“La alegría se convirtió en luto. Ahora comienza otro Camino para todos”

Camino de Santiago

Marta Cuervo @martaileon

“Salí a tomar un poco el aire. Estaba charlando con algunos de mis compañeros de viaje, gente que conocí por el Camino, De repente vimos pasar una ambulancia, luego otra. A los pocos segundos comenzaron a oírse las sirenas de los bomberos. Pensamos que se trataba de un accidente de tráfico, de los gordos por la cantidad de vehículos que acudían al socorro. Entonces consultamos los periódicos a través del móvil y nos enteramos de la tragedia. Encendimos rápido la tele y permanecimos juntos sin dar crédito a las imágenes”.

César salió solo de León para hacer el Camino de Santiago. Era su meta personal y su ilusión. Un sueño que el 24 por la noche se convirtió en pesadilla.

La noche del terrible accidente ferroviario el joven leonés se encontraba en un albergue de Pedrouzo, a pocos kilómetros del lugar donde sucedió la tragedia. “Cuando se conoció la noticia el pueblo se movilizó. Muchos de los vecinos acudieron en auxilio de las víctimas”, relata César.

Durante el recorrido de esta ruta jacobea, César se unió a un grupo de otros caminantes. Juntos decidieron programar su llegada a Santiago de Compostela para el 26, justo después del día grande de la capital, para evitar la aglomeración de turistas y residentes que provocan las fiestas de Santiago, el día 25 de julio.

“También podíamos haber llegado el 24, pero ya no encontramos sitio para dormir”. Pero los acontecimientos cambiaron los planes del grupo. Tras lo sucedido, lo que se iba a convertir en una entrada triunfal y emotiva, en una recompensa tras un largo Camino, se volvió en “la visita obligada que tratas de quitarte de encima”. César y sus amigos, abandonaron el albergue en el Monte Do Gozo, a unos 5 kilómetros de Santiago, y entraron en la ciudad. “Estábamos demasiado cerca, y el accidente cambió el espíritu de la llegada. La fiesta nacional se convirtió en luto oficial”, relata el peregrino.

Ví a muchos extranjeros llorar y dejar velas encendidas a las puertas de las verjas de la Catedral

César recuerda como muchos de los peregrinos que pensaban quedarse en Santiago, recorrieron y abandonaron en el día la capital gallega. “Ví a muchos extranjeros llorar, y dejar velas encendidas a las puertas de las verjas de la Catedral, en señal de respeto”.

Llegar en un momento tan duro para la comunidad gallega, hace que uno de los momentos cumbres del Camino de Santiago “se vuelva descafeinado”. A pesar de ello, según confiesa el peregrino leonés, este sentimiento no hace que se pierda la espiritualidad y la reflexión que caracteriza a la ruta jacobea: “al contrario; te pone los pies en el suelo. En ese tren podíamos haber viajado cualquiera de nosotros o nuestros familiares. A partir de ahora comienza otro camino para todos”, finaliza César.

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