El leonés testigo de las revueltas en Trípoli

Fco. Javier García en la terraza de una cafetería en Líbano.

Marta Cuervo

Francisco Javier García García tiene 24 años y es licenciado en ADE. El actual becario del Instituto Español de Comercio (ICEX) en Libia, acaba de volver a León. Su trabajo en la 'Ofecome' en Trípoli, le ha hecho vivir una experencia que recordará el resto de su vida. Javier, quien los primeros días vivió las revueltas con “incertidumbre”, aplaudió, junto a los demás pasajeros, el despegue del avión de Trípoli con destino Madrid. Por supuesto, también la llegada.

¿Alguna razón especial por la cual elegiste Trípoli?

Las becas del ICEX nos ofrecían varios destinos para elegir, con cinco preferencias. Entre las mías no estaba Libia pero lo que me interesaba era bastante trabajo, así que, me lo tomé bien. Quería que me tocase una oficina pequeña, y allí estaba yo solo con el analista, lo que supone mucha más responsabilidad. Todos los días llegaba un empresario local o alguien que estaba intentando abrir negocio y tenía que ocuparme yo porque no había nadie más.

¿Viste gestarse la revuelta?

No, nadie se lo imaginaba. Se veía la posibilidad cuando iban pasando los días e iba agravándose la situación.

O sea que no te esperabas una reacción así...

Si pasaba sí, pero no me esperaba que pasase porque las revueltas las provoca el hambre y en Libia no se pasa hambre. Allí lo básico está muy subvencionado, el arroz, la harina, el azúcar. El pan es muy barato, por medio linar puedes comprarte diez bollos de pan. En cuanto a la gasolina un depósito normal de 50 o 60 litros te sale por 6 euros. Todo el mundo tiene su trabajo, y el que no trabaja tiene una paga. De todas formas en el este sí que hablan de una mayor pobreza, pero no en Trípoli.

¿Ha cambiado tu visión acerca de Gadafi?

No lo sé... la reacción que ha tenido me ha parecido muy fuerte. Pero ha declarado que voluntariamente no se va a ir, que es su país. Su hijo menor hizo las primeras declaraciones cuando empezaron las protestas fuertes la noche del domingo. Dijo que entendía lo que pasaba y, dirigiéndose a su pueblo, que lo olvidaran todo, que se quedaran en sus casas, que al día siguiente no pasaría nada. Declaró que se iniciarían reformas, que se iban a dar más ayudas y subvenciones, y que iniciarían procesos para hacerlo todo democrático.

¿Cómo has vivido las revueltas?

Al principio con incertidumbre, estaban lejos, a unos 1.200 kilómetros, y no sabía si acabarían o si llegarían a Trípoli. Estaba un poco más tranquilo. Todo empezó el jueves con pequeños movimientos de pocas personas y altercados menores, era una sensación extraña, de que algo muy raro ocurría.

Y a partir del jueves...

El fin de semana allí es de jueves a sábado, el viernes es fiesta. Cuando en Trípoli comienza el fin de semana suele haber más movimiento, la gente sale a las calles, se oyen fuegos artificiales y coches. El fin de semana pasado no se oía un ruido, era un silencio incómodo y violento.

¿Cómo reaccionasteis?

El sábado, mi compañero informático, mi compañero de piso, mi vecina (inglesa), y yo, salimos a por algo de comida, a aprovisionarnos, de cara a posibles problemas. Los últimos días las gasolineras estaban cerradas, las tiendas y las panaderías también. Las que estaban abiertas tenían colas de cientos de personas y todo estaba mucho más caro. Se iban acabando las cosas. La gasolina era un problema; allí no hay transporte público, si tienes que ir al aeropuerto vas con tu coche, sobre todo durante estos días que a cada poco íbamos al aeropuerto a ver si podíamos volar para volver a España, ¿qué podíamos hacer si el coche se nos quedaba en reserva?

¿Os habéis visto implicados en algunas de las manifestaciones?

No, directamente no. Los primeros altercados fueron cerca de nuestra casa y de la oficina, se oía todo, las ráfagas de disparo pero, afortunadamente, no vimos nada porque ocurría todo de noche.

¿Qué trato habéis recibido de la Embajada?

De la Embajada poco. La única llamada directa que tuve de la Embajada fue el lunes, cuando ya había personal comprando billetes para abandonar el país. El domingo pasado ya se hablaba de si nos íbamos o no. Nos pidieron que cargásemos la maleta con todo lo que pudiéramos, por si acaso las cosas iban a peor y nos mandaban a España. Las gestiones para empezar a moverlo todo comenzaron demasiado tarde. La ministra dijo, a fecha de domingo, que sólo se recomendaba no ir al país. En la página del Ministerio de Asuntos Exteriores no ponía nada de que se abandonara el país, sólo que en el este se extremaran las precauciones.

En cambio, el consejero Económico y Comercial os ha ofrecido un gran apoyo...

El consejero siempre. Como jefe tampoco se le puede reprochar nada. Es una gran persona, y ha quedado demostrado. El lunes teníamos un billete de un vuelo que se canceló. Cuando volvíamos del aeropuerto nos quedamos en su casa porque era más segura y estábamos todos juntos. El martes también dormimos allí.

¿Cómo era tu vida como civil en Libia antes de que comenzaran las protestas?

Normal. Los libios no tienen directamente problemas con la gente de fuera, incluso intentan hablar contigo. Iba al gimnasio y jugaba al fútbol con expatriados y libios. Libia es muy seguro, por lo menos la capital, no existen problemas en cuanto a la seguridad.

¿Y como becario trabajando en la 'Ofecome'?

Teníamos un pasaporte de servicios, que facilitaba las cosas en la tramitación de algún documento y de cara a los viajes, que no tenía que pagar visados.

De las diferencias entre nuestro mundo y el árabe, ¿qué es lo que más te ha llamado la atención?

Allí no se puede quedar con alguien para tomarte una cerveza, es imposible. La relación con la mujer en general, es complicada. En Libia es poco común no ver un velo, no es obligatorio, pero eligen hacerlo para que su vida sea más fácil, así no reciben malas miradas ni escuchan comentarios. Otras lo hacen por creencia religiosa.

Tu contrato finalizaría el 31 de diciembre. En el caso de que se calmase la situación que se vive en estos momentos en Libia, ¿volverías al país?

Sí. Pero no se va a calmar en un plazo de tiempo tan corto para que el ICEX no se plantee llevarme a otro sitio. En principio, me buscaran otro destino.

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