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'Misión imposible: Sentencia mortal - Parte 1': la Entidad

Con esta primera parte de lo que parece ser el epílogo de una saga tan exitosa como exprimida, Christopher McQuarrie y Tom Cruise demuestran saber perfectamente cuáles son los resortes que han de pulsar para que el espectáculo no cese. Es puro cine de acción, lo importante aquí no es detenerse sobre sesudos giros argumentales o reveladoras transformaciones de unos personajes que ya están suficiente y pulcramente perfilados para definir el arquetipo que les ha tocado reproducir. Aquí de lo que se trata es de darle al espectador locas persecuciones, descabellados saltos, acrobacias imposibles, salvajes e interminables peleas, fuego, ruido y explosiones por doquier. Y eso lo clavan, tanto un McQuarrie que sabe donde colocar su cámara en cada escena para que la coreografía final sea de una contundencia y preciosismo deslumbrantes (en este sentido toda parte final que sucede en el tren es de una brillantez abrumadora); como un Tom Cruise que vuelve a demostrar ser un imbatible héroe de acción que, además de saber correr y ejecutar mil acrobacias sobre la pantalla, mantiene intacta ese aura de estrella después de tantos años y tantas películas.
El papel secundario que ejerce el argumento en este tipo de filmes es algo relativamente reciente. Y aquí llega el discurso sobre cómo las nuevas herramientas tecnológicas y digitales han fagocitado la imaginación, ese peculiar e intrínsecamente humano talento que ha servido para crear y nutrir las más fascinantes historias de aventuras casi desde el principio de los tiempos. Porque es evidente que los paradigmas han cambiado, que lo digital se ha impuesto a lo analógico, que en la mayoría del cine de acción contemporáneo importa más el “cómo sucede” que el “por qué sucede”, que prima lo visual sobre lo racional, el impacto sensorial sobre el sedimento reflexivo.
Dicho todo esto sobre la precariedad argumental que adolece el nuevo cine de acción, hay que reconocerle a Misión imposible: Sentencia mortal cierta ambición por darle una vuelta de tuerca y actualizar al malo malísimo de la historia, enfrentando a nuestro héroe a una inteligencia artificial capaz de controlar cada rincón de internet y por lo tanto de proporcionar a quien la posea el dominio del mundo. Esta diabólica abstracción se llama 'Entidad' y vendría a representar el lado tenebroso de esa nueva deidad que emerge en estos tiempos y que se acerca a la verdad absoluta gracias a infinitos cálculos algorítmicos. Así, el bueno de Ethan Hunt enarbolaría la bandera de lo que conocemos como factor humano para salvar al mundo de la tiranía tecnológica. O dicho de otro modo, el bueno de Tom Cruise apelaría a las incontables texturas del alma humana para salvar al cine comercial del abuso digital. Quizás la más imposible de todas las misiones.