Un vigilante de la Vasco denuncia el miedo a represalias por registrar por escrito los incumplimientos en Seguridad

Juicio por la muerte de seis mineros en 2013 en la empresa Hullera Vasco-Leonesa

E.F.G. / Agencia ICAL

El vigilante de segunda y miembro de la Brigada de Salvamento de la Hullera Vasco Leonesa cuando el 28 de octubre de 2013 un escape de gas grisú se cobró la vida de seis mineros, Manuel Ángel Cañón, denunció este miércoles, en el juicio que continúa en el Juzgado de lo Penal 2 de León, incumplimientos en las Disposiciones Internas de Seguridad (DIS) que, dijo, “tenían que ser el catecismo de la empresa”.

A preguntas del Fiscal, manifestó que tanto él como otros compañeros tenían asignadas más tareas de las que les correspondían para cumplir su cometido como marcaba la normativa en el tipo de explotación en la que trabajaban. “¿Por qué me destinaban esa rampla y otra u otras dos galerías a mayores si sabían que tenía que estar en la rampla permanentemente, que una DIS dice que si no se ha provocado el hundimiento, tenía que estar permanentemente en la rampla?, cuestionó y aseguró que manifestó a sus superiores su disconformidad al respecto. 

La circunstancia de tener que atender más zonas que la siniestrada pudo, dijo, haber resultado fatal días antes del accidente cuando se produjo una subida de metano que obligó a parar la labor. “Hubo un estruendo muy grande, que fue un golpe de techo, hundió la bóveda, salió mucho gas y mandé abandonar la labor. En el momento en que se produjo vino una especie de aire y empezaron a pitar los aparatos; se bloqueaban porque subió el nivel de gas en el metanómetro por encima del cinco por ciento. No se sabe si sube al siete, al ocho porque se bloquean”, relató sobre lo ocurrido antes de plantear qué hubiera podido suceder si en ese momento no hubiese estado en el lugar y sus compañeros no se percatasen del incidente. “Si aquel día llega el gas y no estoy allí y les pasa algo, no salgo de la cárcel”, subrayó. “El del primer relevo no podía salir de la rampla para nada. Por eso está muerto”, añadió en alusión a uno de sus compañeros fallecidos en el fatal accidente.

Cañón, que no reflejó lo ocurrido en el libro que recoge las incidencias de cada turno, declaró que lo comunicó verbalmente a dos vigilantes de primera y un capataz. “Aunque parecer ser que no lo recuerden, yo se lo dije. Lo tenía que haber reflejado en el libro y no lo hice porque salía bastante nervioso con la situación que habíamos tenido”, explicó y en otro momento de la declaración sugirió que no hizo constar determinados comentarios por miedo a represalias. 

El accidente

“Yo no me lo esperaba y creo que nadie se lo esperaba. Había mucho gas y preocupación, pero a mí nadie me dijo que tuviera miedo. No se podía obligar a nadie a estar ahí”, apuntó y sobre lo ocurrido este fatídico 28 de octubre señaló que, en base a su experiencia, cree que fue un hundimiento de la bóveda y no un desprendimiento instantáneo de metano, en cuyo caso “el carbón sale hecho harina; primero sale el carbón y detrás sale el gas”. 

Él, como miembro de la Brigada de Salvamento, acudió al lugar de los hechos aunque, matizó, que esa entrada fue “de paseo”, dado que ya se habían sacado de la mina tanto a los fallecidos como a los heridos. 

“La rampla estaba en perfectas condiciones. No se había movido la entibación. No había ni una gota de polvo de carbón. Creo que sintieron un bufido y salieron corriendo para intentar salvar el pellejo. Cuando se escucha un ruido fuerte en la mina lo primero que se hace es correr y luego lo que sea”, reflexionó antes de defender el trabajo de su compañero de categoría fallecido en ese día.

La explotación

También cuestionó la conveniencia de la forma de explotar esa planta. “Fuimos generando una escalera invertida. En ese macizo hubo un fuego en 2002 y decidieron dejar un macizo de corte; dejar una zona sin explotar para que el fuego no se transmitiera de uno a otro. Se llegó hasta la cuarta y empezamos a meternos 20 metros por planta. En la planta séptima ya eran 80 metros por debajo de terreno virgen. ¿Si escarba 80 metros por debajo de este edificio, qué le pasa al edificio?”, planteó.

Despidos meses antes del accidente

Respecto a los despidos unos meses antes del accidente a un ingeniero superior y uno técnico, que tuvieron que ser readmitidos, dijo que se llevaron a cabo “por velar por nuestra seguridad, por negarnos a entrar en una atmósfera altamente explosiva”. “Si hicieron eso con el jefe de la Brigada y un ingeniero superior y a otro lo degradaron, imagínese con nosotros”, reflexionó. 

Estanislao Fernández, barrenista de rampla que trabajaba en la planta donde se registró el suceso y que trabajó en en el relevo de noche, el anterior al del accidente, abrió el turno de declaraciones de este miércoles y comentó que hubo una parada por subida registrada en el metanómetro, sin considerar que fuera una situación excepcional, dado el carácter de ese macizo, donde “el carbón era muy duro y tenía gas”.

“Veía que había bóveda; los disparos rompían el carbón pero no acababa de hundir”, comentó y dijo que se lo había comentado al delegado minero, “como se lo podía haber hecho a otros compañeros”. Preguntado al respecto, se refirió como rumores a los comentarios que oyó sobre que “se estaba más allá de lo explotado en la planta de arriba y por eso no calaba el hundimiento, que se había alargado más de lo debido la galería, pero eso no se puede demostrar de ninguna manera”. “Veías las anomalías, si hacía falta algo…” dijo sobre los comités semanales de seguridad en los que participaba en ocasiones como suplente y en otro momento de su declaración que “nunca” ha estado presionado por nadie en este caso.

Trabajadores aseguran que había incumplimientos de seguridad

“Se sintió un estruendo, como una tormenta lejana, y echamos a correr. Pensamos que era el séptimo porque era el que estaba dando problemas con el gas. Sabíamos todos que tenía que ser ahí”. Manifestó el ayudante de picador Miguel Ángel Suárez sobre el momento en el que se produjo el accidente que le costó la vida a seis mineros de la Hullera Vasco-Leonesa el 28 de octubre de 2013, cuando él se encontraba en otro macizo de la explotación.

Él acudió al rescate, junto a otros compañeros, y explicó que el autorrescatador no le funcionó cuando intentó utilizarlo, aunque no pudo precisar si porque el aire estaba viciado o por la fatiga acumulada por la carrera hacia el lugar de los hechos.

Sobre las circunstancias del lugar en el que se produjo el escape de grisú que acabó con la vida de sus compañeros, manifestó que “se comentaban cosas al entrar, tenían miedo de estar allí; no querían estar la mayoría de ellos. Unos decían que tenían miedo y otros que a ver si les cambiaban de sitio. Pero nadie se esperaba nada tan grave”.

Un electromecánico prejubilado de la compañía en 2010 también, Juan José Díaz Flecha, prestó hoy testimonio y afirmó que había incumplimientos de seguridad en la empresa y que los aparatos de medición de gases “no se sustituían, se manipulaban” cuando se estropeaban. “A mí no me lo mandaron hacer pero lo vi hacer. Tenía compañeros electricistas a los que les obligaron a hacerlo”, aseguró, y respecto a las posibles denuncias por esos hechos, comentó que él lo puso “en conocimiento del vigilante que correspondía” y que plantear la queja de otra forma hubiera conllevado represalias.

También dijo que había otros incumplimientos de seguridad, por ejemplo, en las cintas transportadoras. “Si fallaba alguno, no se paraba y se hacía algo para que siguiera funcionando”, añadió.

El juicio que se sigue en el Juzgado de lo Penal número 2 de León se reanudará el próximo lunes a las 9.30 horas con la declaración de más testigos de las acusaciones del caso, que reclaman seis años y medio de cárcel para los 16 acusados, mientras el Fiscal solicita penas de tres años y medio de prisión.

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