'Minutos infinitos en casa'

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Lizbeth Arias

Ha llegado la noche. Observo mi teléfono, son las 9:11p.m. Los minutos no dejan de correr y pienso: «¿cuándo acabara esto?». Empiezo a imaginar lo bonito que era compartir con mis amigos, respirar aire puro, mirar el cielo resplandeciente y el color rojo de las rosas en el campo.

Despierto. Un día más en casa y aun siento felicidad dentro de mí porque miro a mi familia junta, desayunando, pero tengo la esperanza de que los minutos en casa se acaben. La monotonía se apodera de mí cada minuto, cada hora. Sin saber qué hacer, empiezo por arreglar la casa, ayudar a mi madre y hacer un poco de ejercicio.

Los minutos corren como el agua en el páramo y opto por leer. Tomo las escaleras y observo con mucha atención el panorama de mi pueblo solitario. Sin ninguna huella marcada en el sendero, solo escucho el silbido del viento y el cantar de los pájaros.

Mi hermano empieza a acercarse y quiere jugar, apenas tiene 6 años y ha sentido el aburrimiento durante estos minutos, horas, días en casa. Empezamos a correr por la terraza con nuestro cachorro. Miro el rostro de mi hermano, feliz, riéndose, y entonces analizo: «no podemos quejarnos de lo imposible que es quedarnos en casa para salvar nuestras vidas».

Mi padre nos llama a cenar y miro cómo la luna se mueve cada vez que los minutos pasan. Bajamos las escaleras y, en la cocina, empezamos a cenar. Mi padre y mi madre, como siempre, todas las noches, deciden ir a dormir temprano con la esperanza de que al día siguiente la luz vuelva a iluminar nuestros caminos. Con mi tío y mis hermanos entablamos una conversación y jugamos cartas. Cada día extraño esos abrazos eternos de mis amigos y primos, pero tengo la esperanza y la fe de que esto terminará y volveremos a sentir el calor de un abrazo infinito.

* 'Minutos infinitos en casa' es un relato publicado dentro de la iniciativa lanzada por la asociación cultural El Pentágrafo e ILEÓN.COM para recoger escritos con temática relacionada con la actual crisis ocasionada por el coronavirus Covid-19.

Lizbeth Arias es oriunda de Salinas de Guaranda, Ecuador. Salinas es un pueblo con apenas 1.000 habitantes pero es un lugar muy hermoso y turístico. Tiene 20 años, estudia en la ciudad de Ambato en la Universidad Técnica de Ambato la carrera de Pedagogía de los idiomas nacionales y extranjeros. Y así define su relación con la escritura “Amo escribir porque me permite plasmar todo lo que siento y no hay necesidad de decirlo ”tus letras las plasmas en hojas, pero las llevas en el corazón“.

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