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Uno de cada cinco menores en España sufre o ha sufrido violencia sexual

Uno de cada cinco menores en España ha sido o está siendo víctima de violencia sexual. Así lo aseguró hoy el coordinador general de la Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil, Tomás Aller Floreancig, durante su intervención en la conferencia inaugural de las jornadas dedicadas a la violencia contra la infancia que se desarrollan entre hoy y mañana en la Facultad de Psicología de la Universidad Pontificia de Salamanca.
Aller insistió en que en España se debe trabajar “desde un enfoque de prevención por parte de investigadores y profesionales” y señaló, en declaraciones a los medios previas a su intervención, que “las nuevas tecnologías están generando un nuevo abanico de modalidades de violencia contra la infancia que ni el marco legislativo ni los expertos han sido capaces de preveer”. Por ello, señaló la “importancia de generar un contexto de buen trato hacia los menores”.
“Sin embargo, tenemos un problema muy importante que compartimos con otros países en Europa y es que no existen datos” sobre la violencia contra los menores, continuó Aller, quien solo apuntó la existencia de un registro unificado de notificaciones sobre maltrato infantil en el que “cuando se detecta un posible caso, se comunica a la autoridad competente, pero no se sigue la evolución del caso”.
Al respecto afirmó que “existen unas 15.000 notificaciones, pero no se sabe cuántas son realmente casos de maltrato infantil y la estadística solo representa el cuatro por ciento de la realidad, ya que tiene que ver con cómo estamos entendiendo el maltrato infantil, porque hay nuevas modalidades de maltrato infantil que el contexto de las nuevas tecnologías permite”, informó Aller.
El cachete “no enseña nada”
En cuanto a “usos y costumbres” de la violencia en la educación, Aller alertó de que cuando se da un cachete “hay que preguntarse a quien tranquiliza, si al niño o al padre o madre” porque, en su opinión, “ejercer la violencia física como una herramienta educativa tiene que ver con cómo maneja la ansiedad el adulto, pero lo que el niño aprende es que la violencia es una vía”. Por ello, consideró que “el cachete no es viable porque no enseña nada. Puede cortar una situación de cuajo, pero el efecto rebote posterior es peor”, concluyó.
En cuanto al contexto actual, el coordinador general de FAPMI afirmó que “hay dos fenómenos simultáneos”. Por un lado, la violencia infantil “se trata en los medios y en el ámbito universitario y se está visibilizando más, por lo que se detecta”. Sin embargo, existe el fenómeno de la “socialización de la violencia, porque se ve como una alternativa en las relaciones interpersonales, tanto en el género masculino, como en el femenino”. Por ello afirmó que “algo estamos haciendo mal”.
A todo ello Aller añadió un problema más: “Se destinan grandes cantidades a estrategias y programas que no sabemos si funcionan”. Y es que, según Aller, “el problema lo tenemos diagnosticado, pero no sabemos si las soluciones que estamos implementando funcionan porque en España falta la evaluación”.
Por ello, abogó por hacer “buenas estrategias de prevención y evaluación” en el que esté incluida “la formación académica de futuros profesionales” en Educación, Derecho y Administración para “sensibilizar a todo el contexto, porque hay un problema y hay que diseñar respuestas efectivas en función del problema”.
También defendió Aller la “parentalidad positiva”, en el sentido de que, más allá de la violanción y el maltrato físico, “hay otra modalidad de violencia contra la infancia que es la negligencia, todo aquello que como agentes de cuidado, padres e instituciones, no estamos haciendo bien” y, en ese sentido, consideró “tan peligrosa la sobreexigencia como la permisividad”.
Por último, defendió “una institución jurídica que esté diseñada para los niños, porque solo son víctimas o testigos” y el trabajo en los casos de salud mental infanto-juvenil porque “hay un incremento en la población española y es por algo que no se está haciendo bien. Tenemos que trabajar con los niños para que sean adultos responsables y comprometidos pero ese trabajo hay que desarrollarlo antes”, concluyó.