Valdavido, el pueblo leonés que demostró que la España vaciada también puede regenerarse
En Valdavido, la pequeña localidad del municipio de Truchas, en la despoblada comarca leonesa de Cabrera, no vive nadie de forma permanente. Y, sin embargo, en los últimos años se ha convertido en uno de los territorios más activos de la provincia de León en restauración ecológica, custodia del territorio y desarrollo rural sostenible.
Su proyecto Fantástico Bosque, impulsado por SEO/BirdLife junto a la Junta Vecinal y la Universidad de León, llega ahora a su fin tras dos años de actuaciones que superan los objetivos iniciales y dejan un cierre de etapa cargado de aprendizajes, resultados y una pregunta abierta: ¿qué otro pueblo leonés será el siguiente?
El proyecto comenzó oficialmente en febrero de 2024 y concluye este mes de diciembre de 2025, pero su historia viene de más atrás.
Una semilla plantada antes de la pandemia
La relación entre SEO/BirdLife y Valdavido se remonta a 2017, cuando firmaron un acuerdo de custodia del territorio con la Junta Vecinal, propietaria de más de 2.500 hectáreas de monte de utilidad pública. Desde entonces, el pueblo —sin vecinos que vivan en él de manera continua, pero con una comunidad muy implicada— empezó a organizar pequeñas acciones: plantaciones simbólicas, actividades con niños, jornadas divulgativas. “La Junta Vecinal de Valdavido es especialmente activa, con una visión claramente proconservacionista y gente implicada, tanto del propio pueblo como de fuera”, explica María Gómez, técnica de SEO/BirdLife vinculada al proyecto.
El impulso decisivo llegó en 2021, todavía con la pandemia dando coletazos. La iniciativa Fantástico Bosque promovida por María Talavera dio visibilidad y consiguió financiación ciudadana para reforestar zonas degradadas del monte. Ese mismo año, Valdavido fue declarada Reserva Ornitológica de SEO/BirdLife, consolidando un modelo que combinaba conservación, participación social y orgullo territorial.
De la idea al modelo replicable
Fantástico Bosque no se planteó como una intervención puntual, sino como un proyecto integral de bioeconomía forestal. “Las acciones que teníamos previstas se han cumplido, pero hemos logrado incluso incrementar los resultados gracias a la implicación de la gente”, subraya María Gómez. Esa implicación se tradujo en más de 800 personas participantes en talleres, voluntariados, charlas, rutas interpretativas o jornadas técnicas, una cifra muy significativa para un territorio como Truchas.
En términos ambientales, los resultados son contundentes. Se han mejorado 140 hectáreas de hábitats, que incluyen la plantación de 16.000 árboles y arbustos autóctonos de 17 especies, la recuperación de 20 hectáreas de bosque, la restauración de 41 hectáreas de pastizales, y la creación de un cinturón cortafuegos alrededor del pueblo y diversificado el paisaje con setos, turberas, charcas y zonas de retención de agua. Todo ello con un objetivo claro: reducir el riesgo de incendios en una de las comarcas históricamente más castigadas por el fuego.
La base de todo el trabajo ha sido científica. El diagnóstico de biodiversidad, coordinado por la Universidad de León, permitió partir de datos reales: más de 200 especies vegetales, 70 aves reproductoras, 78 especies de mariposas, 18 especies de murciélagos y la confirmación de especies tan sensibles como el desmán ibérico, la perdiz pardilla, el oso pardo o el lobo. “Era fundamental saber de dónde partíamos para no actuar a ciegas”, resume Gómez.
Naturaleza, pero también economía
Uno de los ejes clave del proyecto ha sido demostrar que la conservación puede generar ingresos y empleo, incluso en pueblos sin población estable. Se han puesto en marcha cinco asentamientos apícolas, con apoyo para el envasado, el diseño de etiquetas y la coexistencia con el oso mediante pastores eléctricos; se ha impulsado el aprovechamiento del brezo con empresas de León; se han realizado estudios de viabilidad para la resina del pino silvestre, la producción de carbón vegetal y la generación de créditos de carbono como fuente futura de ingresos para la Junta Vecinal.
“Muchas veces las juntas vecinales no hacen cosas porque no saben cómo o creen que no hay fondos. Hay herramientas, hay financiación y hay fórmulas. Nuestro papel es acompañar”, insiste la técnica de SEO/BirdLife. En esa línea, se celebró una jornada específica con más de 40 juntas vecinales, para mostrarles qué se había hecho en Valdavido y cómo podían adaptar ese modelo a sus propios territorios. “Eso es clave: la transferencia. Que no se quede aquí”.
Cultura, memoria y mujeres rurales
Fantástico Bosque no se ha limitado al medio natural. Se han editado miniguías de fauna, se está finalizando un libro de usos tradicionales, con testimonios de personas mayores para que ese conocimiento no se pierda, y se han impulsado actividades específicas sobre mujer rural y naturaleza, visibilizando su papel en el desarrollo del territorio. “No solo es importante la naturaleza; también la gente y su memoria”, recalca Gómez.
El proyecto ha apostado además por el ecoturismo ordenado, con la construcción de un observatorio de fauna, la colocación de paneles informativos y el diseño de rutas interpretativas, siempre desde una perspectiva de bajo impacto y respeto a los valores naturales.
Un cierre que abre caminos
Con el cierre del proyecto, SEO/BirdLife prepara ahora la solicitud para que toda la zona sea incluida en la Red Natura 2000, reforzando la protección oficial de Reserva Ornitológica. Parte de Valdavido ya forma parte de una ZEPA cercana, la ZEPA Sierra de la Cabrera, pero el objetivo es consolidar su reconocimiento institucional al completo.
El balance es positivo y compartido. “Estamos muy contentos con todo lo que se ha hecho. Ahora toca seguir trabajando y, sobre todo, replicar el modelo”, resume María Gómez. La organización ya ha comunicado a las juntas vecinales que mantiene la puerta abierta a asesorar, acompañar y colaborar en nuevos proyectos.
Si algo ha demostrado el Fantástico Bosque de Valdavido es que incluso en los pueblos donde ya no vive nadie todo el año aún se puede sembrar futuro. No desde la nostalgia, sino desde la naturaleza, la participación y el orgullo de territorio, con ciencia, acompañamiento técnico y trabajo colectivo. Valdavido no cierra una historia excepcional, sino una etapa que deja un método, un aprendizaje y una puerta abierta: la de llevar este modelo a otros rincones de León que lo necesiten, donde todavía hay paisaje, memoria y ganas de hacer las cosas de otra manera.