De cómo una sala de disecciones de Veterinaria se convirtió en el corazón cultural de la Universidad de León

De izquierda a derecha, Ricardo Barrientos, Miguel Ángel Barreales y Pepe Tabernero, en El Albéitar.

César Fernández

El Servicio de Actividades Culturales de la Universidad de León despegó hace 30 años sobre la base de un ejemplo de reciclaje arquitectónico. Y así una sala de disecciones de la antigua Facultad de Veterinaria, que ya había sido antes gimnasio, se convirtió en el Teatro El Albéitar, epicentro de su oferta. Unos años después hubo que adaptar una estancia de lo que había sido hospital en sala de exposiciones del Campus de Ponferrada, completada con la ampliación por otra ubicada frente al salón de actos del Edificio de Servicios. Había continente; quedaba llenarlo de contenido.

El despegue fue también consecuencia de la constancia de una labor profesional. Pepe Tabernero venía de la Universidad de Salamanca y en julio de 1990 se había puesto al frente del flamante Servicio de Actividades Culturales de la ULE. Miguel Ángel Barreales ‘Barri’ llegó en octubre de ese mismo año y tomó el relevo al comienzo del presente curso con la jubilación de Tabernero. A principios de 1992 se incorporó Ricardo Barrientos. Los tres pueden contar la historia de un departamento levantado sobre las cenizas del antiguo Cine Club Universitario y sostenido al ritmo nada habitual de una agenda casi diaria de espectáculos.

Los responsables tuvieron primero que adecuarse al continente. Hubo factores a favor y en contra. “Acústicamente tuvimos suerte”, aplaude Barreales sobre la sonoridad del Teatro El Albéitar, estrenado en octubre de 1992 tras emplear el Recreo Industrial y el Juan del Enzina como alternativas. “Teníamos limitaciones por el espacio escénico. No se podía ampliar ni un milímetro”, contrapesa Tabernero sobre este recinto largo y estrecho adaptable a pequeños y medianos montajes. Las salas de exposiciones se abrieron en 1998 con una retrospectiva de los fondos artísticos de la ULE. El Campus de Ponferrada, que se inauguró en 1996, cuenta con sus propios espacios, complementados ahora con el Conservatorio Cristóbal Halffter o la Sala Río Selmo.

Hubo después que llenar ese continente de contenido. La premisa estaba clara. “Desde el principio, la idea fue ofrecer una programación diferente y de calidad sin ponernos pomposos ni estupendos”, señala Pepe Tabernero. Heredero del espíritu de Mayo del 68, aterrizó en León con otro mandamiento: “La formación universitaria no sólo son los contenidos académicos. Hay que fomentar un pensamiento crítico”. El resultado se tradujo en una oferta variopinta que iba desde artistas emergentes hasta el teatro independiente de Buenos Aires o el cine procedente de festivales como Cannes o Berlín. Así no fue raro que Jorge Drexler se pasase por León apenas un mes antes de recibir en 2005 en Hollywood el Premio Óscar a la Mejor Canción Original por Al otro lado del río.

La formación universitaria no sólo son los contenidos académicos. Hay que fomentar un pensamiento crítico

Pepe Tabernero Exresponsable del Servicio de Actividades Culturales de la Universidad de León

“Somos un referente en la Comunidad Autónoma”, destaca Ricardo Barrientos. El Servicio de Actividades Culturales de la Universidad de León se ha movido con los diferentes equipos rectorales en un escenario ideal que combina una suficiente complicidad con una necesaria independencia. La programación se confeccionaba desde los comienzos con una periodicidad mensual para contar con margen de maniobra. Los artistas disponían de la comodidad de poder alojarse en la Residencia de Profesores. Y la sociedad leonesa se beneficia de contar con una oferta cultural a tiro de piedra del centro de la ciudad sin necesidad de desplazarse al Campus de Vegazana. Sus responsables pueden presumir de una programación casi diaria siendo conscientes de que hay universidades en otras latitudes que consumen en un espectáculo todo el presupuesto del que dispone de León a costa de no tener esa oferta continua.

Con la perspectiva de más de tres décadas al frente del servicio, Pepe Tabernero admite un cambio de perfil en los usuarios. “Se ha ido perdiendo público universitario. Cada vez veo menos gente joven”, lamenta con una paradoja añadida: “Ahora que hay más facilidad de acceso a los artistas veo menos público que nunca”. Barri tira de la buena afluencia de este curso para hacer alguna precisión. La primera tiene que ver con la evolución de una sociedad que usa otros canales de información: “La gente joven ya no lee el periódico de papel, ni abre el correo semanal que mandamos. Llegan a la información por las redes sociales”. Hay otras lecturas: “La enseñanza está tan academizada que el tiempo libre era mayor antes que ahora”. Y también queda espacio para otras paradojas mirando a los propios docentes: “Hay más afluencia de profesores de carreras científicas que de humanidades”.

La utopía de una oferta global de ciudad

La evolución da para abrir la reflexión con aquel mandamiento de fomentar el pensamiento crítico con el que aterrizó Pepe Tabernero en 1990. “La idea es que la oferta pueda servir de complemento de las clases”, insiste, al tiempo que sostiene que queda la asignatura pendiente de que “hacer una oferta cultural global como ciudad”. “Eso es una utopía”, advierte Barreales al aludir a las dificultades de no contraprogramarse. Conscientes de que otras universidades asientan su oferta en los campus “por una cuestión de funcionalidad”, la ubicación de El Albéitar “puede ser un arma de doble filo”, admite Barrientos contrapesando al público universitario y la sociedad en general. Y Barreales subraya la capacidad de la oferta cultural como “centro de generación de negocio y riqueza” en la ciudad.

La gente joven ya no lee el periódico de papel, ni abre el correo semanal. Llegan a la información por las redes sociales. Y la enseñanza está tan academizada que antes había más tiempo libre

Miguel Ángel Barreales Responsable del Servicio de Actividades Culturales de la Universidad de León

El Servicio de Actividades Culturales de la ULE ha gozado siempre de estabilidad salvando circunstancias como la crisis económica de 2008 o la caída de Caja España, un factor este último que levantó mucha preocupación por el destino de fondos que revertía a la cultura. Y ha superado una pandemia que impuso primero el cierre y luego mascarillas y aforos limitados al 30% (“y los asistentes fueron muy respetuosos”, tercia Barrientos) hasta el regreso a la normalidad dejando algún público por el camino. “Había gente que tenía miedo. Dejó de venir y ese público no se ha recuperado. Pero en general la gente respondió”, recalca Barreales sin obviar que había asientos que no volvieron a ocuparse: “Y a veces te daba miedo preguntar hasta que te enterabas de que esa persona había fallecido”.

Con la vista puesta en el futuro, el objetivo principal del departamento sigue pasando por ofrecer una “propuesta cultural alternativa, emergente y diferente”. “La digitalización en un amplio sentido” también está entre las prioridades del actual responsable (al frente de un equipo que completan Ana San José, Lorena Blanco, Iván Díez ‘Genzo’ y Alba González) con la idea de valerse de las redes sociales como canal de información y de avanzar en otros ámbitos como la venta online. Más de 30 años después de haber logrado reconvertir una sala de disecciones en el corazón de una oferta cultural, las miras están puestas en llegar a un público universitario que ya no es el mismo y seguir dando un servicio de primer nivel a la sociedad leonesa. 

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