Gran noche de teatro de calle en Villabalter con 'El Cerco de Leningrado'
La SETIC convierte cada año Villabalter en un escenario popular y para el pueblo como imaginaron Federico García Lorca y Luis Saenz de la Calzada al crear La Barraca (aquel proyecto que llevaba representaciones ambulantes de teatro por la España rural), o como imaginaron en la Florencia del Renacimiento al crear la Comedia del Arte: la magia viva, vibrante y palpitante del teatro en la calle y para todo el que pase.
Y como punto culminante del programa, el cual incluye compañías de Castilla y León y de Madrid, ayer con gran éxito la compañía leonesa Se trata de teatro representó El cerco de Leningrado, del célebre dramaturgo valenciano José Sanchis Sinisterra.
Me gustaría ser Eduardo Haro Teglen, el mejor crítico de teatro que ha habido en España desde la Transición, más aún a la hora de glosar obras de teatro izquierdoso, para poder comentarles con tino la maravilla intelectual e interpretativa que anoche presencié en la SETIC.
En las al menos dos obras de teatro que hay dentro de la obra de teatro El cerco de Leningrado, se nos cuenta la historia sobre el fracaso de la ficción del amor abierto de dos mujeres (Priscila y Natalia) enamoradas del mismo hombre ya fallecido, Néstor (una es la esposa y otra la amante de ese dramaturgo que compartía el teatro como hogar con las dos actrices/amantes/camaradas), las cuales, en la actualidad, viven juntas aun juntas en ese teatro apunto de ser demolkido. Y lo cierto es que viven recordando a ese difunto insigne, adorándole y exagerando su legado y su obra, en un destartalado y ruinoso teatro de barrio de su propiedad llamado El teatro del fantasma (el nombre en sí ya es una metáfora pues ellas dos viven en ese teatro con el fantasma de Néstor)…
Pero a la vez se nos cuenta la historia del fracaso de las ideologías comunistas, con su revolución proletaria y su amor libre, en un mundo donde todo eso ya está destartalado y amenaza ruina como El teatro del fantasma, y solo dos románticas idealistas aferradas de forma extemporánea, ilusa y emocionante a la revolución que no pudo ser no se han dado cuenta de eso; de que el mundo ya dejó muy atrás las utopías del comunismo de antes de la caída del muro. Y asimismo en esta obra de teatro, El cerco de Leningrado, se nos cuenta también el fracaso de la vida como realidad normativizada y estándar cuando, como nos enseñó Calderón de la Barca, todo en la vida es puro teatro, pues toda la vida es sueño y los sueños sueños son.
Pero, más allá del complejo y muy interesante libreto repleto de intertextualidad y segundas lecturas, destacó ayer la impresionante interpretación y control de movimiento escénico de las dos actrices leonesas, Teresa González y Natalia Hernández… Dos actrices con amplios registros y gran compenetración, por cierto formadas ambas en el rico teatro de base de León (proceden del teatro universitario, el Teatro del Mayal, y de la Escuela Municipal de Teatro), y que demostraron un ritmo, una versatilidad y una intensidad tan infrecuentes como meritorias.
Fue una gran noche de teatro de calle en Villabalter (el publico llenó el aforo de sillas; qué mérito tiene el Grupo Teatro Balterius 98 que fundó este ciclo y lo mantiene vivo, no me extraña que la Junta Vecinal de Villabalter y el Ayuntamiento de San Andres del Rabanedo ayer descubrieran un Monolito en honor a Baltherius 98) que nos hizo recordar con emoción que no pasa el tiempo por los clásicos que nos dijeron que “la vejez de aquellos que hemos presenciado la defensa del cerco de Leningrado no será ridícula”.