'Genarín' pone el contrapunto a la Semana Santa

Genarín saldrá aunque llueva, como ha ocurrido otros años en los que se han cubierto los pasos.

Isabel Rodríguez

Es la cruz de la tradición católica. La procesión de 'Genarín', que tantos seguidores consigue cada año se celebra este jueves en León para conmemorar el día en que este pellejero bebdor, putero y jugador fue arrollado por el primer camión de la basura que hubo en León. Lo pilló meando, frente a la muralla, y allí habría terminado todo de no haber sido por cuatro hombres decididos a desenterrarle. Aquellos cuatro 'evangelistas' -un árbitro de fútbol, un taxista, un aristócrata y un poeta- comenzaron a recordar cada Jueves Santo a Genarín con una procesión hasta el lugar en el que había encontrado su fatídico destino. Era su particular homenaje a una persona anónima, normal, como la mayoría.

Los elementos que tomaba de la religión católica -procesión, cofradía, evangelistas...- no sentaron nada bien entre la Iglesia, que en el año 55, entre el gobernador civil y el obispo de León decidieron suprimir la tradicional procesión de Genarín. Su resurrección llegó en 1977 y sobre todo en el 81, cuando Julio Llamazares publicó el libro 'El entierro de Genarín', con las penas y desventuras de este borrachín de vida alegre.

La procesión saldrá a eso de las 12 de la noche de la Plaza del Grano con los cabezudos -representando a los cuatro evangelistas-, el paso de Genarín agarrado a una farola, el de la Moncha -la prostituta que cubrió su cuerpo tras la desgracia-, el barril de orujo y la muerte que segó la vida del achispado del pueblo.

En la plaza de San Martín recogen al resto de cofrades y recorren su particular via crucis. La primera parada tiene lugar en la calle de la Sal, o calle de los 30 pasos, los que hacen falta para recorrerla. Después se detienen ante la Catedral, donde leen otros versos, y terminan finalmente frente a la muralla, por la que trepa el Hermano Colgador para dejar la ofrenda al Padre Genarín: una botella de orujo, un poco de queso, algo de pan, una naranja y una corona de laurel.

Que se cuiden quienes piensen arrebatar estas ofrendas a Genaro. Cuenta la leyenda que una vez hubo quien lo intentó y resbaló por la muralla. Pero no es el único milagro que se cuenta de Genarín. Se habla de que curó a un enfermo de riñón, consiguió la redención de la Moncha e hizo ascender a la Cultural a primera. Una historia irreverente y descarada que reúne a cientos de personas en la capital leonesa para, “siguiendo sus costumbres, que nunca fueron un lujo, beban en su memoria, una copina de orujo”.

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