Nos morimos demasiado

Cementerio de Ponferrada. // César Sánchez / ICAL

Javier Pérez

Los datos son inquietantes. El exceso de muertes del pasado mes de julio, publicado en agosto, quintuplica la media del mismo mes en años anteriores. En un mes de julio cualquiera fallecen de media en España 1.844 personas y este 2022 se han contabilizado 11.711 defunciones en Julio. La diferencia no parece como para decir que puede ser cualquier cosa y que ya se irá viendo lo que ha ocurrido.

Aunque el análisis en profundidad de los datos está aún pendiente, esta sobremortalidad por encima de la media de 9687 personas, se ha atribuido en parte al covid (1.872) y en parte a los efectos del calor (2.124), pero aún nos queda una cifra enorme que no tiene explicación directa.

Por supuesto, los antivacunas han venido inmediatamente a decir que este exceso de fallecimientos se debe a los efectos adversos y silenciados de las vacunas, pero hay tantas pruebas de que eso sea así como que la causa sea un ataque de dragones tricéfalos marcianos.

El dato es aún más extraño en tanto en cuanto en estos momentos hay en España menos personas en situación de salud precaria en extremo. Sin rodeos: que los que estaban muy muy mal ya se habían muerto con las oleadas de covid anteriores, que se llevaron a decenas de miles de personas vulnerables, como todos sabemos.

¿Y entonces qué pasa?

Cada cual tendrá su teoría, por supuesto, pero como el artículo lo firmo yo, ofreceré mi tesis. Tengo la impresión de que se juntan dos cosas: el miedo de la gente a ir al hospital, y el atraso, terrible, en detectar enfermedades que podían haberse curado y no lo han sido. Creo que ese sistema de obligar a los mayores a pedir cita telefónica está llenando los cementerios. Creo que el rechazo de los medios sanitarios a regresar a la atención personalizada, está echando humo por las chimeneas de los crematorios. Creo que la maquinaria sanitaria se desencajó y nadie parece capaz de volver a ponerla en marcha a pleno rendimiento, porque si retrasan una operación urgente por el protocolo covid, puede que el paciente no se muera de coronavirus, pero se va a morir antes, mucho antes, y de otra cosa. Creo que ese sistema de decidir que el que da un servicio decida cuando coge el teléfono y cuando no, es la gran bicoca de las funerarias, como ya estamos viendo.

Y todo viene de algo tan simple como fijarse en la teoría básica del comercio. Si un bar trata mal a sus clientes, los clientes no vuelven y pierde el bar. Pero si un médico te trata mal o no te atiende, sólo gana él: ni puedes cambiar de médico ni puedes pedirle más esfuerzo, ni tienes más opción que aguantarte o que morirte como forma de protesta. Y no es que nos estén tratando mal los médicos, que en muchos casos también, sino que el sistema entero parece orientado a que te aguantes, porque no hay alternativa real cuando empeora el servicio.

Así que a ver qué pasa, porque nos estamos muriendo por encima de nuestras posibilidades.

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Javier Pérez es un escritor leonés que ha ganado, entre varios, el premio Azorín en 2006 y el Ciudad de Badajoz en 2011, y ha publicado 16 libros. El último 'Javier PérezCatálogo informal de todos los Papas

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