El mundo y la Historia están repletas de cosas curiosas que a veces no son noticia, pero sí son realmente interesantes. ¿Sabías que un anaquel es una tabla horizontal a modo de estante? ¿Y que proviene del árabe hispánico manáqil, que significa 'banco' o 'soporte'? Un blog sorprendente donde os contaremos lo más sorprendente de cualquier asunto.
La ciudad de El Bierzo que 'desapareció' en la Edad Media al 'final' del Reino de León
Una ciudad amurallada en lo que hoy es llamada la comarca de El Bierzo en la provincia leonesa, de la mitad del tamaño de Asturica Augusta y dos terceras partes de lo que era el campamento romano de Legio, desapareció en la Edad Media. En el siglo XIII justo en el apogeo del Reino de León (antes de dejar de ser una corona independiente y mancomunarse con la castellana), sin que se tengan noticias ciertas de qué ocurrió para que su población la abandonara.
Si el lector no es berciano (o arqueólogo) es bastante probable que jamás haya oído hablar de esta curiosidad, pese a que en los estudios de Historia es algo bien conocido y las propias autoridades promocionan su yacimiento arqueológico de una forma bastante decente: sobre todo debido a los restos de unas murallas que no tienen nada que desmerecer a las de Astorga, León o Lugo; ya que las fortificaciones de la Gallaecia romana tienen una forma arquitectónica muy similar.
Permita la audiencia jugar un poco con el misterio de esta ciudad que se despobló en el siglo XIII, pero que estuvo habitada durante más de mil años, e ir dando pistas para desvelar al final cómo se llama hoy el yacimiento. En un blog de curiosidades como éste es mejor ir aprendiendo divirtiéndose.
La población amurallada de la que estamos hablando se sabe que era un castro astur localizado en un enclave elevado a 638 metros de altura, entre suaves colinas moldeadas por las aguas del río Cúa. Un punto estratégico, ya habitado desde tiempos ancestrales cuyas raíces se conocen gracias a las Guerras Astur-Cántabras. Son los romanos Floro y Orosio, los que mencionan una antigua población que hoy se situaría cerca de Cacabelos, en El Bierzo.
Los romanos sometieron el castro astur por el hambre y sus habitantes se vieron obligados a huir hacia el monte Vindicus (¿El misteriosísimo Monte Vindio?), identificado probablemente con los montes de Ancares y Fornela, aunque nadie sabe con certeza dónde estaba.
Este enclave, originalmente un asentamiento indígena, creció en importancia hasta convertirse en un punto clave en la defensa del Imperio Romano: se convirtió en relevante no solo por su actividad comercial y administrativa, sino también por su posición estratégica como punto de cruce de importantes calzadas romanas. Así lo atestigua el Itinerario de Antonino, compendio de rutas de la época del emperador Caracalla, donde Bergidum aparece como el lugar donde convergían los caminos que conducían a las ciudades de Brácara (Braga), Asturica Augusta (Astorga) y Lucus Augusti (Lugo).
Una muralla de más de un kilómetro de perímetro
La gran joya del lugar es, sin duda, su impresionante muralla tardorromana. Construida en los siglos III o IV durante el período de la tetrarquía de Diocleciano, —que luego serviría para resistir la presión de las incursiones germánicas de Hispania—, esta fortificación es comparable en grandeza y técnica a las de ciudades históricas como León, Lugo, Astorga o Braga. Con 1.136 metros de perímetro, 4 metros de ancho y 8 metros de altura, reforzada por quince torreones estratégicamente ubicados, esta muralla es un testimonio vivo del poderío defensivo romano en la península Ibérica. Por poner un ejemplo, la de León tiene un perímetro de 1.800 metros y la de Astorga de 2,2 kilómetros.
Las puertas principales del recinto, denominadas poéticamente Puerta del Sol y Puerta del Viento, conectaban la ciudad con vías fundamentales del Imperio Romano, la Vía Augusta hacia Lugo y la Vía Nova hacia Braga, reflejando la importancia estratégica del enclave.
La localidad estuvo bajo influencia sueva desde principios del siglo V, integrada en la zona romana geográfica llamada Gallaecia y se vuelve a saber de ella al ser registrada como parroquia en textos históricos de los años 572 y 585 durante el reinado de Mirón. Lo que indica que tuvo una relevancia considerable en el Bierzo entre los siglos V y VI, destacando por su activa comunidad cristiana, aunque su advocación original permanece desconocida. Finalmente su gobierno fue asumido por los visigodos bajo el mando del rey Leovigildo en el año 585, al anexionar la confederación sueva a sus territorios. Su prominencia histórica queda demostrada en documentos parroquiales y en la Hitación de Wamba, así como en la acuñación de monedas con la inscripción de la ceca 'Bergio' y el descubrimiento de un peine de hueso perteneciente a la cultura Cherniajov, lo que evidencia la presencia visigoda.
La invasión musulmana y el Reino de los Astures
La ciudad, ya considerada capital de este territorio berciano durante la época visigoda, perdura al menos hasta la invasión musulmana de la península ibérica. Tras la llegada de los árabes en el 711, estos avanzan por la vía romana de Caesaraugusta a Asturica, alcanzando León y Astorga, donde al parecer el duque Favila pacta con ellos en el año 714.
Pero tras la rebelión de Pelayo en Covadonga, ya hacia su muerte en 737 este territorio se consolida como un bastión defensivo del reino astur, y pasa a funcionar como un castellum (una posición fortificada) desde el cual el nuevo reino cristiano organiza una frontera contra el emirato andalusí aprovechando la rebelión de los bereberes en aquel momento. Precisamente una de las derrotas más destacadas frente al poder musulman, una vez recuperado de sus luchas intestinas, ocurrió a los pies esta ciudad amurallada donde Vermudo I fue vencido por Yusuf ibn Bujt en la Batalla del río Burbia en el 791. Posteriormente, bajo el reinado de Alfonso III (852-910), las incursiones musulmanas se intensificaron en la zona.
La decadencia durante el Reino de León
Tras Alfonso III, posiblemente el primer rey de León, ya que trasladó su corte al viejo campamento romano amurallado de Legione y allí tenía su Consejo de Gobierno y Tribunal de Justicia, el reino de los astures comienza a llamarse Reino de León.
En el año 857, estas tierras bercianas son cedidas a los monjes del monasterio de Samos, época en la que se documentan unos 17 núcleos de población. A partir de entonces, esta población desaparece de los registros y solo se menciona la comarca. En el siglo X el poblado amurallado entra en decadencia, acercándose a la despoblación, aunque en el 994 aún no está completamente abandonado, como evidencia una donación de Todindo y su hermana Todil al Monasterio de Santa María de Carracedo. En 1172, Domingo Pérez cede al mismo monasterio un solar en Castro Ventosa junto a la Iglesia de San Julián.
Despoblación y olvido
Ya para el siglo XIII, a punto de perder la preponderancia el reino legionense, un documento de 1210 señala que el castro era ya un lugar deshabitado desde hacía tiempo. Esto favoreció el auge de Villafranca y Cacabelos, que se consolidaron como los principales núcleos de población de la zona. Las causas de su decadencia en el siglo IX se atribuyen tanto a las represalias de Alfonso III y las incursiones musulmanas como a la difícil accesibilidad y falta de agua en el emplazamiento elevado.
Aunque los reyes Fernando II y Alfonso IX intentaron repoblar el castro para impulsar la economía local, la repoblación forzosa causó daños a la población, por lo que el rey prohibió nuevas iniciativas y permitió el uso de las piedras de la muralla para construir el Monasterio de Carracedo. Alfonso IX, pese a la prohibición, intentó repoblar de nuevo en 1204 y 1209, pero finalmente desistió ante la oposición de los monasterios y villas vecinas.
Recuperación como yacimiento arqueológico en la actualidad
Ya es momento de desvelar cuál es esta ciudad que desapareció en el siglo XIII, si es que el lector no lo ha descubierto antes con las pistas que se han ido dando. Es la Bergida de Floro y Orosio, luego llamada Bergidum Flavium, o, como se conoce hoy su yacimiento arqueológico, Castro Ventosa.
En la Edad Moderna fue intersante para Jovellanos y el Padre Flórez, que en el siglo XVIII mencionan el yacimiento. El segundo, en su España Sagrada recoge datos sobre Castro Ventosa y el asturiano, informado de la existencia del Castro por los monjes de Carracedo, decide visitarlo y habla “de vestigios antiguos de castillos”.
Pero los testimonios más destacados son sin duda los de Enrique Gil y Carrasco y el prusiano Hans Friedrich Gadow. El escritor romántico habla del castro y describe sus paisajes, apuntando que los monjes lo usan como cantera para sus construcciones. Por otra parte Gadow, que recorrió con su mujer el norte de la península ibérica, describe la situación del Castro a comienzos del siglo XIX y se hace eco de sus leyendas y folclore.
El yacimiento es declarado monumento histórico en 1931 y Bien de Interés Cultural en 2006 por la Junta de Castilla y León. Se han realizado varias excavaciones arqueológicas y la consolidación de sus murallas, con lo cual es una visita muy interesante junto al Museo Arqueológico de Cacabelos, que expone muchas piezas de este lugar.
Además, este próximo 28 de junio la Asociación Ludus Bergidum Flavium celebrará en Las Médulas las Segundas Jornadas de Recreación Histórica Ludum Aurum, un momento perfecto para quien quiera conocer más sobre esta ciudad similar a León y Astorga que se despobló en la Edad Media pregunte a sus miembros. Puedes consultar el programa en la imagen de aquí abajo.
Sobre este blog
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