El Brutalismo en León: una escuela arquitectónica impactante con muy pocos edificios

Brutalismo. Una escuela arquitectónica propia de la postguerra europea que utiliza el hormigón a gran escala para crear formas destacadas pero con una crudeza monumental. Los edificios brutalistas destacan por su espectacularidad, pero a la vez son tan secos en su decoración que tienden a no gustar al público en general. Uno de esos ejemplos en la capital leonesa podría ser el Complejo de Santo Domingo, enormemente criticado por la ciudadanía “por romper la armonía de la plaza” pero a la vez alabado por los arquitectos “por ser una excelente solución arquitectónica”.

El brutalismo se define así no por lo brutas que parecen sus formas, que en el mundo soviético alcanza su paroxismo, sino que proviene,de una mala traducción literal de un término acuñado por Rayner Banham a partir del uso del hormigón brût ['crudo' en francés] por parte del genial arquitecto Le Corbusier. “Se caracteriza por la exhibición desnuda de materiales que hasta entonces cumplían su cometido, generalmente estructural, detrás de un ropaje decorativo”, explica Eloy Algorri en su Guía de Arquitectura de León.

Es decir, que son construcciones que se despojan de las filigranas decorativas compuestas, y buscan ejercer esa función con curvas y bloques realizados con un único material, en este caso el hormigón porque era más barato y más fácil de conseguir tras la segunda guerra mundial. Algunos de sus edificios son realmente espectaculares, pero en España no fue una escuela con gran introducción, aunque pinchando aquí se pueden conocer ocho de ellos que merecen la pena. Y en la provincia de León es difícil encontrar ejemplos puros de ello, al contrario que en Asturias, con una arquitectura más industrial. El edificio brutalista genuino debería ser exclusivamente de hormigón, sin aditivos, sin placas o plaquetas como se puede ver en la imagen de aquí abajo.

Hablar de brutalismo en la provincia de León es complicado. Incluso el Complejo de Santo Domingo de Javier Carvajal Ferrer en la capital leonesa, que pareciera el más emblemático, no se considera como tal, sino que algunos arquitectos lo ven más como arquitectura moderna. Sí existe una escalera de incendios puramente brutalista, realizada por Cecilio Vallejo en el colegio de las Agustinas, y quizás las iglesias de San Juan de Regla en La Serna y de Santo Toribio de Mogrovejo en el Polígono X, y la iglesia evangélica de Eras de Renueva. Otros edificios que sí se consideran brutalistas son el de Los Picos en la calle de Villabenavente y el Edificio Jardín en la avenida de la Facultad. Quizás también el estadio de fútbol Reino de León tiene líneas brutalistas, sobre todo por el voladizo del toldo. También podrían destacar en esta línea el Musac y el Auditorio Ciudad de León de Tuñón y Mansilla, aunque con más línea que escuela como le ocurre al Centro de Alto Rendimiento Deportivo de la Universidad de León recuerda a esta escuela arquitectónica. Hay otros edificios que lo parecen, como el del comienzo de Ordoño II, o el de la plaza Odón Alonso pero se confunden con el movimiento de arquitectura moderna.

La película de 'El Brutalista'

En la 97.ª edición de los Premios Oscar, diez películas compiten por el prestigioso galardón a Mejor Película. Una de ellas El Brutalista, un ambicioso largometraje de más de tres horas de duración que incluye un intermedio de 15 minutos. Dirigida por Brady Corbet, narra la historia de László Tóth, interpretado por Adrien Brody. Un arquitecto judío húngaro que sobrevivió al Holocausto, emigra a Estados Unidos con su esposa después de la Segunda Guerra Mundial. Aunque inicialmente enfrenta dificultades en su nueva vida, su destino da un giro inesperado cuando conoce a Harrison Lee Van Buren, un enigmático cliente interpretado por Guy Pearce, que transformará su existencia.

La plataforma Movistar Plus+  transmitirá los premios en España. La programación comenzará a las 22.00, con el espacio La noche de los Oscar y la gala en sí una hora más tarde, estando prevista que termine a las 3.30 horas. El Brutalista tiene diez nominaciones.

El brutalismo es una escuela arquitectónica que no deja indiferente, o se odia, o se adora. Hay muchos admiradores de este tipo de edificios, y en Instagram son famosas las cuentas de Brutalismo, como @rutal_architecture, @sovietbrutalism_, @spain_brutalism y @madrid_brutalism. Hay verdaderos apasionados de las fotografías de estos edificios. Y en ILEÓN, reconozcámoslo, también. Gracias a la película de Adrian Brody nos hemos propuesto echar un vistazo a este tipo de arquitectura y su impacto en León.

Muy pocos edificios brutalistas puros en León

El resumen es que hay muy pocos edificios brutalistas puros. Quizás los únicos claramente definidos son tres. El edificio de Los Picos frente a la Comisaría de la Policía Nacional y el Edificio Jardín al principio de la Avenida de la Facultad (número 7). La única pega que tienen es que al ser edificios 'de fachada' no utilizan la potencia de las formas propias de los edificios monumentales de esta escuela más que para la decoración exterior. El arquitecto Eloy Algorri los explica en su guía, merece la pena pinchar en los enlaces.

El otro edificio brutalista no es un edificio en sí como tal, sino una escalera de evacuación en el Colegio de las Agustinas, en Mariano Andrés, realizado por el que fuera concejal de urbanismo Cecilio Vallejo. “Fue un trabajo de juventud junto a José Manuel Burón”, comenta. Es una escalera de incendios en el patio para las aulas del colegio de los años 90. “Lo planteamos en aquel momento con construcción en hormigón visto con estructura metálica en el interior. ”Es una obra pequeñita, una escalera de incendios. Poco habitual y era una obra atractiva, porque casi nunca te dejan trabajar una obra así en León, enclavar en un ejercicio así la arquitectura brutalista. Estuvo guapo y yo creo que quedó bien“, se congratula. Y ciertamente, se integra perfectamente con una obra, la del colegio en sí, más antigua.

Otros edificios que podrían considerarse brutalistas son dos iglesias de Mariano Díez Sáenz de Miera, la parroquial de San Juan de la Regla en el barrio de La Serna, y la de Santo Toribio de Mogrovejo en el Polígono X (ambas descritas en la Guía de Arquitectura de Algorri en los enlaces anteriores). También podría decirse que la iglesia Evangelista de Eras de Renueva tiene una inspiración brutalista. Las tres se construyeron sobre una base de hormigón con el que se efectúan figuras geométricas y muros redondeados.

De un primer vistazo, los dos premiados edificios de los arquitectos Tuñón y Mansilla, el Musac y sobre todo por su espectacular fachada abocinada de hormigón, el Auditorio de León podrían encajar en la fórmula de construcción brutalista por su construcción en hormigón por tongadas. Pero la mayoría de los arquitectos no los definirían así. De hecho el Auditorio tiene el premio Mies Van der Rohe, uno de los padres del movimiento moderno y tampoco ayuda el forrado de colores de las planchas de plástico de la fachada del Musac, aunque sus interiores sean de hormigón crudo.

Más ejemplos de arquitectura de línea brutalista pueden ser el estadio de fútbol Reino de León, sobre todo por el voladizo continuado como especie de toldo que protege del sol y la lluvia, pero como se construyó por módulos (aunque sean de hormigón) no entraría dentro de la definición, ya que la construcción de este tipo de obras se realizaría por tongadas para que fuera pura.

Otros similares, aunque más bien se consideran de arquitectura moderna (que no modernista, como ocurre con Gaudí) son el del comienzo de Ordoño II, el Edificio Mata Espeso, y otro en la plaza Odón Alonso como se ve en las fotos de aquí abajo. También un edificio en la Gran Vía de San Marcos con una fachada similar al Complejo de Santo Domingo, en la manzana entre Lope de Vega y la Plaza de la Inmaculada.

Por último, aunque seguro que habrá más, y más ejemplos en la provincia –aunque no muchos–, el CEARD (CEntro de Alto Rendimiento Deportivo de León) en Campus de Vegazana tiene una construcción en hormigón con voladizos que recuerda al brutalismo, aunque su estructura es demasiado simple y posiblemente quede mejor incluida en el movimiento de arquitectura moderna.

¿Por qué hay tan poco brutalismo en León?

La cuestión es que para la redacción de este reportaje ha costado pensar en ejemplos de edificios que sean brutalistas, más allá del Complejo de Santo Domingo que lo impregna todo (y que se valorará en el despiece posterior del final del artículo), por lo que la cuestión es preguntarse por qué hubo tan poca construcción de este tipo, o por qué prácticamente nadie conoce esta escuela arquitectónica.

La premiada arquitecta leonesa Raquel Santamarta define el brutalismo como una arquitectura “que igual no casa mucho con lo conservadora que es la gente en León”. “Son volúmenes puros, cilindros, prismas, con formas muy puras. No son formas retorcidas. Y que se construye con hormigón”. Y que no es a lo que está acostumbrada la gente. “Probablemente sí tenga algo que ver con la forma de ser que tenemos. Es verdad que yo creo que en León sí que lo de la innovación cuesta un poco. Que somos muy de 'es que se ha hecho siempre así, porque lo voy a cambiar yo' y ha costado más que entrara la modernidad en la arquitectura”.

Quizás también tiene que ver la crisis que azotó España tras la Guerra Civil, agravada con la Segunda Guerra Mundial, que no permitía construir enormes edificios con hormigón. Y los proyectos de este tipo comenzaron a construirse con una diferencia de quince años con respecto a Europa, a finales de los sesenta cuando el movimiento surgió en los cincuenta en el resto del mundo. Posiblemente cuando se ejecutaban las obras emblemáticas, como Torres Blancas en Madrid, la escuela ya estaba algo caduca y no tuvo una ventana de oportunidad grande en pequeñas provincias más conservadoras.

Cecilio Vallejo, que sí tiene una construcción de este tipo como se contó al principio, considera que “tampoco es una arquitectura que proliferara mucho, que tenga demasiados ejemplos En España. En Madrid sí, en el País Vasco, pero en León no. Posiblemente porque es un estilo más adecuado a los grandes edificios institucionales que a uno de viviendas. En León, pues se movía más una arquitectura de otras épocas”.

La cuestión es que hay pocos edificios de este tipo de línea brutalista, y menos puros en León. Porque a la mayoría de la gente no le gustan este tipo de construcciones y son más de los inmuebles del ensanche. La polémica que causa el Complejo de Santo Domingo (o que tiraran el Instituto General y Técnico para sustituirlo por el edificio actual de Juan del Enzina) sigue creando fortísimo rechazo en el público leonés.

¿Y el lector, conoce más ejemplos de arquitectura de línea brutalista en la provincia?

El Complejo de Santo Domingo, un edificio que 'espanta' a la gente y que los arquitectos consideran un proyecto excepcional

Aunque no sea brutalismo puro, y la mayoría de los especialistas lo consideran arquitectura moderna, el Complejo de Santo Domingo, de Javier Carvajal Ferrer y el leonés Jesús Arroyo Quiñones, es uno de esos ejemplos de edificios que no deja indiferente a nadie y que sus líneas recuerdan a esta escuela del hormigón en crudo. No lo es, porque se montaron placas en la fachada, pero las escaleras del interior sí están construidas al modo brutalista, con hormigón realizando las formas de las mismas.

Un edificio realmente polémico, ya que el sentir popular es que destroza la imagen de la plaza del mismo nombre, más cuando sustituyó al viejo convento, pero que para los arquitectos es una joya arquitectónica que resuelve “de forma excepcional” el espacio. Es un edificio de viviendas y oficinas que tiene el reconocimiento Docomomo.

¿Cómo es posible eso? ¿Que haya tantísima separación entre lo que el común de los mortales piensa del edificio y lo que los expertos opinade él? Pues porque este tipo de actuaciones no son sólo el impacto visual, que es enorme sin duda, sino también la solución arquitectónica y urbanística que propone. Y en ese sentido, el proyecto de Carvajal y Quiñones es un ejemplo de cómo se tienen que hacer las cosas para integrarse en las medianeras de los demás edificios colindantes (las alturas) y en abrir un espacio para el ciudadano con su solución en espiral dejando una plaza abierta al paseante en vez de un patio cerrado como solventan los demás edificios alrededor. Además, desde la plaza el bloque principal del edificio, de ocho plantas, se observa en la misma altura pese a que la torre tiene trece pisos, ya que juega con la perspectiva para parecer que está a la misma altura, como se puede apreciar en la imagen de aquí abajo.

“Pese a que el proyecto surgió de la especulación, no dejan de ser realmente interesantes las soluciones que aporta”, destaca Raquel Santamarta, de Narra Arquitectura. El complejo de Santo Domingo, donde vive, es para ella un avance en la arquitectura leonesa: “Cuando lo estuve asimilando había muchas cosas que me llamaban la atención, sobre todo su solución en espiral, hasta el punto que me digo'que modernos eran antes'. Porque al final lo que le pide la propiedad al arquitecto es 'queremos algo que sea absolutamente novedoso'. Y lo que quisieron fue traer la modernidad, es decir la arquitectura que se estaba haciendo en Europa y lo consiguieron”. “De hecho, este fue antes que las Torres Blancas y que el edificio Valencia y todo eso. Fue muy innovador el Complejo”, señala.

Coincide con ella Cecilio Vallejo: “Es un edificio magnífico. El Complejo de Santo Domingo de Carvajal es un buen ejercicio de arquitectura. Sobre todo para los tratamientos de los espacios. La verdad que es un edificio que, con el impacto que tiene, está muy bien estructurado”.

Historia de Santo Domingo

El Complejo y la plaza de San Agustín en León tienen una rica historia que se remonta al siglo XIII, explica Eloy Algorri en su web. “El convento original fue fundado en 1261 fuera de las murallas de la ciudad por iniciativa real, pasando posteriormente bajo el amparo de la familia noble de los Guzmanes, Duques de Toral. Durante la Guerra de la Independencia española, el convento sufrió graves daños al ser ocupado, saqueado e incendiado por las tropas francesas. Este evento marcó el inicio de un turbulento período de 150 años para el edificio”, viene a explicar.

En 1843, el espacio fue utilizado para ferias de ganado, continúa explicando. Posteriormente, las Agustinas Recoletas, desalojadas de su anterior ubicación en 1868, adquirieron los restos del convento. La reconstrucción fue un proceso largo y costoso, en el que participó el maestro de obras Rogelio Cañas.

Sin embargo pese a las críticas de que se tirara el convento en los años sesenta, los trabajos de demolición ya habían comenzado mucho antes. En 1926, gran parte del edificio fue derruido para dar paso a la Gran Vía de San Marcos. Una nueva reconstrucción, finalizada en 1930, alineó la iglesia con la nueva avenida. En 1965, las monjas vendieron el edificio y se trasladaron a un convento en las afueras de la ciudad.

Pese a las críticas actuales, “la demolición final del edificio histórico no generó oposición significativa en la ciudad, posiblemente debido al régimen político de la época y a la influencia del grupo empresarial promotor del proyecto”, explica Algorri.

El nuevo complejo fue encargado por el Banco Industrial de Crédito —el último intento de crear un banco exclusivamente leonés— diseñado por el arquitecto local Jesús Arroyo en colaboración con Javier Carvajal, quien acabó asumiendo la mayor parte de la autoría. El edificio comparte similitudes estilísticas y constructivas con la Torre de Valencia en Madrid, también diseñada por Carvajal y conocida por su impacto visual sobre la Puerta de Alcalá.

¿Por qué es tan 'bueno' según los arquitectos?

“Yo creo que el Complejo sí que es una buena solución. ¿Sabes por qué? Porque al final solucionan las medianeras. Al final, ahí tienes... el edificio de la esquina de Ordoño tiene una altura, y el primero de Gran Vía de San Marcos otra, tiene que solucionar encuentros. Y de hecho, por eso se soluciona en espiral, que para mí es lo mejor de ese proyecto. Que parte de una altura, me parece que son ocho plantas, contra el edificio que tiene al lado, en Gran Vía de San Marcos, y va creciendo hacia la torre central, la que ya da la plaza, la torre, la que queda ahí, recogiendo las distintas alturas que se va encontrando. Si lo hubiera hecho al revés, si lo hubiera hecho alineado a vial y dejando el patio hacia adentro, los encuentros con los colindantes eran raros. Los encuentros no iban a quedar bien. A mí, o sea, sí que es verdad que es una apuesta que nace de la especulación, claramente, pero que arquitectónicamente es muy buena por eso, porque soluciona muy bien las medianeras”, explica Raquel Santamarta.

Vallejo cree que “es un ejercicio arquitectónico de lo mejor de esa época”. “Es decir, si volvemos la vista atrás a la arquitectura de la época de los años setenta, que fue muy mala en León, es un buen proyecto, muy bueno”. “Además hay que fijarse cómo cuida un poco los espacios. Como integra la vegetación. Cómo juega con los huecos. La verdad que el pasaje que se crea en el interior es un concepto urbano que permite a la gente ganar una plaza dentro de un edificio. Yo creo que es un concepto urbano que demuestra calidad arquitectónica. Aquí hay un trabajo importante de reflexión arquitectónica”, concluye.

¿Y por qué la polémica? ¿Por qué lo detesta la gente?

Sorprende la rápida respuesta de los arquitectos a la hora de calificar un edificio que la mayoría de los vecinos en León consideran poco menos que “espantoso y un tochón” que rompe la armonía clásica de la plaza. No es el caso del que suscribe este artículo, porque vivió en él durante veinte años, y pudo disfrutar de sus espacios abiertos en el patio y su terraza superior, que hacen del edificio una especie de pueblo en sí mismo con su parte de oficinas, de tiendas, de cafeterías (incluso el DiscoBar) y de diversiones adolescentes de botellón incluso. La aparente dureza de sus líneas ha albergado siempre mucha vida en ellas dotando de un espacio más, una plaza más, a la ciudad en el centro. Es la 'plaza B' de Santo Domingo que está tan bien integrada que prácticamente nadie se da cuenta de que existe y de que según se entra por donde la torre de trece plantas no se está entrando en una calle normal.

Pero en esencia recibe –pese a ser un edificio más que destacable, no sólo por su imponente presencia sino por su esencia de buena arquitectura–, la misma crítica que recibe el actual Instituto Juan del Enzina comparado con el anterior instituto técnico. Pareciera que al leonés le siguiera gustando más la arquitectura ecléctica del Ensanche y la racionalista de hace más de un siglo. “Pero, bueno, también la gente odiaba el edificio Botines cuando se construyó por Gaudí y ahora es un mito, un símbolo de la ciudad”, indica Cecilio Vallejo.

“Es un edificio magnífico, sin duda. Sí que creo que podríamos hablar en él de una influencia de la arquitectura brutalista. Es un edificio muy pionero en toda España el Complejo una arquitectura Que Carvajal utiliza mucho En Madrid y en más sitios, pero que es escasa y es bueno que León tenga un ejemplo tan notorio, siendo uno de los edificios más importantes de aquella época y no se hicieron prácticamente edificios destacable como éste hasta los ochenta o los noventa”, concluye el arquitecto y urbanista leonés. 

La propia Raquel Santamarta se sorprendió al saber que la mayoría de la gente detesta el impacto visual del edificio, y sigue defendiendo que es un gran proyecto bien rematado. “Vamos, al final lo que hace el Complejo es solucionar el entorno. Si hubiera hecho lo que hacen los de al lado, que es eso, un edificio alineado a vial entre medianeras, las medianeras que tiene ambos lados no tienen nada que ver una con otra. A ver cómo solucionas eso. Aunque fuera por la especulación y todo lo que quieras, es un ejemplo de que la ciudad se modernizó en algo”, reflexiona.

“Fue un edificio pionero. Qué curioso. Pero ahí se quedó y no hicieron mucho más así en León”, termina la arquitecta.