Vivir por la música
Sofía es energía pura. Se nota en la pasión que contagia al hablar de los numerosos proyectos en los que andan metida ella y su inseparable acordeón. Con 26 años, experiencia no le falta, aunque confiesa que esto hay que trabajarlo todos los días porque “vivir de la música es difícil” y, como en todo, “aquí también hay crisis”. “Hay tantos grupos que hacerse un hueco y un público es bastante fastidiado”. Para sobrevivir recurre a la docencia, dando clases en una escuela de música y dirigiendo un taller celta en París, donde vive desde finales de 2009.
Quedarse en la capital francesa no estaba en sus planes, pero cuando terminó el grado superior en el Conservatorio de Oviedo ya tenía claro que su destino no era ni su León natal -donde formaba parte del grupo Sog y colaboraba con la Orquesta Juventudes Musicales de la ULE- ni España. Soñaba con llegar al este de Europa para aprender a tocar la música 'tzigane' “como una auténtica gitana rumana”. En su cabeza estaba viajar hasta Rumanía, Bulgaria y Turquía, disfrutando de cada ciudad tres o cuatro años y enriqueciéndose con todas las novedades que fuera descubriendo en el camino.
Pero la primera etapa, París, le deparaba mucho más de lo que ella esperaba. “La vida te da sorpresas, si estás despierto y tienes los ojos bien abiertos ves pasar trenes con un destino muchísimo más increíble que ese viaje a Bulgaria que tanto ansiabas, aprovechar las oportunidades es todo un arte de vivir”, comenta esta joven.
Los primeros días en la ciudad de la luz comenzaron como solo una buena aventura puede empezar. En una habitación compartida y con un proyecto de teatro de una chica que la había llamado el día antes. Ella tenía que poner música en la obra 'Tu me manques', una historia de amor en la guerra civil española, con la compañía 'Dans tous les sens', con la que también participó más tarde en el cuento bretón 'La fée de la fontaine'.
La casualidad fue haciendo de las suyas y Sofía coincidió con otra leonesa, Beatriz, pianista que la adentró en el 'soundpainting', un grupo de músicos, actores y bailarines dirigido a base de un lenguaje de signos particular. Beatriz le abrió también las puertas a 'Pierrot panse', el grupo de 'chanson française' con el que toca y con el que sacaron disco en 2010. Y también a un proyecto de música balcánica, Kusta Metchka, que no duró más que unos meses, pero con el que Sofía confiesa que disfrutó mucho.
Otro de los grupos con los que colabora es Human Fate Project, en el que fusionan metal con músicas del mundo que una combinación que esta leonesa le encanta porque asegura que “el metal se presta a todo”. Casi como ella, que no desaprovecha ninguna oportunidad para demostrar lo que vale. El verano pasado tres de los chicos de León con los que había formado Sog, más una chica trompetista, se presentaron en París dispuestos a montar un grupo en 15 días y pagarse, tocando en la calle, los gastos del viaje. Así nació Mutten, que pasó amenizando día y noche el barrio de Montmartre con composiciones propias. “Conseguimos bastante dinero, yo tuve monedas para ir a la lavandería hasta cinco meses”, comenta Sofía.
No le faltan historias sobre las que hablar, ni nuevas ideas en su cabeza para poner en marcha, pero cree que en París no será fácil hacerlo. “Aquí hay cada noche mil conciertos y la mitad son gratis”, asegura. “Esta ciudad está bien como punto de encuentro pero si quieres desarrollar tus propios proyectos, más vale salir”. Se plantea seguir en Francia, pero en una ciudad más pequeña. De volver a España, ni habla. “Allí está la cosa mucho peor”.