Aquel fin de semana de marzo de 2020 en el que el coronavirus nos cambió la vida

unidad militar de emergencia UME

Jesús María López de Uribe

Un año ya desde aquel sábado 14 de marzo de 2020 en el que el mundo se volvió distópico. Doce meses en el que los españoles y los leoneses pasamos del absoluto estupor de los primeros meses del primer confinamiento en el primer estado de alarma a la ansiedad de las desescaladas, la alegría del verano, el temor de la segunda ola –en el que se volvió a repetir el estado de alarma que aún está vigente con el protagonismo del 'toque de queda'–, el “salvar la Navidad” y una tercera ola que nos dejó definitivamente noqueados.

365 días en el que el coronavirus, aquel que en enero era chino y el 1 de marzo mostraba al primer contagiado detectado en la provincia leonesa, ha dejado más de dos mil muertos en la provincia de León y casi cincuenta mil infectados (más del diez por ciento de la población), la economía noqueada y los nervios de todos a flor de piel. Una pandemia en toda regla que hace justo un año mirábamos con absoluta incredulidad esperando que no fuera para tanto.

El 13 de marzo de 2020 los españoles nos encontramos con una comparecencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la que anunciaba el primer estado de alarma de la democracia en todo el país.

“Se veía venir”, dijo prácticamente toda la población que en la última semana veía cómo llegaban los primeros casos a todas las provincias españolas. El primero en León se había informado el 1 de marzo y la presión social de que algo no estaba bien se vio con la falta de asistencia clara en la manifestación del 8M, cosa que durante la semana posterior fue ensombreciendo el futuro. “Mejor quedarse en casa”, se escuchaba ya el jueves o el viernes antes del anuncio.

Fue, precisamente, el mismo sábado 14 en el que se activó el estado de alarma (publicado en el BOE a última hora de la noche) el día en que se informó de la primera víctima por la covid-19 en la provincia. Con un titular que a un año vista parece de una inocencia infinita: 'No vale confiarse con el coronavirus: 1 alta, el primer fallecimiento y 14 nuevos casos en la provincia de León'.

Y no sólo eso, ya que también nos preguntábamos en ILEÓN '¿Y qué hago en casa con los niños 14 días?'. Proponíamos alternativas ante la suspensión de las clases por parte de la Junta de Castilla y León. Sea llevados por la actualidad o por la incredulidad de lo que estaba pasando, los periodistas de esta casa mostramos la misma humanidad que los demás ciudadanos: queríamos creer que esto pasaría pronto y nos ceñíamos a los 14 días que indicaba el BOE. No fue así. Ese mismo día se informaba de casi ocho mil contagios detectados en un día en toda España. Hoy, un año después son cinco mil. Lo que entonces nos parecía una barbaridad se llegó a multiplicar por seis y lo que hoy nos parece una nimiedad entonces era cuestión de alarma. Así hemos cambiado doce meses después.

Pero algo veíamos venir los leoneses. Una de las primeras noticias del día 14 de marzo fue que hasta la Cofradía de Genarín suspendía la procesión de ese año, y los papones tradicionales también la propia Semana Santa, que comenzaba en dos semanas.

Otras de las imágenes que dejó aquel fin de semana, y los meses posteriores, fueron las calles vacías. El mismo sábado por la mañana, antes de que se publicara el estado de alarma en el BOE, los periodistas de ILEÓN salieron a contar cómo se habían tomado los leoneses el anuncio de Pedro Sánchez. 'León se queda en casa' fue la siguiente noticia a las 9.46 horas de ese día 14. Cómo sería la confusión reinante que también informábamos de que la ciudad de León había suspendido el transporte público pero la ORA seguía funcionando.

También contábamos el frenazo turístico con las calles vacías, aunque la Catedral continuaba abierta, y justo una hora después cómo la Iglesia misma decidía cerrar todas las iglesias y suspender bautizos y comuniones. Así de rápido cambiaba el panorama informativo.

No se había publicado todavía el decreto del estado de alarma y ya nos preguntábamos si se podía sacar al perro e intentábamos contestar a las primeras dudas desde la Redacción de ILEÓN –el mismo día que decidíamos, desde casa, crear una sección para el coronavirus que pasó de las tres mil noticias en 2020, el 30% de todas las que se publicaron el año pasado–, e incluso hasta un autónomo, Tomás Vega Moralejo, se preguntaba en una Tribuna de Opinión “cuánto y hasta cuándo nos afectará esto económicamente, pero lo primero es sobrevivir con todas esas personas a las que apreciamos”. Profético.

Fue un fin de semana 'raro', que además recordaba a Félix Rodríguez de la Fuente en el cuarenta aniversario de su muerte. Los estudiantes de la Universidad de León decidían “no volver a sus pueblos durante la pandemia” para evitar contagios y comenzaban a anunciarse las primeras actividades 'virtuales' de las que empezamos a informar ese día.

La Junta anunció que suspendía las consultas y las operaciones programadas durante el estado de alarma y terminábamos aquel sábado avisando de que el domingo habría fuertes tormentas. A un año vista parece hasta irónico.

Domingo 15 de marzo

El domingo 15 de marzo ya se había publicado el decreto del estado de alarma al filo de la medianoche. Volvimos a publicar una serie de fotografías con las calles de la provincia ya completamente vacías que parecía que la ciudad había sido abandonada por un holocausto de ciencia ficción. Fueron las que más triunfaron aquellos días, por lo impactantes que eran.

El Gobierno de la nación informó de que se paralizaban todos los procedimientos administrativos durante el tiempo que durara el estado de alarma, y daba a conocer el famoso lema 'Este virus lo paramos unidos'. Por su parte el Ayuntamiento de León reaccionaba a nuestra noticia del día anterior suspendiendo la ORA y Renfe anunciaba, un domingo, que cancelaba prácticamente todos los trenes. Mientras, otra noticia daba el punto de la extraña situación que se vivía: los peluqueros protestaban porque el decreto decía que podían abrir, y se negaban exigiendo una rectificación; y efectivamente el Gobierno les dio la razón a última hora del día añadiendo a la normativa que tenían que cerrar para evitar los contagios.

Además, se activó la UME para patrullar por las calles de la ciudad de León “por el riesgo de contagio”, el Gobierno desplegó al Ejército e intervino la Sanidad Privada; y la Junta de Castilla y León hizo un llamamiento para que la gente donara equipos de protección a la Sanidad como mascarillas, buzos, gafas y todo lo que tuvieran disponible mostrando que no se había preparado para la situación, pese a las señales que lo indicaban. ¿La respuesta? Los leoneses se volcaron en llevar todo lo que tenían.

Y entre todo el caos, se conoció al primer ciudadano puesto a disposición judicial por saltarse las restricciones y el confinamiento del decreto de alarma, y a los primeros multados. Ni que decir que se leyó como si no hubiera un mañana.

Pero ahí no acababa el día, que se cerró con otra noticia que hizo más surrealista el fin de semana si cabe: 'El rey Felipe VI renuncia a la herencia de su padre tras desvelarse las fundaciones opacas donde el emérito guardaba una fortuna'. ¿Quién da mas?

El lunes 16 se supo que se habían sancionado y cerrado a cuatro bares en León y tres en Ponferrada por seguir abiertos y la audiencia se disparó. Era el inicio de la policía de balcón y visillo. Casi pasó desapercibida la noticia de que el primer contagiado detectado el 1 de marzo en la provincia de León salía dado de alta del Hospital El Bierzo.

Mientras, se cerraban las fronteras terrestres con Francia y Portugal y el ministro Ábalos avisaba de lo que venía: consideraba “evidente” que se iba a ampliar el estado de alarma.

Y a partir de ahí, el año más nefasto desde los años treinta y cuarenta en España. Y aún no se ha terminado el segundo estado de alarma aplicado en octubre... y hay voces que dicen que todavía se ampliará, justo cuando cumplimos un año efectivo de las consecuencias del coronavirus esperando a que las vacunas funcionen y recuperemos algo de normalidad.

Como hace un año, “nos va la vida en ello”.

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