La neurociencia explora el camino de los gestos a las palabras

Uno de los grandes enigmas del cerebro humano es cómo entiende y produce el lenguaje. La mayor parte de los intentos por penetrar en este misterio, que ya preocupaba a los científicos en el siglo XIX, se han basado en el estudio de idiomas hablados, como el inglés, el francés o el alemán.
Sin embargo, las lenguas de signos que emplean para comunicarse las personas sordas han demostrado ser aliadas muy útiles en la búsqueda de respuestas. Este tipo de idiomas permite preguntarnos si el procesamiento del lenguaje depende de su modalidad o si, por el contrario, la activación cerebral es la misma sea cual sea la forma en la que se codifica: auditiva y oral en las lenguas habladas, y visual y manual en las signadas.
Los análisis más recientes de la actividad neuronal en personas que utilizan las lenguas de signos británica,china ynorteamericana –el último estudio, apadrinado por Noam Chomsky– ofrecen la respuesta: los núcleos del cerebro en los que se procesa el lenguaje son los mismos tanto en una lengua oral como en una signada.
Los núcleos del cerebro en los que se procesa el lenguaje son los mismos tanto en una lengua oral como en una signada
Tanto el área de Broca como el área de Wernicke, situadas en el hemisferio izquierdo del órgano pensante y fundamentales en los idiomas orales, siguen siendo importantes en la producción y comprensión del idioma para los signantes –las personas que emplean la lengua de signos–. Esto indica que estas zonas no son centros para la generación del habla y la audición del sonido, sino áreas de lenguaje de orden superior en el cerebro.
“Antes se creía que la lengua de signos activaba más el hemisferio derecho que una lengua oral, pero los estudios más recientes muestran grados similares de implicación de ambos hemisferios”, explica a Sinc Gregory. S. Hickock, investigador del Centro de la Ciencia del Lenguaje en California(EE UU) y autor de varios estudios sobre este tipo de idioma.
Sin embargo, la activación cerebral no es exactamente la misma. En el caso de la lengua de señas hay más actividad de las zonas visuales y de control de las manos, que tienen que utilizarse para el proceso de input, consistente en 'ver' la lengua de signos, y para el output –producirla–.
Según explica la directora del Laboratorio de Lenguaje y Neurociencia Cognitiva (EE UU), Karen Emmorey, estas diferencias son destacables. Por ejemplo, cuando los signantes expresan una relación espacial (como “el libro está al lado del florero en el estante”) tienen lugar procesos que no intervienen en una lengua oral.
“Se activan zonas que participan en el procesamiento espacial y en la conciencia de la localización corporal, ya que, en lugar de preposiciones, emplean sus manos en el espacio para representar la ubicación de objetos”, concreta la especialista.
Redes neuronales
El centro de investigación Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL), ubicado en San Sebastián, está inmerso en un ambicioso proyecto que profundiza aún más en el funcionamiento de la lengua de señas en el cerebro. El estudio, diseñado para desentrañar las rutas por las que navega la información, es el primero que se lleva a cabo utilizando la lengua de signos española (LSE) como objeto de análisis. La iniciativa arrancó en 2012 con un presupuesto de 110.000 euros y tiene financiación del Ministerio de Economía y Competitividad.
“Lo primero que queremos hacer es comprobar si lo que se conoce sobre las lenguas de signos ya estudiadas se repite también con la española, si es posible reproducir ese patrón de solapamiento de las zonas básicas del lenguaje”, cuenta a Sinc Brendan Costello, director del programa.
Pero su proyecto busca ir un paso más allá. “El cerebro es un órgano muy complejo en el que las distintas áreas trabajan de forma conjunta, conectadas por redes. Por ello, queremos analizar no solo las zonas de activación, sino las redes neuronales que las conectan”, concreta Costello.
Los científicos del BCBL, en San Sebastián, investigarán cómo las redes neuronales se adaptan a la lengua de signos española
Según el especialista, si el núcleo del procesamiento lingüístico es más o menos igual en las lenguas de signos que en las orales, las redes neuronales de las personas sordas necesitarán estructurarse de forma distinta por el hecho de estar trabajando con información codificada de una manera diferente.
Por ello, el equipo explorará la red asociada con el procesamiento lingüístico para ver si coincide en hablantes orales y de lengua de signos. Así podrán estudiar las reconfiguraciones que se producen en el cerebro de los signantes para facilitar el lenguaje.
Movimiento y expresiones, claves en lenguas de signos
En la configuración cerebral de la lengua de signos hay dos procesos de especial importancia que no son tan relevantes en un idioma oral: el procesamiento de información facial dinámica –los cambios de expresión en la cara– y el procesamiento del movimiento biológico –la observación de cómo se mueve otro cuerpo humano–. Ambas funciones, esenciales para la ejecución y comprensión de este tipo de idioma, están asociadas con la activación en la zona occipitotemporal, fronteriza entre el lóbulo occipital (en la zona posterior del cerebro) y el lóbulo temporal (en la lateral).
“Estamos comprobando la activación del giro fusiforme, que juega un papel importante en el reconocimiento de caras y de cuerpos, y la actividad en la parte superior y posterior del lóbulo temporal, también involucradas en estas funciones. Queremos averiguar hasta qué punto estas áreas tienen mayor importancia, más conectividad o sincronización con la red de procesamiento lingüístico cuando la lengua que se procesa es la de signos”, explica.
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