Ansiedad, la segunda 'pandemia' del 2020

Peio García / ICAL . Navidad en pandemia, en León.

Elisabet Alba

Fiebre. Tos seca. Cansancio. Pérdida del olfato y del gusto. Llevamos nueve meses escuchando cuáles son los síntomas del coronavirus y la celeridad con la que hay que llamar a un médico en cuanto los detectamos para atajarlos antes de que sean graves y terminemos en la cama de un hospital. En cambio, poco se habla de la presión en el pecho, la falta de aire al respirar, el insomnio, el estado de alerta constante que genera la ansiedad, la otra pandemia del 2020 que hace que cada día más personas pidan ayuda, muchas veces más tarde de lo que deberían.

Ileón.com ha querido conocer la opinión de un especialista en salud mental para saber de qué manera está afectando una pandemia a la otra. Julio César Álvarez es psicólogo y escritor, Máster en Psicología Clínica y Psicopatología, profesor de Psicología Social en la Universidad de León (ULE), colaborador en investigación con el CSIC y director del centro Valenda Psicólogos.

“Esta situación está afectando a todo tipo de personas. Quizá quien ya tenía habilidades previas le ha afectado en menor medida. De todos modos, me he encontrado con personas habituadas a manejar ansiedad que no les ha afectado demasiado. Y en cambio, personas previamente estables a las que esta situación les ha generado un profundo impacto. Es simplista generalizar en el comportamiento humano. Las personas reaccionan según un enorme número de factores. Lo que está claro es que aceptar la situación y adaptarse a ella es el mecanismo psicológico más práctico y funcional”, explica.

El hecho de que una situación epidemiológica cambiante como la actual requiera manejar un alto grado de incertidumbre ha desajustado a una parte importante de la población. “El ser humano no tolera demasiado bien la incertidumbre. Quiere certezas continuamente. Pero la Naturaleza apenas ofrece seguridad. Una persona amplía su madurez cuando acepta que existen multitud de factores sobre los que no se posee un control total”. Esas personas con un férreo deseo de control son precisamente a quienes ha afectado más la ansiedad.

La principal demanda en Psicología continúa teniendo que ver con este trastorno que, a veces, se acompaña de síntomas depresivos también. Pero se solicita más ayuda significativa sobre cuestiones relacionadas con la ansiedad. “Además, se suele acudir a menudo cuando los síntomas están muy consolidados, lo que hace que sea más difícil revertir la situación”, por lo que Julio recomienda acudir a un profesional cuando el malestar comienza a tomar forma.

De esta manera, a pesar de que el desgaste psicológico por adaptarse en cada momento a una situación epidemiológica que varía en cuestión de días, que va acompañada por medidas cada vez más restrictivas de movilidad y contacto social, es prácticamente inevitable hay factores como una exposición prolongada, temor al futuro, etcétera que acentúan el malestar. Por ello, es fundamental contrarrestar con más mecanismos de protección psicológica. “Por ejemplo, mantener una actividad física regular”. “Existe una tendencia hacia el sedentarismo que también tiene consecuencias a nivel psicológico. Respecto al desgaste por exposición a tantísima información sobre la pandemia, parece natural que se produzca una cierta fatiga. Nuestra mente no está diseñada para estar continuamente en estado de alerta”, reconoce.

Vislumbrar una posible solución como es la vacuna, “evidentemente ayuda a mirar hacia adelante con más optimismo”. De todos modos, manifiesta, “es probable que el mundo tal y como lo conocemos cambie a partir de ahora. Serán necesarias nuevas habilidades y actitudes para afrontar una realidad más compleja y en permanente cambio. Centrarse en objetivos más a corto plazo ayuda a valorar más el presente”.

En ese sentido, “los niños están demostrando ser los más responsables y los que mejor están sobrellevando esta situación”, que en cambio está teniendo más impacto en algunos adolescentes. “Acentúa sus propios procesos personales. Siempre he creído que el adolescente refleja miméticamente los conflictos de una sociedad. Respecto a los ancianos, es difícil prever su impacto porque suelen tener rutinas más rígidas”.

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