Una científica leonesa descubre una molécula contra el cáncer

Científica leonesa

DiCyt

Angelita Rebollo, científica del Hospital Pitié Salpêtrière de París (Francia), lleva varios años trabajando en el desarrollo de una molécula que ha demostrado ser muy efectiva contra las células tumorales sin afectar a las células sanas. Ahora esta investigadora, natural de León, se dispone a dar un paso más al montar una empresa para comercializar el nuevo compuesto, que dentro de unos años puede convertirse en un fármaco más eficaz y menos agresivo, según ha explicado hoy en Salamanca.

La virtud de esta molécula sintética, que aún no tiene nombre oficial, es que se dirige específicamente a las células tumorales y, por lo tanto, “no tiene efectos sobre las células sanas”, ha comentado en declaraciones a DiCYT. En ese aspecto presenta una gran ventaja con respecto a los tratamientos habituales de quimioterapia, que atacan tanto a células normales como a las del tumor, dando lugar a graves efectos secundarios.

“Los resultados más espectaculares los encontramos en cáncer de mama y ésa es la principal aplicación que nos gustaría desarrollar”, señala, aunque la molécula y otras derivadas de la misma línea de investigación también han dado buenos resultados en cáncer de pulmón y de ovario. “Probablemente se comercializará con tratamientos asociados a quimioterapia, pero en dosis ínfimas, lo cual evitaría los efectos secundarios no deseables”, agrega la investigadora, que hoy ha visitado el Centro de Investigación del Cáncer (CIC) de Salamanca para exponer su caso.

En la actualidad, su grupo de investigación sintetiza químicamente la molécula, pero en su momento se aisló a partir de “una parte muy pequeña de una proteína”, comenta. “Es el esfuerzo de un proyecto que empezó hace 10 años, cuando yo estaba en España, y que he seguido desarrollando en el hospital donde trabajo hasta llegar a conseguir algo que tiene la pinta de poder ser un nuevo medicamento”, asegura.

En cualquier caso, el trabajo de su nueva empresa, que tampoco tendrá un nombre registrado hasta la próxima semana, se quedará en las primeras fases de experimentación, porque realizar ensayos clínicos requiere grandes infraestructuras de investigación, así que tendrán que asociarse a compañías farmacéuticas o vender el producto.

Facilidades en Francia

Este tipo de transferencia de conocimiento en el que los científicos crean su propia empresa no es habitual en España. Sin embargo, “en Francia hay una colaboración público-privada muy importante, se estimula muchísimo la investigación aplicada y se ayuda enormemente a quien quiere pasar del laboratorio a crear una start-up. Las facilidades son enormes, si tienes una buena molécula o un buen producto, tienes mucha ayuda y eso te estimula a ir un paso más adelante”, afirma. En definitiva, su caso es un buen ejemplo de cómo “una investigación básica da lugar a un producto que va a tener una aplicación práctica”, que en su opinión es lo más interesante.

Tras pasar por la Universidad de León y por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Madrid, echa de menos un mayor apoyo a la innovación en España. “Visto desde fuera, allí tenemos más dinero y más infraestructuras para dar este paso”, frente a la falta de financiación para la Ciencia de su país. “Me da pena porque hay gente muy buena y no tienen todo lo que necesitarían”, asegura.

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