Nodding by the Fire: At Home in the Wilderness
Eclecticismo es la palabra que mejor puede definir a Nodding by the Fire, la banda se desliza suavemente entre las olas tranquilas de un mar en calma. Javier Ordás, Carlos Puente y Jacob González y María García son ofrecen, desde León, una muestra de lo que la música nórdica debería ser, o quizás el folk, el grupo es inclasificable y sobre ese lecho es en el que descansan.
La instantaneidad es uno de esos valores inmateriales que un artista o grupo puede tener o, en cambio, pelear toda una vida por él, Nodding by the Fire pertenece al primer club, en el que se instala desde los primeros acordes de su disco, I´ll tell you a estoy es un circulo en si mismo, sin resquicio de aristas que puedan estropear la complejidad instrumental que, a pesar de ello, no desentona en ningún momento. Las guitarras son eclécticas hasta que se llega cerca del infinito, desde donde gritan y se ofrecen a volver a los oídos del sorprendido oyente, que aun trata de localizarlas en la estructura de la canción cuando ellas ya se han ido de nuevo a buscar Far Beyond the Border, que tiene mucho que ver con fronteras y recuerda someramente al primer Ennio Morriones, al del Spaguetti Western del que fue tan responsable de su éxito como el propio Leone.
Entre ritmos medidos y viajando hacia el norte de Europa, en el que las canciones van perdiendo voz y se componen, con el frío, de más y más instrumentos, y así vamos descubriendo más referencias musicales a otro de los grandes grupos pseudoinstrumentales nórdicos, Sigur Ros, y a otra de las grandes solistas, Björk, uno llega a imaginarse la voz de la islandesa sobre la medida estrategia instrumental del grupo leonés.
La sorpresiva rutina se ve interrumpida por la incorporación de nuevos instrumentos, banjo, percusión y la complejidad de los sonidos se multiplica en el interludio de sólo 42 segundos que forma Somewhere a band is playing, que tiene más de jam sesión en medio de un ensayo, con lo que ello provoca, que de canción en si, la pausa relajante da paso a Cruz de la Figalina, la única canción con titulo en español del disco, y que supone un cambio de rotura rítmica del disco, que parece volverse más pop por momentos, sin perder el halo folk que impregna a todas las canciones.
Spread yogur rings es un homenaje a la naturaleza, una pista corta de apenas 2 minutos, con sonido de pájaro incluido que nos traslada a un campo lejano en el que las guitarras han tomado el poder y no dejan de sorprendernos, superponiéndose unas a otras y al banjo.
El disco se cierra con Night Blooming, otro tour de forcé de dos minutos que nos deja un gran sabor de boca con unos punteos más que acertados que acompasan, literalmente el subconsciente guitarrero en el que se basa todo el disco.