Una vida dedicada a los animales

Patty portada

Marta Cuervo

Pata Pe, Patty, Pin, Óscar, Evelyn y Diango, son una familia, una familia diferente a la que se unen 50 miembros más, y los que están aún por llegar...

Evelyn y Diango son los dos únicos seres humanos de esta particular comunidad, que vive en armonía y con la práctica del veganismo adaptada a las necesidades de cada especie. Estos dos jóvenes son los fundadores del 'Animal Sanctuary' de León, y cada día viven dedicándose exclusivamente a ello. “Un santuario de animales es un refugio para animales denominados de granja. Se diferencia de los demás albergues en que, en un santuario, lo normal es que los animales no se entreguen en adopción, ya que, como son animales que se usan para consumo y la mayoría de la gente se los come, no corremos ese riesgo. El santuario se convierte en el hogar de estos animales”, explica.

“Necesitan grandes extensiones porque la mayoría de ellos son herbívoros, y suelen ser animales enfermos, algunos de manera crónica, debido a las modificaciones genéticas que sufren los animales de granja. Nosotros los rescatamos, porque están abandonados, porque nos los ceden algunas explotaciones, o porque han sido decomisados. Los habilitamos y los cuidamos para siempre”, añade la joven con ternura.

“Todos somos veganos”

Otra de las características del lugar es la práctica del veganismo como manera de vivir, “que no daña a los animales”. “Se trata de un santuario vegano, aquí todos somos veganos”, apunta Evelyn.

Los chicos realizan eventos veganos, como comedores, o cualquier actividad que sirva para ayudar a concienciar a la gente.

“Lo más efectivo es que la gente puede conocer a los animales ya rehabilitados, pueden ver que son como perros y gatos, que te persiguen que te quieren robar la comida, que juegan. Están en un entorno donde ellos son lo primero, estamos 24 horas al día con ellos. En el santuario, quien lo desea puede conectar con ellos de otra manera, no es la sensación de verlos en las granjas o en las explotaciones, la gente allí no tiene la oportunidad de conocerlos”, comenta la promotora del lugar.

“Cuando la gente conoce a los animales luego puede poner cara a esa carne que tiene en el plato. Puede conocer que tienen emociones, que son como cualquier otro animal con el que podemos convivir dentro de una casa”, explica contundente.

Problemas de extensión

Más de 50 animales entre gallinas, gallos, patos, ovejas, gatos y perros. Y las puertas siguen abiertas a los animales que necesiten ayuda y a quien quiera ayudar, o interaccionar con animales de granja. “Por el momento solo tenemos esas especies porque tenemos que irnos de aquí: ya no cabemos más animales y Ganadería no nos deja tener especies más grandes. Estamos buscando otro lugar, con urgencia, y pedimos ayuda”, anuncia la joven vegana.

La pretensión del santuario es contar con una extensión más grande para poder acoger vacas, toros, cerdos, burros, caballos..., cualquier animal, sin límite. “Cualquier animal que se considere de granja porque, al final, son los animales que no tienen otro sitio a dónde ir. Hay protectoras para perros y gatos, pero para cerdos, ovejas o vacas, no hay ninguna otra alternativa”.

La primera oveja que llego al santuario se escapó de un camión que iba al matadero. Ella fue quien animó a Evelyn y Diango a convertir en realidad el sueño del santuario. “Si no la hubiéramos cogido nosotros, su otra alternativa hubiera sido la muerte. Tratar a esa oveja fue un punto que nos obligó a tomar acción en el tema animal. Teníamos claro que íbamos dedicar la vida a ayudar a los animales, pero ahí nos plantemos la manera, cómo tomar acción. No tienen nada, y eso nos hizo dedicarnos a acogerlos”, confiesa Evelyn.

“Nos dimos cuenta de que con 7 santuarios que hay en España, no había lugar suficiente para ellos”, añade Diango.

A pesar de la belleza moral de la idea, el esfuerzo es muy importante. “El santuario vive de donaciones, socios y padrinos. De momento tenemos 10 socios y 7 padrinos. No hay ayudas a santuarios porque las ayudas se destinan a la ganadería ya que, los animales de granja no están concebidos para que puedan existir si no es para ser consumidos”, expone Evelyn.

Los chicos hacen hincapié en que “un santuario no es un zoo”. “Realizamos visitas, pero en horarios establecidos. Tenemos dos días a la semana, también realizamos visitas didácticas que tienen una duración de dos horas y en las que explicamos la historia de los animales, cuál es la explotación animal que han padecido, cómo funciona la explotación animal, cómo los recuperamos, cómo son una vez recuperados, y cómo ser vegano. También cómo ayudarles”.

De momento, el santuario solo cuenta con dos voluntarios activos. “Solemos tener voluntarios de fuera de León, tuvimos a una alemana un mes, y otra chica de Zaragoza vino una semana. Voluntarios que vienen unos días y pasan 24 horas con los animales”, explica Evelyn.

Patty, Pata Pe Peregrina y Óscar: tres historias, tres vidas salvadas

Cada animal del santuario tiene su propia historia. La de Patty es una de las más llamativas del lugar. Tiene apenas dos años, y Evelyn y Diango la conocieron después de Edit, otra oveja. “Las ovejas son de grupo, muy familiares y nunca pueden estar solas. Edit no se encontraba bien y decidimos ir a buscar otra para que la hiciera compañía. Así, de explotación en explotación, fue como trajimos a la segunda; y la tercera, Patty, estaba en esa misma explotación”. Evelyn sigue contando cómo cuando nació venía mal colocada, tiraron de ella en el momento del parto y le lesionaron la comuna vertebral. “Patty no puede caminar de una manera normal, se le mueve la cadera para un lado y se cae. Todo empeoró con las lluvias, empezó a tener menos fuerza y, si llueve no se puede levantar. Para ayudarla hicimos una campaña internacional, para comprarle una silla de ruedas y, en una semana, la conseguimos. Ahora Patty es feliz, corre campo arriba y abajo, no para”, cuenta Evelyn, también muy contenta.

Pata Pe Peregrina, es una pata que apareció en Quevedo. Cuando era muy pequeñita la dejaron abandonada allí pensando que podía estar bien con otros patos, pero los patos adultos pegan a las crías de pato que no son sus hijos, “nunca se puede dejar a un pato bebé en un parque ni en una charca solo”, explica la joven. Un día, cuando la estaban atacando otros patos, salió del estanque y se subió al pie de una señora, que la acogió en su casa.

Evelyn continúa la historia: “La llevó a un picadero con su caballo, pero el caballo murió, la mujer enfermó y la pata se quedó allí. En navidad, la señora temía que se la robaran y se la comieran, y contactó con nosotros. El problema es que la pata venía arrastrando de meses una luxación y una infección de huesos. Estuvimos dos meses para curarle la infección, pero no podíamos hacer nada por la luxación, ya que una infección en el hueso es terrible. Es muy doloroso. Se la curamos pero tenía la articulación casi fuera, por lo que la única solución, era una esteotomía. Así le rompieron el hueso y se lo recolocaron, para que coincidiera la articulación, y se la fijaron con hierros y tornillos, como a las personas”. “Ahora está esperando a que la fractura se le cure, en un mes, más o menos. De otra manera, si se le llega a salir la articulación hubiera habido que amputarla y empezar a buscar una prótesis, fuera de España, aquí es imposible”, finaliza.

Óscar el pollo. “Este caso llega mucho, nos entristece ver cómo la gente pasa de las gallinas y los pollos”. “Óscar estaba siendo explotado en una granja de León. No podía caminar, y tampoco valía para consumo humano, así que fue cedido para unas prácticas veterinarias. Cuando ya no servía, y lo iban a matar, al final llegó aquí para salvarse. Llegó con tres meses”, recuerda Evelyn. “No puede caminar tiene las patas dobladas 'en L' y los nervios ciáticos están ya dañados. A pesar de la fisioterapia y tratamientos de homeopatía humana no ha funcionado nada y le hemos comprado una silla de ruedas en EEUU, hecha a medida. Además, vamos a usar férulas porque una de sus patas está hacia afuera y no puede hacer apoyo en el suelo y tampoco puede caminar con la silla”. Lo especial de la historia de Óscar es que, cuando llegó, no quería comer, y fue alimentado con sonda durante una semana. “Le tocabas y gritaba, no tenía interés por la vida y tenía sólo tres meses. Ahora, tú te sientas en el suelo, y camina como puede dando trompicones para subir a tu regazo; si estás de pie se te sube en el pie. Prefiere estar contigo que con las gallinas. Entonces la gente se sorprende de un gallo así: un ejemplo de superación constante. Muchos le hubieran sacrificado, pero los animales tienen unas ganas de vivir enormes y son capaces de superar cualquier problema si tú les ayudas”.

La ayuda de veterinarios, que va llegando

A pesar del escepticismo del inicio, la ayuda de los veterinarios va llegando al santuario. “A los veterinarios les ha chocado mucho tratar a una oveja para no sacarle una rentabilidad, sino porque sí, para mejorar su vida, o por ejemplo esterilizar gallinas. Pero el tema es bastante complicado: la única manera de que una gallina viva años sana es que deje de poner huevos, porque ponen más de 250 al año de más, por la manipulación genética que han sufrido”, justifica la impulsora del santuario vegano.

Muchos veterinarios no saben, ni entienden muy bien porque lo hacen, pero el tiempo va pasando y muchos se han concienciado al vivir con los animales sus historias. “La clínica de exóticos Abril es la que nos lleva gallinas, gallos y patos, y nos hacen descuento por ser santuario. También tenemos un muy buen veterinario para las ovejas, no se escandaliza porque quieras tratar una neumonía o un catarro. Nos ha costado mucho, nos han negado la asistencia a las ovejas varios veterinarios, porque a partir de los 4 años de vida, es cuando les resulta más difícil parir y amamantar a los corderos, que es para lo que las explotan y las consideran 'cosas que no valen'. Cuesta concienciar, el único trabajo que hay con ovejas es en mataderos y granjas, es algo muy nuevo para ellos, pero poco a poco confiamos en el cambio”, comenta Evelyn. Por un mundo en armonía, asegura.

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