Arte, amor y naturaleza

Retrospectiva de Diego Segura 1987 - 2017 'Miradas sensibles'.

Javier M. Seisdedos

Dentro de lo humano, resonando desde tiempos antiguos, cuando todo se miraba desde la pureza y la inocencia, en ese instante donde todo compartía un mismo hálito perdido en la noche de los tiempos, surgió como un grito la necesidad de expresar y tocar tierra el deseo de sentir en la piedra en la madera o en la piel, la imaginación. Eran los sueños de la tribu en forma de dibujos, figuras abstractas capaces de atravesar con un rayo la definición exacta del espacio y el tiempo. El arte se forjo en el fuego, dentro del útero donde la comunión alquímica con la naturaleza y sus procesos nace de forma espontanea.

En lo más profundo de la caverna de músculos y tendones, donde la sangre fluye como un torrente de vida, las células recuerdan el origen mismo de la creación, en ese instante sagrado surge la emoción incontenible de crear estructuras armoniosas que son inspiradas por el palpitar de la tierra madre, dentro del torrente de agua cristalina, en el sonido poderoso de la catarata o en el aire que transporta pensamientos divergentes dentro del calor del sol que ilumina la naturaleza salvaje.

Son recuerdos que algunas personas traen consigo en su ADN y que a lo largo de su vida como semillas esparcidas por el viento son portadoras de la sutil fragancia del amor por crear esencias naturales de arte inmortal.

Los soportes siempre son asideros que están unidos al bosque a las piedras que hablan al rumor inconfesable de un sonido proveniente del cantar de un ave en pleno vuelo o de un camaleón mimetizado por el brillar intenso de colores. La lluvia, la nieve, el vapor de la niebla o la caracola de mar, pueden servir de inspiración para que la música de las esferas pongan en resonancia el poder creador y la inspiración hecha arte.

Una araña recorre su tela irrompible mientras el artista recuerda esta frase que ha marcado su vida, generación tras generación...

“Nosotros somos aquellos a los que estábamos esperando” Las palabras del anciano portador de sueños han cobrado vida y por fin la obra hecha con el amor de todos los hijos de la tierra se transforma en cobrizos colores con aliento de luna menguante.

El arco iris, surgido de la explosión del espacio, renuevan el taller y del tronco de un árbol nace de nuevo la vida.

Todos llevamos a un creador dentro del alma y por eso nos pasamos la vida construyendo ideas que den forma a nuestra historia. Todos somos creadores pero solo algunos tienen el poder de conectar con el idioma de los cuatro elementos. Solo algunos son capaces en el silencio de escuchar con claridad las voces antiguas que dilatan el horizonte, para construir ensamblajes que den sentido a lo que antes las neuronas previamente intuyeron.

Viajeros que han venido a esta tierra a colocar Kaos creativo en el orden establecido, bendecidos por la magia del color, los tres como arquitectos de la forma son ejemplos de otros muchos esparcidos por el mundo, nos regalan la esperanza de mirarnos dentro de cada uno y recuperar el ansia de vivir y emocionarnos de nuevo.

Con alegría y pureza inmortal, con el alma de niños que aún no han perdido la destreza de soñar despiertos, con la serenidad que produce ver las cosas de otro modo, que solo con el lenguaje del alma se puede traducir en palabras, los tres amigos se unen para irradiar esperanza en estos tiempos donde la oscuridad y la luz danzan juntas

El primero de ellos el mayor del grupo solo en apariencia, viene de tierras lejanas, fue acogido por las montañas y se dejo seducir por las paletas de vivos colores de escobas amarillas y flores de lavanda.

Construyo un taller de conocimiento y sabiduría inmortal con el sello mágico del número 7.

Su vida fue conducida por el halo invisible, hasta convertirle en el sabio que hoy en día es...

Sus palabras siempre van acompañadas de pulsos de armonía que aprendió al escuchar el ritmo de las olas y las mareas que están conectadas con las estrellas universales.

Su sana obsesión. Encontrar la pulsión de la naturaleza.“ Buscar la naturaleza del arte en el arte de la naturaleza”

El poder de una mirada sensible capaz de ver el reflejo, llenando de conocimiento todo lo que antes tan solo eran sombra. Él, que sabe caminar en la oscuridad total, nos condujo por los entresijos de su obra llenando de luz los espacios del Instituto Leones de Cultura.

Una retrospectiva inolvidable; experiencia que quedará en el recuerdo absoluto de cientos de personas que durante tres meses, en un peregrinaje colectivo de la memoria, recorrieron más de doscientas obras, donde los padres pasaban el testigo del espíritu del arte a sus hijos, como si de una iniciación se tratara.

A continuación de forma sigilosa se acerca el segundo del grupo, es rápido y veloz como un lobo estepario que ha cruzado montes, cerros y valles en busca de libertad.

Se esconde en los bosques y en las cuevas más profundas, para encontrar la inspiración y en constante movimiento construye paisajes indefinidos, llenos de savia de árboles que le hablan al oído. Es capaz de dar vida de nuevo a la forma inerte, otorgando una segunda oportunidad a lo que en apariencia estaba muerto.

En “El Jardín de Casa” ha plantado vida, descifrando el lenguaje de los antiguos manuscritos de la biblioteca de Sildavia.

Su mayor regalo fue la secuencia vivida al comenzar su última exposición en el palacio de Don Guitierre, con más de cien niños, entablando un dialogo creativo con los maestros de la imaginación. Hasta septiembre podemos visitarla, y darnos el placer de emocionarnos .

La tercera figura llega como una lagartija que sonríe al sentir los rayos del sol en su piel. Tiene la capacidad de ver donde nadie ve y con sus finos dedos construye el idioma de los seres naturales que habitaron la tierra en los primeros tiempos. Construye mundos rescatados del fondo de los ríos o del palpitar de troncos retorcidos por el trueno y el relámpago. Códigos pintados en óleo con colores inventados, sobre la cubierta sedosa de los hombres-árbol

De forma silenciosa, como a ella le gusta caminar por el mundo, se va conociendo la obra de esta artista plástica emergente. Mucha de su inspiración le viene heredada de sus antepasados de La Sobarriba. Existe en su interior un secreto inmaterial que lleva consigo, que le hace ser capaz de conectar con la cultura de los aborígenes australianos y plasmar el espíritu de los primeros habitantes de este planeta, sin haber pisado sus poblados jamás. Aún le quedan registros de aquella época que le son susurrados y que necesita plasmar y mostrar. Su última creación lleva como título “Orígenes”. En cada obra terminada como un sello que tiene que abrirse, siempre hay escrito un pergamino con un trozo de poesía para explicar lo creado.

En algún lugar secreto los tres artistas fueron convocados junto a otros compañeros, por la madre Naturaleza, atraídos por su mundo recibieron del conocimiento de los espíritus de la tierra del agua del aire y del fuego. Sabían que en esta vida se encontrarían de nuevo para compartir experiencias, y al mirarse a los ojos volvieron a reconocerse.

Desde entonces siguen construyendo mundos imaginarios regalando a mujeres hombres y niños de su arte que nos recuerda que somos hijos de la tierra amamantados por el fluir de la naturaleza virgen en continuo movimiento y transformación.

Ellos conocen parte de los secretos que la humanidad necesita recordar para regresar de nuevo al hogar. Ellos saben que, el arte el amor y la naturaleza son las armas más poderosas para salvar a este mundo de la ignorancia y el olvido.

Dicen, que muy pronto se les podrá ver a los tres, junto a otros hermanos de la tribu, en algún lugar soñando despiertos, creando nuevos universos naturales que muy pronto se harán realidad.

Diego Segura nos mira fijamente y con una hermosa frase de Ralph Waldo se despide.

“Cuando la naturaleza tiene trabajo que hacer, crea un genio para que lo haga”

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