Los guardianes de las últimas viñas centenarias del Órbigo en una tierra de lúpulo

Sara Martínez, Wladimiro Iván Flórez y León Flórez en la principal viña de La Furgoneta que   miraba al Órbigo.

Elisabet Alba

¿Quién hace vino en el Órbigo? En la comarca leonesa 'reina' del lúpulo en la que se cosecha el 90% de la producción nacional de la materia prima para elaborar cerveza, enclavada entre dos denominaciones de origen de vinos como son la DO León y la DO Bierzo, con un suelo que se puede parecer más al del este de la provincia pero con unas variedades de uva más 'bercianas'. Es la pregunta que más le hacen a León Flórez y Sara Martínez desde que en 2016 embotellaron su primera añada de La Furgoneta que miraba al Órbigo, para después apostillar con un largo y hondo, ¿por qué? “Nos dicen que estamos locos”, bromean a este medio, sabiéndose ya los guardianes de las cepas centenarias que aún quedan. Porque el vino “se hace en la viña, no en la bodega” y “nosotros, a diferencia de los cerveceros, solo tenemos una oportunidad al año de hacerlo bien”.

El que más o el que menos tenía una viña para hacer clarete, vino de mesa o tostadillo para casa y ganar algo de dinero vendiendo el excedente. Del Órbigo llegó a salir con destino a Galicia un millón de kilos de uva, en camiones que iban a diario a recoger la cosecha de la comarca leonesa y que se ha quedado en un viaje cada quince días.

El vino se hace en la viña, no en la bodega, y nosotros, a diferencia de los cerveceros, solo tenemos una oportunidad al año de hacerlo bien

En las primeras fotos aéreas que hay de España y que hicieron los americanos en 1947 todo lo que se veía parcelado era viñedo. Ahora, “es todo monte”, lamenta Flórez, que identifica la falta de “relevo generacional” como el principal factor para su desaparición. “Hay viñas que tienen hasta seis propietarios, llevan cada uno una línea de cepas” y eso, a la hora de 'partir' entre los herederos, se suele acabar traduciendo en que da menos dolores de cabeza arrancar las viñas que decidir quién se las queda y las trabaja. Eso y que “los jóvenes no quieren dedicarse al campo porque es muy duro, no entiende de fiestas ni de fines de semana”.

“Se ha perdido tranquilamente el 90% de la superficie de viña. No quedarán ni 50 hectáreas”, calcula León, de las que ellos trabajan algo más de una y media repartidas en una decena de parcelas, tres en propiedad y ocho arrendadas, repartidas por tres valles diferentes entre los términos municipales de Santibáñez de Valdeiglesias, Villares de Órbigo, Moral de Órbigo y Palazuelo, a más de 800 metros de altitud. “Son todas abuelitas”, únicamente pueden certificar una de 1890 como prefiloxérica, el resto, aunque asegura que se plantaron en 1915, están escrituradas en 1945.

El reto de hacer vino en una tierra de lúpulo

León Flórez nació en Santa Marina del Rey y lleva toda su vida laboral vinculado al vino. Hace catorce años, en la mayor feria mundial de la industria para profesionales de la viticultura, la producción, el comercio y la gastronomía, ProWein, conoció a la que hoy es su esposa, Sara Martínez, de La Rioja Alavesa. Juntos pusieron en marcha un grupo de exportación con el que, literalmente, se reparten el mundo a la mitad, para viajar y vender los vinos de otros y, en 2014 se pusieron a vendimiar.

Empezaron por Navarra y, como “la raíz tira”, dos años más tarde se decidieron por iniciar un proyecto de recuperación de viñedo en el Órbigo: 'Vinos de Compañía La Furgoneta que miraba al Órbigo'. “Cuando llegamos aún se arrancaban cepas”, recuerda Sara. Por contra, ellos hacen 'recodos' para recrecer las viñas y que 'nazca' una cepa nueva a partir de las que ya tienen, y estudian recurrir a una empresa de clonación para cuando hagan plantaciones jóvenes.

Viven en Laguardia, en Álava, y se desplazan a León todo lo que les requieren “sus hijos”, que son sus viñas. Cultivan y elaboran en ecológico, porque “somos 'la Ribera del Órbigo'”, resalta orgulloso Flórez, “un sitio único”. Labran las viñas a mano y con mucho cuidado para no dañar las raíces de las cepas y para no tapar las pozas excavadas a su alrededor que desentierran lo que pueden la planta y le dan una cierta altura que aleje todo lo posible las varas y los racimos de la humedad que pudre las uvas y puede hacer enfermar la planta, poniendo estacas cuando ni siquiera eso es suficiente.

Mi padre hacía y sigue haciendo vino. El mejor del mundo, si le preguntas a él. El primer 'Ribera del Órbigo' que quiere hacer la competencia al Ribera del Duero

“Nos llamaban locos porque nuestra forma de trabajar es diferente a lo que se hacía 'siempre': no echamos químicos, vendimiamos 'raro', hacemos dos podas para quitar varas y racimos, no cogemos toda la uva porque damos más valor a la calidad que a la cantidad... ¡Y no lo entienden! ¡Se ríen de nosotros!”, reconoce León, en la carcajada que le nace de haber escuchado lo mismo tantas veces que ya se lo toma con humor.

En los periodos en los que no están en la comarca leonesa, les echan una mano el padre de León, Wladimiro Iván Flórez, y un amigo suyo. Dos hombres mayores, “de campo y de todo”. La tradición y la novedad de una misma cultura del vino juntas, que unas veces choca y otras tantas se encuentra. “Mi padre hacía y sigue haciendo vino. El mejor del mundo, si le preguntas a él”, lo pica León, a lo que 'Wladi' le contesta que “el primer 'Ribera del Órbigo' fue el mío y voy a hacerle la competencia al [Ribera del] Duero pero ya”.

Vinos de Compañía: La Furgoneta que miraba al Órbigo

La primera viña que recuperaron en la comarca leonesa tenía 'plantada' una antigua furgoneta igual de abandonada que las cepas, y que les sirvió para crear su nombre de marca: Vinos de Compañía La Furgoneta que miraba al Órbigo. Bajo ese sello etiquetan cada añada unas 700 botellas de 'coupage' tinto, una mezcla del 60-70% uva Mencía, 10-15% Doña Blanca, 10-15% Garnacha Tintorera y las uvas de alguna cepa suelta de Prieto Picudo, Palomino, Garnacha Gris y Moscatel Rojo, entre otras variedades 'raras' de las que tienen para la zona.

Con el viñedo que trabajan ya este año esperan superar las 2.000 botellas, porque “hay que rentabilizar el proyecto poco a poco”. “Cogemos todas las viñas que nos dejan, siempre y cuando nos alquilen con garantías de que en el momento en el que el esfuerzo y el trabajo empiezan a dar frutos podamos seguir trabajándolas”, añaden, orgullosos de estar construyéndose ya un 'nombre' por el que sus vecinos en el campo empiezan a reconocerlos y confiar en ellos para ceder o vender más parcelas.

Por el momento, elaboran 'de prestado' hasta que puedan construir su propia bodega -“En mi pueblo, eso lo tenemos claro”-, pero para eso tendrían que llegar a las 5.000 botellas para tener volumen suficiente. Mientras tanto prueban todo lo que se les ocurre. Buscan un blanco y juegan con un ánfora para hacer un rosado, con la ilusión de llegar a elaborar vinos de finca o parcela, o de los diferentes valles en los que recogen uva. “Tenemos mucho margen de experimentación: de error y de mejoría”, con la tranquilidad que les da pensar que “Muy malo tendría que salirnos un vino para que al menos no nos lo bebiéramos nosotros que somos buenos bebedores”.

Una singularidad “excelente” para Parker

La famosa y aclamada Guía Parker (Wine Advocate), de la mano del catador Luis Gutiérrez, le dio 92 y 90 puntos respectivamente a las añadas de 2018 y 2019 de La Furgoneta que miraba al Órbigo, reconociendo así su “excelencia”. En dicha publicación, enfocada básicamente a vinos de la DO Bierzo, solo se cataron dos proyectos de la DO Tierra de León, otro de la zona del Jamúz y su modesto proyecto. 

Esa “excelencia” unida a la singularidad de su elaboración les ha abierto ya las puertas de los mercados internacionales, “más agradecidos” a su juicio. Así, La Furgoneta se puede beber y disfrutar en Canadá, México, Bélgica, Dinamarca, Alemania, Holanda y Suiza, algo más cerca en Canarias, Bilbao y La Rioja, y en proximidad en Astorga, Ponferrada, Valencia de Don Juan, Carrizo de la Ribera, Benavides de Órbigo y “un par de sitios” en León capital. Y, “si encontramos a alguien que quiera abrirnos el mercado nacional, bienvenido sea”. Hasta entonces, seguirán llevando en la contraetiqueta de su vino el Órbigo por todo el planeta.

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