Los cluster unen universidad y empresa

Dicyt

La adopción del modelo de organización en clúster en el sector de la Investigación, Desarrollo e innovación (I+D+i) beneficia el contacto entre los centros generadores de conocimiento científico y empresarial, contribuye a alinear los temas objeto de investigación con las necesidades empresariales y ayuda a cumplir las exigencias requeridas, por ejemplo, por la Unión Europea para dotar de fondos a proyectos dentro de este sector. Así lo ha defendido hoy Albert Vilardaga, de la empresa Cluster Development, durante su participación en la jornada Instrumentos innovadores de colaboración, que se ha celebrado hoy en la Universidad de Burgos.

El experto ha explicado, en declaraciones a DiCYT, que los dos aspectos esenciales que debe cumplir un clúster es estar bien definido, es decir, no ser demasiado amplio, y estar bien gestionado. Viladarga ha apostado por la creación de este tipo de agrupaciones, pues pueden ayudar a mejora de la competitividad de las empresas. “Tienen sentido porque en ellos se desarrollan de forma colectiva proyectos destinados a abordar los retos estratégicos de las empresas, principalmente retos de desarrollo de negocio o de producto, es decir, de innovación”, ha apuntado.

En este sentido, se ha posicionado a favor de que estas iniciativas nazcan de forma conjunta entre empresas, administraciones públicas y los centros en los que radica el conocimiento científico. “Si las iniciativas caminan conjuntamente seguramente van a ser más exitosas. Si simplemente están impulsadas por cualquier administración pública van a ser menos eficientes”. Precisamente, el que la política de competitividad de un determinado territorio se quiera impulsar únicamente desde su gobierno es un error que no se debe cometer si se quiere que estas iniciativas tengan más probabilidades de éxito, ha manifestado.

El clúster en España

El concepto de clúster hace referencia a un grupo de compañías interconectadas que trabajan un determinado sector industrial y que obtienen beneficios comunes por sus características complementarias. En España comenzó a implantarse en 1992 a través de experiencias piloto llevadas a cabo en País Vasco y Cataluña. Castilla y León fue pionera, pues fue en una en las que más pronto se adoptó este modelo, ha incidido Viladarga, perteneciente a una consultoría que desarrolla anualmente alrededor de 30 proyectos de este tipo.

Diferentes expertos han participado en esta jornada, en la que se han tratado temas como la financiación del I+D+i en la Unión Europea, propuestas futuras para este sector, consorcios de éxito o la política sectorial de Castilla y León. En su tercera edición ha estado organizada por la Universidad de Burgos (UBU) y la Sociedad para el Desarrollo de la Provincia de Burgos (SODEBUR), con la colaboración de la Asociación Burgalesa de Investigación (ABI).

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