Manuel Ovalle, reportero gráfico de TVE: “En una guerra nadie sale al balcón, pero esto es lo más parecido que he grabado”
Manuel Ovalle ya vivió confinado 37 días en 2006. Fue en Tiro, al sur del Líbano. Pero entonces “caían toneladas de bombas” mientras intentaba grabar las mejores imágenes de la última guerra con Israel para Televisión Española. El reportero gráfico berciano, el más veterano de su gremio al haber cumplido ya más de 45 años detrás de la cámara, vive ahora este estado de alarma en la delegación de la cadena pública en Huelva, que en estos días le recuerda a las ciudades sitiadas por las que pasó en una trayectoria en la que acumula la cobertura de 15 guerras, tres bombardeos, dos terremotos y varias catástrofes humanas.
Ovalle también estuvo confinado en el asedio de Sarajevo, en la Guerra de los Balcanes de la década de los noventa, en un fuego cruzado entre bosnios y serbios de tal calibre que TVE era una de las tres televisiones que contaban con vehículos blindados y los corresponsales acabaron bautizando uno de los viales como la 'Avenida de los Francotiradores'. “En la guerra hay tiros y bombas y nadie sale al balcón, pero esto de ahora es lo más parecido que he grabado en mi vida”, dice por calles desérticas de camino a una empresa de tratamiento de frutos rojos en unos días en que se mueve por la calle sin necesidad de ir al centro de trabajo con un coche “tintado, con salvoconducto, geles, guantes y mascarillas”.
Ovalle está acostumbrado a comprobar cómo la gente se adapta a cruzar la calle tras un blindado en Sarajevo o al aislamiento en Gaza
El trabajo en un escenario bélico es de “24 horas al día”, dice al recordarse tratando de conciliar el sueño en refugios, sótanos e incluso en la piscina del hotel en Tiro o subiendo por las escaleras hasta la cuarta planta para descansar en la medida de lo posible en una habitación agujereada y con el chaleco antibalas al lado en el Hotel Holiday Inn de Sarajevo. “Lo de ahora se puede considerar como una guerra, pero es diferente. Es como una guerra, pero con luz, agua e internet”, compara al subrayar la posibilidad de disfrutar, pese a las limitaciones del confinamiento, de las comodidades de vivir en casa.
Grabando el cierre de playas o la fumigación de las calles
Ahora se ve en la tesitura de grabar “el día a día” de la provincia de Huelva, desde momentos icónicos de la declaración del estado de alarma como el cierre de playas hasta la fumigación de calles para acometer las oportunas desinfecciones. “Y yo había visto cómo fumigaban contra el dengue en Cuba”, dice Ovalle, acostumbrado ya a comprobar “cómo la gente se adapta” a escenarios de guerra como la población de Sarajevo que “cruzaba la calle detrás de un blindado” o de sitio como el aislamiento que sufren los ciudadanos de Gaza. Y ahora ha grabado en su propio país un asentamiento de inmigrantes llegados para la recogida de la fresa y que no encontraron alojamiento en Lepe.
En un conflicto no sabes si vas a regresar cuando sales. Y ahora no sabes si vas a volver contagiado. Allí tomas precauciones; aquí tienes que estar muy atento
La sensación de riesgo también tiene sus paralelismos y sus diferencias para quien en Sarajevo dejaba sus pertenencias cada día en el hotel para enfrentarse a una lotería de ametralladoras. “En un conflicto no sabes si vas a regresar cuando sales. Y ahora no sabes si vas a volver contagiado”, señala. “Allí tomas precauciones. Y aquí tienes que estar muy atento”, completa para ilustrar la tarea en la situación actual con medidas de contención como tirar de zoom para la imagen y de pértiga para el sonido a la hora de grabar las entrevistas. “Y cuando vuelvo a casa, la ropa va para la lavadora. Y eso no hacía falta cuando llegaba a los hoteles”, contrasta.
“He visto otros hospitales de campaña, también en zonas fuera de conflicto”
Berciano nacido en Ponferrada en 1955, Ovalle se estrenó tras las cámaras en 1974 en Madrid. Sólo un año más tarde fue uno de los encargados de grabar el momento del cierre del ataúd del dictador Francisco Franco. Y estaba en el Congreso de los Diputados el 23 de febrero de 1981 en el intento del golpe de Estado prestando asistencia a una televisión francesa. Tras salir del hemiciclo por la tarde, regresó desde Prado del Rey ya al comienzo de la madrugada por “calles desérticas” como nunca hasta esta situación. ¿Dónde se imagina grabando en estos días si todavía estuviera trabajando en Madrid? “En el hospital habilitado en Ifema. Yo he visto otros hospitales de campaña, también en zonas fuera de conflicto”, apunta al citar a desplazados de guerra que, paradojas del destino, llegaban hace años a Siria.
El reportero gráfico más veterano, que en su día renunció a acogerse al ERE (Expediente de Regulación de Empleo) aplicado en Radio Televisión Española, cumple este año 65 años sin intención de jubilarse. “No quiero hacerlo. Yo amo mi trabajo”, sentencia reconociendo, eso sí, que espera que este episodio derivado de la extensión del coronavirus sea “lo último de esta envergadura” que le toque cubrir, mientras disfruta de “seguir contando cosas” de este enclave del suroeste peninsular en el que se radicó hace cuatro años. Claro que El Bierzo sigue presente en la mente de quien, cada vez que regresaba de una cobertura intensa, se evadía en su comarca de origen. Ahora que cada uno se pregunta qué hará cuando pase el confinamiento, Manuel Ovalle tiene sus preferencias. “Quizá me vaya a mi refugió en El Bierzo. Y pueda descansar con un mencía”. Será el momento de brindar por que una guerra sin tiros y con internet haya pasado a la historia.