Vendimiando en el corazón de Corullón

Vendimia en Corullón 2

Javier M. Seisdedos

En este primer reportaje os ponemos en situación para que podáis disfrutar del momento más emocionante e intenso, después de todo un año de laborioso de trabajo en un paraje de singular belleza, los viñedos de Corullón.

Ocho años después de la última vendimia, se presento la oportunidad de poder vivir en primera persona una de las experiencias más intensas que enganchan para siempre y que cíclicamente necesitas repetir para situarte en ese punto exacto, donde sientes de nuevo tocar el palpitar de la tierra en tus manos.

Vendimiar, como todo en la vida, es un arte que requiere de experiencia. Cualquier persona con una buena condición física lo puede realizar. Se requiere de entrega, ganas, alegría, capacidad de sacrificio y responsabilidad en el quehacer. Es muy importante generar una buena energía de camaradería en la cuadrilla de vendimiadores.

Son ocho horas de trabajo a pie de tierra, concentrados en cada cepa, para que cada racimo de uva negra o blanca, sea cortado y recogido con cariño. Requiere de estar en el momento presente, y de que todos sigamos el mismo ritmo, construyendo entre todos un cuerpo compacto donde todos somos necesarios para que la labor quede completada.

En una cuadrilla de vendimiadores existen diferentes trabajos. Todos importantes y necesarios. El encargado es la persona que distribuye el trabajo y controla que cada cosa este en su sitio. Los trabajadores de la empresa son los primeros en dar ejemplo y enseñar los trucos a los que venimos de fuera. Los porteadores o más conocidos como “arreadores”, un trabajo duro que requiere de maña, fuerza y destreza. Los conductores se encargan de transportar las cajas con la uva recogida a la bodega en tiempo y forma según se necesite.

Los muleros son las personas que están trabajando en labores de arado y recogida con los caballos y mulas, en la vendimia, se encargan de transportar las cajas en accesos difíciles desde la viña a los vehículos. Cuidan a los animales para que realicen bien su trabajo, incluidos a la pequeña tribu de perros guardianes que siempre les acompañan. Se podría decir que forman un solo cuerpo, se conocen muy bien...

Otro trabajo a destacar, pero no menos importante son los encargados de cuidar las viñas por las noches para que los jabalís y zorros, sobre todo, no hagan de las suyas.

Los vendimiadores externos a la bodega, día a día nos vamos acoplando al ritmo, el trabajo es duro y todos los que empiezan no logran, por diversos motivos, acabar la vendimia. Al finalizar la campaña todos formamos una pequeña familia. La fiesta de la vendimia es el gran colofón a un trabajo bien hecho que ha durado sin parar durante casi un mes.

Dentro de la dureza, es agradable vendimiar. En la cuadrilla existen personas de todas las edades. Se genera un ambiente muy especial. Hay un lema sagrado, “Todo lo que se habla y se vive en la vendimia queda en la vendimia”. Es como si toda la humanidad y sus diferentes caracteres estuvieran representados en este pequeño micromundo.

Se pasan ratos inolvidables con pequeñas conversaciones de todo tipo de temas mientras se trabaja; de hecho es importante y necesario estos momentos de distensión para quitar peso a las horas duras del jornal. Se generan buenas sintonías entre las personas, muchas veces salen buenas amistades que se mantienen en el tiempo.

Las personas que acuden a la llamada de la vendimia tienen diferentes motivos. Poder sacar unos euros extras que vienen muy bien. Es una buena excusa para hacer un parón y recapitular si estás en momentos de cambio. También es una experiencia para poder conectar con la naturaleza, sentir tierra, situarte en el presente y tomar impulso para todos los nuevos retos de la vida cotidiana.

Vendimiar en el corazón de Corullon, significa poder adentrarte dentro de los paisajes más increíbles. En esta cercanía con la tierra, te llenas el alma de paz y de energía vital.

Vendimiar en el territorio de Descendientes J. Palacios, es introducirte dentro de una capsula de naturaleza en estado puro. La bodega se sitúa en torno a los 700 metros de altura, las cepas son viejas. Las viñas están asentadas sobre los suelos más antiguos de la península Ibérica, pertenecen al precámbrico inferior. El cuidado y mantenimiento de los viñedos, se realiza de forma artesana con tratamientos biodinámicos y ecológicos. Se realiza la arada con tracción animal completamente.

Cada viña tiene su propio nombre que suele ser el de la persona que fue su propietaria (Lisardo, Castelao, Palera, Pepe Cobo, David, Meza- Meza, María Cota), después todo esta englobado en zonas que también llevan su propia denominación (San Martín, Bilbao, Sufreiro, Moncerbal, El Almendro, El Campo de Futbol, Peligro, Triangulo, Cachón, La Faraona)

Aquí se encuentran también las concentraciones de castaños más extensas de toda Europa, entre caminos, valles y veredas con desniveles en algunos puntos de más de 300 metros, trabajar en estas condiciones te curte por dentro y por fuera.

Todo en este entramado tiene un sentido. Nada se hace por casualidad todo tiene un propósito. El objetivo es poder conseguir vinos que son ya reconocidos en todo el mundo.

Y si todo esto es posible, fundamentalmente es por la pasión y el amor que esta familia de bodegueros con orígenes de Alfaro (La Rioja), de sexta generación ponen en todo lo que hacen.

Estamos en la 21 vendimia. En enero de 1999, Ricardo Pérez Palacios visitó por primera vez estas tierras del Bierzo. Quedo prendado de esta fusión natural y visualizo el gran potencial de estos pueblos unidos a un paisaje único de gran belleza.

Ricardo Pérez Palacios, siempre ha sido un gran defensor de la ecología y el medio ambiente. Su trayectoria, el respeto y el cariño que las personas del Bierzo le procesan, se lo ha ganado a pulso cada día. Es un ejemplo de coherencia.

Junto a su tío Álvaro Palacios han construido una forma de ser y de estar en este mundo tan competitivo y complejo del vino. Han conseguido hacer alquimia elaborando mencía y poner en valor a una zona que necesita de mucho cariño. Corullón se reivindica como un espacio rural imprescindible. Aquí, en estas laderas escarpadas, siguen existiendo personas auténticas, cepas y tierra ancestral que mantienen viva la memoria.

Esta siendo un lujo y un privilegio poder participar de esta experiencia dentro de un ecosistema donde el ser humano se ha unido a la madre naturaleza. Nos queda la recta final de esta vendimia 2019. Aun quedan muchas cosas por vivir.

En la próxima entrega hablaremos de los protagonistas de la vendimia, hasta entonces amigas y amigos ...

Gracias por compartir.

Javier M. Seisdedos . Editor Creamos Presente

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