritmo pero sin pasarme a 4:45 el km. Voy cómodo y comiendo en todos los avituallamientos. Frankfurt es una fiesta, todos en la calle, muchísima animación, música en todas las curvas y avituallamientos cada 2,5 kms. Mi tripa sigue regular y tengo que parar en un baño. Paso la media maratón en 1:48, voy bien pero en el km 28 mi estómago me dijo basta, ya no quiso trabajar más. A partir de ahí solo podía tomar un sorbo de agua y otro de cocacola... y claro me quede sin energía.
A partir de ahí fue un puro sufrimiento. Es una lucha de tu cuerpo contra tu mente. El cuerpo es sabio y a partir de cierto momento va bajo mínimos (En mi caso perdí 3 kilos en la carrera consumiendo casi 10.000 calorías y pesaba 64 kgs tras la carga de hidratos días antes de la prueba). Tu cuerpo te quiere parar y tu mente quiere seguir. Al no parar el cuerpo te manda estímulos negativos para pararte... te manda agujetas, dolores en los tendones, rodillas, sed, hambre, dolor de tripa, hiper sudoración, etc, y cuando eso no le funciona empieza con los mensajes a tu mente. Cosas como: “ ¡Que petado voy!, ”no llego al siguiente avituallamiento“, ”15 kms aun y llevo 9 horas dándole“ y el típico ” ¡Qué coño hago aquí, estoy hasta los huevos!“. Es en esos momentos cuando piensas en todo lo que has renunciado, en toda le gente que te sigue y te apoya, en tu familia y en que estás haciendo lo que te gusta... así que te dices ”Corre cabrón, corre que sin sufrimiento no hay honor“. Mis últimos 10 kms fueron durísimos llegando muy justo. La llegada a la meta es alucinante, te emocionas, sientes, lloras, quieres abrazar a todo el mundo, tu eres el centro del mundo, tu sueño se cumple. Eres IRONMAN FINISHER.
Lo más bonito de todo es el ánimo, el apoyo de la gente... vuelas dentro de tu sufrimiento.
Así que con toda esta experiencia (que repetiré el año que viene pues ya estoy inscrito en el IM AUSTRIA el 1 de julio) os voy a dar un consejo:
“Ayer mismo... ya no vuelve, hoy... se nos va de las manos, mañana... quien sabe! Vive la vida intensamente, consigue tus sueños, sé grande y cree en ti porque si lo puedes soñar lo puedes lograr.”