Patrimonio escondido en las entrañas de la tierra

José Vicente Casado / ICAL Ruinas de las construcciones de principios del siglo XX de la mina La Divina Providencia

A. M.

La provincia de León guarda multitud de tesoros naturales, algunos de ellos pueden verse a simple vista, pero otros están mucho más ocultos. Este es el caso de unas de las joyas arqueológicas leonesas, que se encuentran escondidas entre metros de tierra y profundas galerías subterráneas, las minas de La Profunda y La Divina Providencia, que se sitúan en el norte de la provincia, entre las localidades de Cármenes y Villamanín.

Estos dos tesoros arqueológicos se encuentran doblemente ocultos, ya que tampoco se conservan ni cuentan con ningún tipo de protección lo que provoca que día a día se vayan deteriorando más y más, como explica Pedro González, responsable de la empresa de ocio y turismo Guheko .

Estas dos minas, que se encuentran en la zona de Cármenes, tienen un importante interés arqueológico porque son completamente diferentes al resto de las que hay en la provincia de León. Ambas se utilizan desde la antigüedad y su importancia y singularidad desde el punto de vista geológico e histórico reside en que fueron explotadas en el periodo Neolítico para extraer cobre. Posteriormente, la explotación moderna se situó en los siglos de XIX y XX, y a lo largo de ese periodo se profundizó en ambas cavidades.

Pese a que se trata de dos tesoros ocultos y que se encuentran muy próximos entre sí, estas dos minas son muy diferentes en cuanto a su mineralogía. En el caso de La Profunda, se trata de uno de los más importantes yacimientos de cobre del norte de España. La importancia de este conjunto minero dentro del contexto de la Prehistoria de la Meseta Norte es muy grande y se cree que pudo ser una de las principales fuentes de abastecimiento de este mineral.

No obstante, pese a su importancia, la situación del yacimiento es ahora mismo de completo abandono, según explica Roberto Matías, perteneciente al Departamento de Ingeniería Minera de la Universidad de León, en un simposio sobre minería y mineralogía.

Después de un siglo de explotación parcialmente interrumpida durante algunos periodos de tiempo, los trabajos extractivos concluyeron en 1953. A partir de ese momento, se inició un proceso de deterioro continuado que ha seguido hasta nuestros días.

Del mismo modo, Matías añade que la pérdida de todo interés hacia la explotación de esta mina ha traído aparejada la ruina de las instalaciones y una degradación importante del medio físico. Uno de los lugares más emblemáticos y llamativos de esta mina es la zona conocida como 'La Cuevona' que se originó producto de la conjunción de las explotaciones moderna y prehistórica. Según el experto, “es el verdadero emblema de la mina y podría llegar a serlo de toda la zona mediante una adecuada gestión de su potencial”.

Un mineral único, la villamaninita

No ha corrido mejor suerte en cuanto a conservación y mantenimiento la mina La Divina Providencia. Además de la importancia histórica, muy similar al de La Profunda, cuenta con otro aliciente. En su interior se encuentra un mineral único, que no se puede localizar en ningún otro lugar del planeta, se trata de la villamaninita.

Este mineral, toma el nombre de villamanniita ya que era desde Villamanín desde donde se exportaba a través del ferrocarril. Se trata mineral poco llamativo, de aspecto gris y origen metálico y cuya composición está formada por sulfuro rico en selenio de hierro, níquel, cobalto y cobre.

La cavidad de La Divina Providencia es el único lugar del mundo donde se pueden ver, obtener y conseguir cristales macroscópicos de este raro mineral, que también se presenta a veces en formas nodulares.

Del abandono a posible reclamo turístico

Dos tesoros que permanecen ocultos y abandonados por las administraciones. Un enclave de gran interés que en opinión Pedro González podría convertirse en un importante reclamo turístico para la zona.

“Con un buen mantenimiento, tanto del interior de las minas para hacer actividades de espeleología como de las estructuras exteriores que están en desuso podría suponer un punto de atracción para una zona que se está muriendo por la poca oferta de actividades más allá de los alojamientos”, asegura.

Lo más urgente ahora, añade González, sería controlar el paso a las minas para, por lo menos, no empeorar su estado y, después, pensar en su rehabilitación que podría venir desde las administraciones públicas, pero también por parte de alguna entidad privada. “En el interior se podrían ofertar actividades de espeleológica o visitas guiadas, una apuesta que no necesitaría mucha inversión”, precisa.

Mientras llega esa inversión económica para poner en valor estos dos importantes yacimientos leoneses, si nadie lo impide el tiempo seguirá deteriorando las minas de La Profunda y La Divina Providencia.

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