Calleja consigue un nuevo desafío extremo

Jesús Calleja

ileon.com/jesuscalleja.es

Hola amigos, el día de ayer, 21 de diciembre, fue de esos días que no olvidaré en mi vida. Como sabéis salimos el lunes de la base belga Princesa Elizabeth Emilio, mi cámara, el explorador polar Alain Hubert, el médico de la base y yo rumbo al Wideroefjellet, la montaña más alta de la cordillera Sor Rondane, y la más alta de esta salvaje Tierra de la Reina Maud, al Este de la Antártida.

Os aseguro que ha sido fascinante: no sabíamos bien qué nos íbamos a encontrar, la aproximación misma iba a ser una en sí una aventura pues había que atravesar con nuestras motos de nieve los agrietados glaciares que descienden del Polo Sur, los más grandes del mundo.

Pues bien, nos aproximamos al campo que llamamos base en motos de nieve atravesando un enorme glaciar de 20 kilómetros, y desde ese punto comenzamos las ascensiones y la exploración. Este glaciar por el que cruzamos avanza todos los años desde el mismo Polo Sur y en esta latitud lo llega a hacer a razón de 1.500 metros al año, una velocidad increíble para un glaciar.

Antes de ir a por el Wideroefjellet decidimos escalar para entrenar y explorar alguna de las montañas cercanas, más bajitas que nuestro objetivo. La primera de ellas fue el Utsteinen, de 1630 m, una montaña de roca muy puntiaguda en la que tuvimos que utilizar cuerdas. Llegamos hasta su estrecha cima Alain, Emlio, el doctor de la base (que es guía de montana) y yo, ¡y no entrábamos más ! con un viento de 100 km hora que lo hizo complicado y peligroso, porque la parte final era casi vertical.

Tambien intentamos la ascensión a otra montana que desconocemos si se había escalado con anterioridad, el pico Vikinghogda, una montaña fotografiada por primera vez por los noruegos y que se calcula está en torno a los 3.000 metros.

No llegamos a su cima porque la ventisca, las temperaturas gélidas y sus dimensiones gigantescas la hacían peligrosa. De hecho el mayor riesgo era perderse en la fortísima ventisca con temperaturas tan extremas. Descubrimos durante la exploración de esta montaña unas curiosas formaciones de hielo compacto azul, desprovistas de nieve y sin grietas, excepto en el inicio de este extraño glaciar donde sí había y muy profundas. También vimos rocas de extrañas formas que hacían cuevas donde podíamos refugiarnos del viento. Aquí las montañas son de granito, muy descompuesto por la accion del frío, el viento y las bajas temperaturas, y las formaciones son diferentes también a las de otros lugares del planeta.

Tras estas primeras ascensiones de entrenamiento fuimos a por nuestro objetivo, el Wideroefjellet que, al contrario de lo que se pensaba, su altura real es de 3.489 metros. Anteriormente se dijo que tenía 2.996m, despues 3.350m, pero nosotros lo pudimos medir con precisión y exactitud con GPS, y afirmamos que mide 3.489m.

Se deducía su altura porque nunca había sido escalado excepto por Alain Hubert, que lo hizo el 19 de noviembre del 2005 y la determinó por altímetro barométrico pero no con la exactitud de un gps.

Los japoneses que hicieron el mapa de la zona lo hicieron en 1982 por triangulación y altura estimada; pero nunca lo escalaron, asi que afirmamos sin ninguna duda que la primera medición exacta es la nuestra.

Comenzamos a ascender desde los 1.661 metros de altura en los que se sitúa el campo base del pico. Por delante teníamos más de 1800 metros de desnivel : una auténtica paliza antártica... Pero lo logramos, amigos, llegamos a la cima Alain, Emilio y yo. Logramos la primera repetición de esta ascensión, únicamente realizada por Alain Hubert en noviembre del 2005, y a través de una nueva ruta.

Alain subió por el glaciar, nosotros íntegramente por una larguísima arista, muy expuestos al fuerte viento, y que nos llevó desde el campo base hasta la cima (3.489 m) por la arista Noroeste. Total : ¡1.828 metros de desnivel!, golpeados por el fuerte viento, con la misma ropa y botas que si fuéramos a escalar el Everest, muy cargados con todo el material de montaña, más el de la grabación : dos cámaras; baterías, etc.., fue una súper paliza de 15,8 km entre ida y vuelta, en la que tanto la altura, como el fuerte desnivel y el frío se dejaron sentir.

Estamos orgullosos de haber abierto este nuevo itinerario, que es espectacular, no solo de ascenso si no también de descenso: la bajada también la hicimos por una ruta nueva. En su primera ascensión al Wideroefjellet Alain subió y bajó por el mismo glaciar norte, nosotros descendimos abriendo ruta por la arista noreste. Queríamos que la ruta fuera original y escalarla y descenderla siempre por aristas hasta donde fuera posible. Esto nos exponía más a los vientos, pero es más aéreo y espectacular para filmar.

En el descenso llegamos a un punto donde ya no podíamos continuar por la arista, y lo continuamos a través de una gran pala de nieve de más de 1.000 metros de desnivel; hundidos hasta la rodilla en la nieve blanda, con peligro de avalanchas y de que hubiera grietas abiertas bajo nuestros pies. Arriesgado, pero exploramos por primera vez en la historia este espectacular valle nunca visto (ni filmado) hasta la fecha.

En definitiva, ha sido de las ascensiones que más nos ha llenado, sobre todo por el cariz de exploracion y por registrar datos valiosiosísimos para los cientificos. Porque todos los datos registrados se estan recopilando para que, desde la misma base antártica belga, se pongan en conocimiento de la comunidad científica pues son de gran importacia al tratarse de la montaña más alta en esta grandísima extensión.

De hecho si trazaramos un círculo de dos mil kilómetros de radio desde este pico, veríamos que no hay montaña más alta, por lo que ocupa la parte más grande de la Antártida en distancias que cualquier otra montaña de altura superior. Para Alain toda esta información es vital porque le ayudará a estimar mejor la altura del resto de los picos adyacentes, que son docenas de ellos y todos sin escalar.

Y bueno, siguiendo el protocolo antártico, hemos traído de vuelta de la montaña todas nuestras heces y orines para que lo reciclen en la estación belga. Ya os contaré más cosas alucinantes de este lugar, de los más aislados de la Antártida, de sus científicos, de sus descubrimientos, cómo se abastecen, cómo funciona la base de mayor tecnología mindial en cuanto a eficiencia energética y control de residuos del mundo, donde hemos sido unos privilegiados y los primeros españoles invitados.

Pronto nos iremos de aquí, pero felices, porque al menos hemos hecho nuestra contribución a la exploración y ciencia en este centenario de la llegada de Amundsen al Polo Sur; y no solo hemos hecho actividades deportivas destacables sino que además hemos aportado datos muy valiosos de esta compleja y difícil cordillera (casi diría de las más apartadas y remotas del planeta) a la ciencia, donde la estudian desde hace años noruegos, belgas y japoneses, pero que nunca se había escalado a excepción de Alain Hubert... y ahora nosotros.

¡Desafío conseguido amigos! Y por cierto... ¡FELICES FIESTAS A TODOS !

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